En los años setenta, China enviaba a sus jóvenes a prepararse en la Unión Americana, luego los regresaba para construir el país que ahora es. Para el gobierno chino, estos profesionistas eran un sector muy importante que se encargaría de dirigir proyectos de gran importancia teniendo los conocimientos de universidades occidentales, sobre todo de Estados Unidos. México tiene un caso semejante a este solo que esos profesionistas, también llamados dreamers, llegaron a suelo estadounidense siendo muy pequeños y aprendieron a vivir bajo el estilo del sueño americano. Hoy, están amenazados con ser expulsados a un país que, si bien es donde nacieron, en realidad, no lo conocen.
Para Víctor Alejandro Espinosa, el caso de los dreamers es un drama social para el que el gobierno mexicano no está preparado para absorber. El especialista e investigador del Colegio de la Frontera Norte señaló que de no atender adecuadamente el problema de estos jóvenes, que no están acostumbrados a la vida nacional, podría desencadenar actos de xenofobia ante la posibilidad de que los jóvenes mexicanos vean amenazadas las escasas oportunidades que existen para ellos en un país con una fuerte crisis económica y política.
Los dreamers muestran la dependencia con EU
¿Cuál es la percepción que tiene sobre el caso de los llamados dreamers? ¿Cómo lo percibe el Colegio de la Frontera Norte que está en la línea de fuego?
Lo vemos con mucha preocupación. Donald Trump ya había anunciado medidas de este tipo desde que asumió la presidencia, pero se pensaba que no prosperarían y que se quedarían en el camino, como ha pasado con otras iniciativas. En esta ocasión, la decisión de revertir este programa del DACA afecta a un núcleo muy importante de la sociedad. Son más de 800 mil jóvenes que están amparados bajo esta medida desde que la instauró el presidente Barack Obama por decreto en 2012.
Una de las condiciones que se les ponía era que hubieran entrado al país, antes de los 30 años y que contaran con al menos la preparatoria y buenas calificaciones. Estamos hablando de un sector muy productivo, pues muchos de ellos no solo cuentan con la preparatoria sino con una carrera universitaria. Es un grupo de personas que ya estaban en activo en la economía estadounidense. Ha sido un golpe muy fuerte para ellos, pero también para Estados Unidos pues era un sector que pagaba impuestos. De los 800 mil jóvenes que integran los dreamers, prácticamente el 80 por ciento son mexicanos. El resto está integrado por centroamericanos, pero no son un número significativo. Los dreamers son la prueba fehaciente de que somos un país limítrofe, con una dependencia hacia Estados Unidos.
¿En qué situación quedan los dreamers?
En suma, a partir de ahora, se cuenta con seis meses para que Trump inicie la deportación de esta gente, la cual además está muy bien identificada. Son fácilmente localizables porque daban sus direcciones y datos particulares ya que estaban amparados por el DACA. Cabría preguntarse en qué parte de la frontera van a empezar a deportar a estos jóvenes. Aunado a esto, hay que considerar que están concentrados en estados como California e Illinois, que son entidades donde se encuentra la mayoría. Prevemos que en California habrá un fuerte desplazamiento, de manera que, como lo ha dicho el presidente Barack Obama, se trata de una decisión muy cruel, terrible y de consecuencias muy graves para Estados Unidos.
Panorama escabroso
¿Qué impacto tendrá para México el regreso de los dreamers?
Estamos viendo que habrá una serie de problemas originados por el desplazamiento a territorio nacional de estas personas, que están más capacitados y preparados que el grueso de los jóvenes mexicanos. El gobierno hasta ahora solo se ha concentrado en decir que tendrán las oportunidades que merecen, pero su realidad es bastante terrible porque, en muchas ocasiones, ellos llegaron a Estados Unidos cuando tenían dos o tres años. Crecieron y se formaron como norteamericanos. Para ellos, México es un completo desconocido, muchos ni siquiera saben hablar español. Se trata de un drama social y en seis meses tendremos serias repercusiones, sobre todo si en ese tiempo no se logra que el Congreso estadounidense permita o habilite una ley que autorice naturalizar, alcanzar la ciudadanía u otra medida que podría ser alguna situación de residencia legal para este sector de la población. Por lo pronto, el programa DACA se cierra a partir de ahora y ya no se podrán incorporar nuevos miembros, lo cual nos coloca ante un panorama escabroso.
