Jacquelin Ramos y Javier Vieyra

En el año de 1943, por decreto presidencial, fue fundada una de las instituciones cumbre de la cultura moderna: El Colegio Nacional. La institución agrupa a las máximas lumbreras del pensamiento mexicano en un organismo que les permitiera transmitir sus conocimientos a la población mediante conferencias, clases y cursos de manera directa y presencial, además de ampliar sus actividades de investigación y difusión. Creado a la imagen del Colegio de Francia, El Colegio Nacional contó con Alfonso Reyes, Diego Rivera, Mariano Azuela, José Vasconcelos, Ignacio Chávez, entre algunas otras eminencias, como sus miembros fundadores; y, desde entonces, ha conglomerado en su seno a los más ilustres mexicanos, poniendo sus conocimientos al servicio y disposición de toda persona que los solicite.

De esa manera, como un ejercicio de memoria y reconocimiento, El Colegio Nacional guarda entre sus muros una hermosa galería que contiene los retratos de sus miembros fallecidos. En ella, es posible encontrar verdaderas obras de arte en el ámbito del retrato y hechas por algunas de las personalidades más destacadas de la plástica mexicana a lo largo de la historia; por ello su importancia radica no solo en los cuadros que cuida celosamente de la mirada pública sino en la cronología que representa en el arte en México, asegura en entrevista para Siempre!, Hildebrando Jaimes, director del Centro de Información de El Colegio Nacional.

“En estas más de siete décadas de existencia, este organismo ha logrado conformar diversos acervos que dan testimonio de su historia, de la labor de todos sus miembros y de su fundación como dependencia encargada de difundir la producción de sus integrantes, la educación y la cultura; y la galería es uno de ellos, por lo que se ha convertido en uno de los tesoros más importantes que resguarda el Colegio Nacional”.

La costumbre de honrar la memoria de los miembros fallecidos con un retrato al óleo, dice el doctor Jaimes, tiene su origen en una propuesta presentada por José Vasconcelos en la sesión de Consejo del 1 de abril de 1946, en ocasión de la muerte de Antonio Caso, ocurrida un mes antes, el 6 de marzo de ese año.

Aseveró que a partir de esa propuesta particular se pasó a la idea de crear una galería con los retratos de todos los miembros que componían en ese entonces El Colegio Nacional, y puestos a elegir al pintor que se encargaría de pintarlos, José Clemente Orozco se ofreció a encargarse de la tarea. Desgraciadamente solo alcanzó a pintar los de Antonio Caso y Ezequiel A. Chávez, antes de que la muerte lo alcanzara a él también.

“En la remodelación de tuvo El Colegio Nacional, en 1994, durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari, el Salón de Consejo se convirtió en el que sería el primer espacio dentro del recinto para colgar los cuadros; un sitio muy especial diseñado, como el resto del colegio, por el arquitecto Teodoro González de León”.

Solo los miembros pueden decidir el creador de su retrato

Actualmente El Colegio Nacional cuenta con 61 retratos exhibidos en las paredes del Salón de Consejo, 34 más en bodega, así como un mural pintado por Alberto Castro Leñero, ubicado en el salón de sesiones, aseguró el funcionario, en donde se destacan firmas como la de Diego Rivera en el cuadro de Isaac Ochoterena, o el retrato del mismo Rivera pintado por Juan O´Gorman; Alfonso Reyes, pintado por David Alfaro Siqueiros; Antonio Caso, por José Clemente Orozco; Rufino Tamayo, retratado por Arnaldo Coen.

Apuntó Jaimes que los pintores son seleccionados por los propios miembros, es decir, después de su ingreso al que fue en principio el Convento de la Enseñanza La Antigua, unas de las primeras escuelas para mujeres, uno de los derechos que tiene dicho miembro es elegir al pintor que hará su retrato.

“Son ellos los que eligen, solamente en el caso de que un integrante falleciera sin haber elegido al creador de su retrato, entonces es elegido por el consejo mediante un consenso, tomando en cuenta los retratos que se han realizado anteriormente”.

