Actualmente en Estados Unidos viven cerca de 2.1 millones de jóvenes adultos que llegaron a dicho país siendo niños; a ellos se les conoce como dreamers, de los cuales alrededor de 800,000, son beneficiarios del programa denominado DACA. Los mexicanos representan el 79 por ciento de estos jóvenes.

El presidente Donald Trump decidió suspender la orden que permite permanecer en Estados Unidos a los dreamers; la medida estuvo acompañada por una prórroga de seis meses para que el Congreso pueda buscar una salida.

Los dreamers se enfrentaban ante la disyuntiva de no poder continuar sus estudios universitarios, ya que al carecer de un estatus de ciudadanía no pueden acceder a los apoyos financieros y no son capaces de cubrir las cuotas de extranjeros que cobran las universidades, las cuales son onerosas para una familia de migrantes.

Del mismo modo, tampoco podían colocarse en un buen trabajo de forma legal, ya que esta situación los colocaba en un estado constante de vulnerabilidad, por el riesgo de ser deportados. Sin embargo, en junio de 2012, el presidente Barack Obama ordenó que se aplicara el programa DACA, que aliviaría momentáneamente estas problemáticas.

Los dreamers pudieron verse beneficiados por esta acción, les otorgó ciertos beneficios a quienes pudieron comprobar una estadía mínima de cinco años continua, entre los cuales se incluye: no ser deportados, solicitar un permiso renovable de trabajo por dos años, un número de seguridad social y una  licencia para conducir.

Pero de lo que poco se habla por el momento es sobre los miles de dreamers que ya han sido deportados a sus países de origen; se calcula que cerca de 500,000 jóvenes entre 18 y 35 años han vuelto a México desde 2005, después de haber vivido en Estados Unidos más de cinco años.

La inmensa mayoría de estos jóvenes regresan al país sin contar con una red de respaldo, pues los familiares que les quedan son personas con quienes no han tenido contacto en años, no tienen documentos de identificación, se encuentran con que sus estudios no son válidos e incluso algunos ni siquiera saben hablar bien el español.

Este medio millón de personas no sabe cómo reintegrarse a una sociedad que tampoco los esperaba de regreso, ya que no existen protocolos para actuar cuando se presenta el retorno de una persona que emigró, en ocasiones, a meses de haber nacido. Hace una década que las instituciones y autoridades comenzaron a enfrentarse a este tipo de situaciones.

En 2001, se presentó ante el Congreso estadounidense la iniciativa de ley conocida como Dream Act, la cual pretendía solucionar la situación migratoria de estos jóvenes. Desde entonces dicha iniciativa ha sido sometida varias veces a votación, y fue en 2010 cuando más cerca ha estado de convertirse en ley. Cosa que no sucedió.

Hoy Trump rompió nuevamente su palabra, ya que recién inició su mandato aseguró que no suprimiría el DACA, sin embargo, la realidad es que la cancelación fue bien recibida por el núcleo duro de su electorado, le situaría en el lado más oscuro y radical del espectro político.

Si el DACA es cancelado, México se enfrentaría a la llegada masiva de alrededor de 600,000 jóvenes; urgen medidas para saber cómo afrontar esta medida, ya que no estamos preparados.