Ingenuamente creímos que la Ciudad de México se había salvado de los efectos de la guerra contra el narcotráfico, no era común la cruenta violencia que generan los carteles y sus células, en otras regiones, como en el norte del país, donde ya son habituales.

Aunque el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera y los delegados, llámese Rigoberto Salgado de Tláhuac, aseguren una y otra vez que los carteles no operan en la capital del país, la verdad es que los hechos llevan meses demostrando lo contrario.

La violencia, levantones, ejecuciones y sucesos con el sello típico del narcotráfico ocurren con mayor frecuencia en la capital, algunos casos emblemáticos nos dejan marcas, como el levantón de 13 personas en el bar Heaven; las extorsiones y ejecuciones en la Condesa, la Roma o Centro Histórico, que ya son el pan de cada día; y ahora, en días recientes han aparecido colgados, calcinados y narcomantas dirigidas a las autoridades locales.

Estas prácticas son comunes desde hace casi diez años, en entidades como Tamaulipas, Chihuahua o Veracruz, en donde los carteles se siguen peleando las plazas y rutas de trasiego de droga, pero no era  normal en la Ciudad de México.

Otro factor que se ha detectado es el alto índice de homicidios, los cuales han aumentado 30 por ciento durante la administración de Mancera, la violencia ha alcanzado niveles récord: los meses de diciembre de 2016 y mayo de 2017 son los que más averiguaciones por homicidio doloso presentaron en los últimos 20 años.

Aun así el discurso oficial sigue negando la existencia y establecimiento de estos grupos criminales en la capital, son solamente objetivos en movimiento, afirman las autoridades. Pero ante la cada vez más evidente infiltración del narco convendría preguntarnos si no ha llegado el momento de cambiar el discurso, ya que este es simplemente insostenible.

¿Podría acaso esta negación ser una estrategia? Quizá, porque aceptarlo tendría graves implicaciones. Pero el hecho de asegurar que los equipos de inteligencia del gobierno capitalino no han recabado la suficiente “información que permita establecer actividades de narcotráfico”, tal como asevera Mancera, también preocupa.

Algunos medios extranjeros como The Wall Street Journal y The Guardian han publicado varios reportajes en donde analizan la problemática capitalina en materia de seguridad. A partir de la consulta a especialistas en el tema y las estadísticas de incidencia delictiva y homicidios, cuestionan que siga firme esta  aseveración de las autoridades.

En este contexto, resulta ilógico pretender que la Ciudad de México no se ha contaminado con la operación de los carteles, sobre todo cuando aquí reside el poder económico y político del país; del mismo modo, su ubicación geográfica y la presencia del aeropuerto internacional le da un inmenso valor geoestratégico para ser el lugar ideal en donde celebrar reuniones con los diversos grupos del crimen trasnacional.

Puede ser que continuar negando la presencia y operaciones de estas organizaciones criminales sirva también a estrategias políticas, sin embargo, ante el aumento de la violencia y las practicas típicas del narco, se pierde la credibilidad y con ello la confianza ciudadana, hecho que podría costarles el gobierno en las próximas elecciones de 2018.