Entre tantos azotes naturales que México ha recibido estos últimos días y tantos azotes de los burócratas que ha sufrido con fuerza desde hace cinco años, nos toca seguir planteándonos qué tipo de vida y de mundo queremos para nosotros y las generaciones que siguen, lo que incluye repensar el mundo económico que nos tiene prisioneros mientras nos vende falsas ilusiones de libertad y dicha. El exceso de información y los esfuerzos continuos para salir adelante (incluido el de los medios laborales donde realizamos el trabajo de dos o tres personas) evitan que podamos saber qué es lo que sucede. Por eso, no puedo dejar de aplaudir el número de la revista Unidiversidad que acaba de publicar la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla sobre el reto que plantea el descrecimiento económico. Monográfico que tuve la oportunidad de armar y que, aunque víctima de un ataque de erratas insospechado, posee un gran valor para divulgar un pensamiento que va a contracorriente del aplastante pensamiento y práctica globalizados en el que lo político y las culturas son ampliamente relegadas por la hegemonía de lo económico.

En este monográfico, Miguel Valencia, ingeniero químico y uno de los líderes del descrecimiento en México, entrega una historia breve y sustanciosa del Descrecimiento y no deja de ligarlo con la tarea del arte. Otros autores, en particular, el ingeniero y cineasta José Arias, luchador ecologista contra Laguna Verde y creador de la primera casa ecológica en México, nos ayuda a entender el proceso natural de las diversas glaciaciones terrestres para distinguirlo de aquello que hoy provoca la forma de vida del ser humano. Desde otro punto de vista, el filósofo Luis Tamayo, actual rector del Colegio de Morelos, también analiza la importancia de prestar atención al gas metano liberado por el descongelamiento de los mares, así como al exponencial crecimiento de la población, y propone principios para una educación ambiental urgente.

Por su parte, sentando bases filosóficas para pensar el Descrecimiento, la filósofa Edith Gutiérrez, a partir del pensamiento de Heidegger, muestra el andamiaje onto-axio-epistemológico que permitió concebir la idea de crecimiento económico como algo deseable; mientras que en el afán común de desmontar certezas, Jean Robert, arquitecto desprofesionalizado, pensador crítico, autor prolífico, analiza cuál es la especificidad de la ciencia moderna desnudándola de sus pretensiones y mostrando las fallas que ésta no quiere que nadie vea. En otro artículo, el mismo autor muestra por qué hay una guerra que el urbanismo desarrollista libra contra los territorios geográficos y humanos (véase el actual impacto cultural y ambiental de la ampliación de la carretera la Pera-Cuautla).

Serge Latouche, economista y filósofo francés, uno de los líderes actuales del Descrecimiento, hace una entrega sobre los límites del crecimiento y la posibilidad del descrecimiento para tener una sociedad sostenible, y también nos brinda una entrevista sobre un tema nodal: el descrecimiento del Norte es diferente al que debe darse en el Sur (tema que tocará la VI Conferencia Internacional de Degrowth México 2018). El economista español, Carlos Taibo, nos brinda una conclusión sobre lo que es el colapso y la posible sobrevivencia buena, en una óptica quizá más pesimista que los otros autores o, quizá, más realista.

Además, opino que se respeten los Acuerdos de San Andrés, que se investigue Ayotzinapa, que trabajemos por un nuevo Constituyente, que recuperemos la autonomía alimentaria, que revisemos a fondo los sueños prometeicos del TLC.

@PatGtzOtero