La expulsión del embajador de la República Popular Democrática de Corea (RPDC) movió las aguas de la diplomacia en México. El pasado 7 de agosto, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, declaró al diplomático como persona non grata, y lo coaccionó a abandonar el país en un plazo de 72 horas. La decisión causó un gran revuelo ocasionando interpretaciones que se apoderaron de los círculos, políticos e intelectuales, así como de los medios de comunicación; la mayoría condenando esta acción como una medida absurda. La crisis entre Norcorea y Estados Unidos se ha intensificado a lo largo de este siglo, y sus presiones y efectos han sido siempre entre estos dos y a través del Consejo de Seguridad. Hasta ahora, México había sido respetuoso de la relación bilateral que mantiene con ese país desde los años setentas. Para la doctora María Cristina Rosas, experta en temas internacionales y diplomáticos, afirma que la expulsión del embajador norcoreano coloca a nuestro país en una nueva situación dentro de sus relaciones con el mundo, pero también destaca que la medida adoptada por la cancillería no tendrá ningún efecto y, por el contrario, muestra al país en una sumisión hacia los dictámenes de su vecino del norte. Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía correo electrónico.

 

¿En qué momento se encuentra la política exterior de México?

Considero que es un momento complicado. Estados Unidos recibe buena parte de la atención en nuestra política exterior, por razones justificadas. Sin embargo, el mundo ni empieza ni termina en Estados Unidos. México tiene una vocación multilateral que debería explotar más. México mantiene relaciones cordiales con buena parte de las naciones del mundo. Ningún país ha roto relaciones diplomáticas con México en muchísimo tiempo, lo que corrobora que el país goza de credibilidad y prestigio en sus vínculos con el mundo. Hay temas donde México es una verdadera súper potencia: el desarme, por ejemplo. Prácticamente ninguna negociación en materia de desarme en el mundo se hace sin México. El país es un referente en este tema. Pero también contamos con una enorme experiencia en la negociación de tratados comerciales. Somos de las naciones con más tratados de libre comercio en el planeta. Pero hay que usarlos. Justo ahora en que Estados Unidos presiona tanto a México es que el país debería aprovechar los vínculos que mantiene con la Unión Europea y Japón (con ambos tenemos tratados comerciales). América Latina y el Caribe son otra región en la que naturalmente estamos llamados a ser líderes. El problema es que no volteamos a ver a estos países, a pesar de que casi todos ellos han manifestado solidaridad con México tras los dichos de Trump y el bullying que Trump ejerce desde el año pasado contra nuestro país. México mantiene una retórica discursiva que favorece relaciones con todos, pero, en los hechos, EEUU sigue concentrando buena parte de nuestra atención. Hay muchas cosas que se podrían hacer a través de la diplomacia y nuestro poder suave, por ejemplo en terrenos como la cultura –sitios históricos, patrimonio de la humanidad, gastronomía, viticultura, música, cine, etcétera.

 

¿Qué cambios ha habido desde la Doctrina Estrada y la no intervención; bases claves de la política exterior mexicana?

La Doctrina Estrada se mantiene, evidentemente. Sin embargo, ha habido ocasiones en que, por diversas razones, hemos roto relaciones diplomáticas con algunas naciones. Fue el caso en la Segunda Guerra Mundial, cuando rompimos, por razones obvias, con los países del eje. Fue el caso con Guatemala, a finales de los años 50, cuando unos aviones de ese país atacaron de manera artera a unos barcos pesqueros mexicanos y mataron a varios connacionales. México rompió relaciones con Guatemala ante la negativa de ese país, de aclarar los hechos. También rompimos, por mandato de la OEA, relaciones con la República Dominicana en 1960, cuando Trujillo atentó contra la vida del presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt. Asimismo, todos recordamos la ruptura con Chile en 1973 tras el golpe de Estado de Pinochet, ruptura justificada ante las atrocidades perpetradas por ese régimen contra los hermanos chilenos. Igualmente, en el marco de la revolución sandinista, rompimos con el gobierno de Somoza para aislar a ese régimen. En todos los casos referidos, se justificó ampliamente la ruptura con esas naciones, todas ellas latinoamericanas, por circunstancias muy específicas que si bien, llevaron a que nos distanciáramos de la Doctrina Estrada, requerían un posicionamiento firme, de parte de nuestro país. No es algo que hagamos con frecuencia, sólo en situaciones extraordinarias. Con todos ellos, a posteriori, reanudamos las relaciones diplomáticas.

