Con una diferencia de 12 días, 6 estados del país –Chiapas, Oaxaca, Morelos, Puebla, Guerrero y la Ciudad de México- sufrieron los efectos de sismos devastadores que acabaron con la tranquilidad y el patrimonio de cientos de miles de personas. Vaya mes patrio el que hemos vivido, uno en donde tembló en sus centros la tierra. Sin embargo, en estas fechas los gritos no son de guerra sino de ayuda y solidaridad.

El primer sismo golpeó con fuerza a la gente dos de los estados con mayor marginación y pobreza: Chiapas y Oaxaca. En el caso de Chiapas, tuvimos la oportunidad de recorrer varias de las zonas más afectadas. Ahí, platicamos con los pobladores y entregamos apoyos inmediatos que recolectamos gracias a la solidaridad de la propia sociedad de Tuxtla Gutiérrez y de la Ciudad de México.

En la comunidad de Paredón, en el municipio de Tonalá, o en Cuauhtémoc, municipio de Villaflores, fuimos testigos de cómo un desastre natural cayó sobre un desastre social. Y esa es la verdadera tragedia de Chiapas. La necesidad que hoy tienen los chiapanecos en su calidad de afectados y damnificados por el sismo, es la misma que tienen en cualquier otra situación. Hace falta agua, drenaje, escuelas y medicinas. La vulnerabilidad con la que viven es permanente.

Los recorridos sirvieron también para darnos cuenta de la magnitud del desafío que representa la reconstrucción del patrimonio, pero sobre todo, de la esperanza de los chiapanecos de que esta situación puede tener un final.

Con ese reto por delante, la tierra volvió a sacudirse y la tragedia alcanzó a la Ciudad de México, Morelos, Puebla y Guerrero. Justo en la conmemoración del terremoto del 19 de septiembre de 1985, las escenas de edificios derrumbados, incertidumbre y pánico colectivo se repitieron. Y al igual que hace 32 años, y todavía con las nubes de polvo elevándose por la Ciudad, la solidaridad de los capitalinos apareció con más oportunidad y rapidez que el gobierno.

Dos sismos, más de 200 muertos y edificios completamente destruidos integran el escenario lúgubre de la capital del país. ¿Cómo habremos de reaccionar? ¿Con celeridad y prontitud? ¿Alcanzarán los recursos humanos para atender a todas las víctimas y sus familiares? ¿Cómo resolverá la Federación este problema? ¿Qué dolores serán prioritarios para el gobierno? Hay miedo de que Chiapas quede olvidado, una vez más, dentro de la vorágine que representa que la capital del país sea afectada como lo fue con el sismo el día de ayer.

Hasta el momento de escribir esta columna, seguían las labores de rescate de personas en la Ciudad de México. La noche anterior, pudimos ver fue la aparición de miles de manos dispuestas a ayudar. Muchísimo más, desafortunadamente, que lo que hemos visto en Chiapas o Oaxaca.

Ciudadanos y cuerpos de rescate, continuaron con las labores en el edificio ubicado entre la avenida Torreón, Medellín y Viaducto. En la imagen un perro fue rescatado de los escombros del edificio.
FOTO: MARIO JASSO /CUARTOSCURO.COM

Esta doble tragedia a causa de los sismos nos pone frente a una encrucijada respecto a cómo y con qué recursos vamos a enfrentar la reconstrucción de Chiapas. Hoy más que nunca tengo claro que seré una voz que mantenga un terreno firme con una exigencia sencilla pero poderosa: no hay competencia entre los dolores de los ciudadanos, pero tampoco puede haber indiferencia respecto al desastre que enfrentan los chiapanecos. Nos la deben.

 

@ZoeRobledo

Senador de la República por Chiapas