Cuando busca uno en google La fiesta de los niños desnudos, aparece en el top una advertencia: La pornografía infantil es ilegal. Pero ni el título ni el contenido de esta novela de Imanol Caneyada, alude, ni por asomo, a la pedofilia. Es a Eric Satié a quien invoca. “La fiesta de los niños desnudos” es el significado textual de la palabra Gymnopedie, título del célebre trío de obras compuestas para piano. El término tiene su origen en una ceremonia espartana en la que se celebraba el paso a la adultez de los jóvenes guerreros que solían ejercitarse al desnudo. Lo curioso es que la idea de dicha composición surge luego que Satie lee Salambó, de Flaubert.

Quienes tienen una imaginación superior a la básica, el título debe remitirles a algún tipo de ceremonia pagana y salvaje, donde es posible jugar hasta perder el sentido, caso específico del protagonista, Gregorio Cárdenas, que hace que me pregunte, otra vez, hasta qué punto el rechazo de un padre puede inferir en la construcción de un carácter. Gregorio Cárdenas, homónimo del afamado asesino en serie mexicano, y hasta la fecha único rehabilitado en prisión, al grado de titularse como abogado —logro del que ni los gringos pueden presumir, con sus celebridades en el ramo—; protagonista no absoluto de La fiesta de los niños desnudos, estudia música para visibilizarse ante su padre, músico de altos vuelos, inmerso en el letargo de una pequeña ciudad donde, sin embargo, él es rey; director de la orquesta municipal. Pero no hay nada que Gregorio pueda hacer para complacer a su padre, ni siquiera convertirse en su copia casi exacta. El padre de Gregorio, en realidad no ama a nadie excepto a sus sueños, lo cual no le impide mimetizarse con la clase media, que tiende a ser opaca. Otra cosa en que el hijo lo imita, es en casarse con la noviecita a la que por casualidad embaraza.

Atribuyo a su conflicto con la imagen paterna, el que, con todo y su buena educación, se deje cooptar por el enigmático Dionisio, quien se autonombra La Mónada Perfecta, un título nobiliario, exclusivo para él, y que encierra mucho de su pasado y el motivo por el que termina siendo un homeless. Dionisio entra en escena cuando, tras desplomarse durante un concierto, el padre de Gregorio cae en estado de coma. Lo de “entrar en escena” no es, en este caso, una simple manera de hablar. En el vestíbulo del hospital donde se encuentra entubado el padre de Gregorio, hay un piano, algo que pareciera inverosímil, pero Caneyada toma de un hospital real de Hermosillo, su ciudad de residencia. La Mónada Perfecta ingresa al nosocomio y antes que nadie tenga oportunidad de reparar en su aspecto sucio, incluso en su peste, ejecuta a la perfección Concierto para piano no 3 de Rajmáninov, con lo cual logra, milagrosamente, que el viejo músico regrese a la vida. A partir de ese momento Dionisio se transformará en el Mefistófeles de Gregorio; alguien capaz de traspasarlo con la mirada y advertir que lo que realmente desea es liberarse de su padre. Dionisio está decidido a darle gusto pero a cambio le pide que, una vez huérfano, se olvide de todo y lo siga en su vida lumpen, es decir: que cambie de figura de autoridad o figura paterna. Gregorio nunca se ha sentido realmente amado por su esposa, mucho menos por su hija, que hace mucho dejó de mirarlo a los ojos porque vive ensimismada en el celular. Considera que no se perderá gran cosa si acata el desafío de Dionisio.

No le será fácil adaptarse a su nueva familia, por llamarle de algún modo, pero es como quitarse un fardo de encima: el de la hipocresía social. Quienes componen esa comunidad creen ciegamente en Dionisio y lo siguen como los apóstoles a Jesucristo. Gregorio resulta especialmente vulnerable al influjo de una inteligencia diabólica de aura mesiánica. Poco a poco se irá integrando a su dinámica, incluso iniciará una turbia relación con Brissa, una chica con la que jamás se hubiera relacionado en otras circunstancias, aunque tienen en común cierto sentido de la armonía musical, lo que les permitirá realizar un dueto callejero que les garantiza un gansito y una coca cola para el desayuno. A partir del “permiso” para dejar fluir sus instintos, lo que incluye el odio largamente reprimido por la sociedad de la que es producto, habrá de consumar tres homicidios y una nueva traición contra la conflictiva imagen paterna.

Estamos ante un thriller psicológico que indaga profundamente en la psique de sus personajes, no exclusivamente del protagonista. El personaje de Dionisio es más profundo de lo que aparenta, que ya es decir… y la historia previa a su conversión en La Mónada Perfecta, fascinante… a la inversa de Gregorio, que crece apenas despojarse de la careta social de hijo modelo y padre responsable, aunque su discurso como personaje narrador es despiadado, crítico y provocador de principio a fin. Imanol Caneyada, ganador del Premio José Fuentes Mares 2015 por su novela Hotel de arraigo, nació en el País Vasco en 1968, pero vive en Sonora desde hace una veintena de años y nadie que lo conozca pensaría que proviene de otro lugar que no sea ése. 

Imanol Caneyada, La fiesta de los niños desnudos. Tusquets Editores, México, 2017.