                                                                                                      

¿Qué se puede entender por persona non grata y cómo se aplica esto en la diplomacia? ¿Ha habido antecedentes?

La modalidad de persona non grata forma parte de las llamadas sanciones diplomáticas. En el lenguaje de la diplomacia, la acepción persona non grata proveniente del latín y que se traduce como “persona no apreciada”, es una persona de origen extranjero cuya presencia o permanencia en un país en particular es indeseada y está prohibida por las autoridades gubernamentales de dicho país. Esto puede hacerse de manera formal, lo cual es lo más correcto (es decir, que el Ministerio de Asuntos Exteriores de un país declare non grata a alguien por la razón que sea, trátese de espionaje, intervención en asuntos internos o bien, como en el caso actual de Corea del Norte, en cumplimiento de las sanciones decretadas contra el régimen de ese país por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas). Evidentemente en el caso de Corea del Norte, México no desea romper relaciones diplomáticas con esa nación. México considera que la ruptura de relaciones, sólo puede darse en condiciones excepcionales, toda vez que involucraría el cese de vínculos oficiales con esa nación, en momentos en que una parte de la comunidad internacional considera que hay que mantener una vinculación constructiva con Pyongyang, en lugar de apostar al aislamiento del régimen norcoreano de manera punitiva como propone Estados Unidos. Unos cuántos países latinoamericanos, entre ellos Chile, Brasil, México y Perú tenemos relaciones diplomáticas con Corea del Norte y la administración de Donald Trump nos pide romperlas, dado que, por ejemplo, en el caso de Chile, éste país vende vino a Pyongyang que ese régimen usa para venderlo en el mercado negro y obtener productos que desea. Nosotros vendemos petróleo a Corea del Norte por un monto simbólico: apenas 45 millones de dólares.

¿Cuál es tu opinión respecto a la decisión de expulsar al embajador norcoreano?

Las relaciones entre México y Corea del Norte no han sido cordiales. En los 70, Echeverría rompió relaciones con ese país al haber entrenado Pyongyang a guerrilleros mexicanos del MAR. También se rompieron relaciones con la URSS por razones similares. Corea del Norte, en el ejemplo referido, intervenía a través del entrenamiento que daba a guerrilleros mexicanos, en los asuntos internos de México y la ruptura estaba más que justificada. Luego en los 80, se reanudaron las relaciones. Pero en el nuevo siglo, luego de que Corea del Norte se retirara del Tratado de No-Proliferación de Armas Nucleares y desarrollara ensayos nucleares, las relaciones bilaterales nuevamente han entrado en una fase de deterioro creciente.

Como explicaba previamente, si hay una joya en la política exterior mexicana es, justamente, el desarme y Corea del Norte actúa en contraposición con el desarme nuclear. A mí me parece que debimos haber concertado, los mexicanos, con otras naciones latinoamericanas, las acciones a desarrollar en torno a Corea del Norte. No creo que por expulsar al embajador norcoreano, se tenga el efecto deseado, esto es, que Pyongyang deje de hacer ensayos nucleares.

Para Corea del Norte, por supuesto, que no tiene relaciones diplomáticas formales con buena parte de los países del mundo, es duro que México pidiera la salida de su embajador. Pero dado que la comunidad internacional está dividida en torno al tema, no hay una acción concertada respecto al programa nuclear de ese país. Asimismo, si lo que realmente se busca es hacer una referencia a Trump con esta acción de la diplomacia mexicana, me parece que tampoco tendrá el efecto deseado, toda vez que el magnate inmobiliario pidió ruptura de las relaciones diplomáticas.

Me preocupa también el caso de Venezuela, que es más cercano a nosotros. Ya Perú rompió relaciones con el régimen de Maduro y México figura en el grupo de naciones que consideran que el gobierno venezolano debe ser sancionado. Digo, no hemos retirado ni a nuestra embajadora allá en Caracas, como tampoco hemos pedido la salida del embajador venezolano en México, pero no sé hasta dónde lo ocurrido con Corea del Norte sea una “prueba” para la diplomacia mexicana de cara a la crisis de Venezuela.