¿Está preparado el país para recibir a estas personas? Usted afirma que están mejor calificados que sus congéneres en México, ¿se creará un conflicto en la sociedad respecto a la disposición de empleos, servicios y prestaciones sociales, educación?
Para las autoridades, todo marcha como miel sobre hojuelas. Estamos escuchando todos sus logros en sus mensajes actuados de informe de gobierno, pero en realidad no han magnificado lo que significará este enorme desplazamiento de personas, pues se trata de mano de obra mejor calificada que llega al país en un momento en que nuestra juventud no tiene ninguna oportunidad en el mercado de trabajo. No han previsto qué hacer con ellos, dónde se van a insertar. Esperamos que esta situación no vaya a fomentar alguna especie de actitud xenófoba, porque se considere que están acaparando la fuerza de trabajo nacional. Esperamos que los congresistas norteamericanos puedan comprender que lo que están haciendo es una verdadera catástrofe.
Si se trata de un sector que es más afecto a Estados Unidos que a México y que se identifica más con los valores de ese país, ¿por qué Estados Unidos no los valora y los absorbe a su población?
Ciertamente, los dreamers son un sector poblacional más propenso al estilo de vida estadounidense, que habla inglés y que defiende los valores norteamericanos, pero como ya vimos nos son bien valorados por un gobierno como el de Donald Trump porque no sabe mirar más allá. En 2010 ya hubo un intento para integrarlos, pero no se pudo concretar, fue entonces cuando el presidente Barack Obama lo único que pudo hacer fue un decreto, pero desgraciadamente y, como ya lo estamos viendo, estas medidas no son permanentes y cualquier presidente puede derogarlas.
Cabildeo en el Congreso, el paso que falta
¿Se espera la batalla en el Congreso?
En el Congreso, hay legisladores republicanos que piensan que esto es un error. Por el lado demócrata, hay quienes creen que se debe tener una salida legal más apropiada. Una de las ventajas que tiene el Congreso estadounidense es que hay una distancia entre el presidente y su partido, no es como en México donde a estas horas frente a una decisión así ya no habría ni qué hacer. En Estados Unidos, los congresistas deben ser más cuidadosos de sus electores, sobre todo, porque piensan en su futuro. Saben bien que medidas como estas podrían costarle el cargo, esto significaría un suicidio pues hasta ahí llegaría su carrera política. Eso rompe con el mandato imperativo del presidente, lo cual es una coyuntura favorable.
No es que todos los republicanos vayan a votar en favor de que haya una ley, pero sí se puede cabildear con ellos porque hay una distancia, que es la que pesa mucho en algunos legisladores que saben que una decisión así ocasionaría que se les voltee el apoyo de los latinos. El voto latino, hay que decirlo, muchos de ellos votaron por Donald Trump sobre todo por el discurso inmediatista del trabajo. Hoy, ese mismo sector que lo apoyó ya se está dando cuenta de que solo era un discurso para ganar la presidencia. Esto puede ser la situación favorable que permitiría que los congresistas puedan moverse para crear una ley que permita darles una residencia legal.
Hay quienes logran tener la residencia legal con menos calificaciones, como un dominio bajo del inglés, menor nivel académico. Los dreamers tienen más ventajas sobre estos y no han sido considerados para tener una residencia legal. Tenemos todavía la confianza de que el Congreso pueda debatir este tema de manera más enfocada y con menos prejuicios políticos.