De esta circunstancia nace también la costumbre de realizar una ceremonia luctuosa en honor de los miembros fallecidos al año de su desaparición, añadió el responsable de información, ceremonia en la que se acostumbra invitar al presidente de la república, al secretario de Educación Pública, al rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y al director general del Instituto Politécnico Nacional; es encabezada por el presidente en turno de El Colegio Nacional, quien se encarga de coordinar la ceremonia y de presentar al miembro que dirá el discurso en honor del fallecido. Posteriormente se invita a subir al estrado a los familiares del homenajeado, en compañía de los cuales “se devela el retrato del miembro en cuestión”. 

Destaca que durante el proceso de la realización del cuadro hasta la ceremonia de homenaje no puede ser visto por nadie, más que por el pintor y el retratado. En este caso, será el próximo año, en 2018, cuando se conocerá la pintura del recién fallecido Ramón Xirau, pintado por Lucinda Urrusti,

 

Retrato de Alfonso Reyes concluido en Lecumberri 

En ese trance, las historias sobre los retratos también han marcado el valor de dichas piezas. Cuenta Jaimes que, por ejemplo, el maestro Carlos Chávez propuso al pintor David Alfaro Siqueiros para realizar el rostro de Alfonso Reyes, propuesta que fue aceptada. No obstante, a pesar de que todo parecía marchar bien, el 9 de agosto de 1960, Siqueiros fue recluido en la cárcel de Lecumberri acusado del delito de disolución social, y en ese lugar terminó el retrato de Reyes, y fueron a recogerlo el doctor Guillermo Haro y el secretario administrador de El Colegio.

“Esta situación puso en aprietos al Consejo, pues se consideró una falta de tacto invitar al presidente de la república a develar un retrato cuyo autor estaba preso. Por lo mismo, la ceremonia en honor de don Alfonso y la develación de su retrato —que debía haberse realizado en 1960, o a más tardar en 1961— no se llevó a cabo sino hasta el 8 de febrero de 1965, libre ya Siqueiros e iniciado el sexenio del licenciado Gustavo Díaz Ordaz, quien acudió al evento”.

Explica Hildebrando Jaimes que ante estas eventualidades y otras que han sucedido con el tiempo, se llegó a discutir si sería viable hacer retratos fotográficos, ya que a veces no estaban a tiempo los retratos al óleo, sin embargo, esta idea fue descartada; aunque El Colegio resguarda en su acervo importantes fotografías de autores como Rogelio Cuéllar, Manuel Álvarez Bravo, Lola Álvarez Bravo y Mariana Yampolsky, entre otros.

Los retratos no salen de la galería de El Colegio

Solo una vez se prestaron cuadros para una exposición, rememora el encargado de información, fue el 9 de julio de 1958, cuando la señora Margarita Valladares, viuda del pintor José Clemente Orozco, solicitó en préstamo por tres meses los retratos de Antonio Caso y Ezequiel A. Chávez pintados por su difunto esposo, con objeto de presentarlos en una exposición patrocinada por el Instituto Nacional de Bellas Artes, con la que se inauguraría el Museo José Clemente Orozco. La exposición se instaló en los altos de un edificio ubicado en el número 113 de la calle de Hamburgo, en cuya planta baja se hallaba establecida una fonda llamada La Ronda, lugar en el que poco después se produciría un conato de incendio originado por una explosión de gas.

“Por fortuna, los retratos prestados no sufrieron daño, pero a partir de entonces se decidió no volver a prestar ninguna obra de la galería, solo en ocasiones se ofrece una copia fotográfica, enmarcada como si fuera un cuadro”.

A pesar de que la galería es un espacio restringido al publico, explica Jaimes, la valiosa colección puede ser observada en la pagina de internet de El Colegio Nacional, con acceso libre. De igual manera, se esta planeando festejar el 75 aniversario de la fundación de El Colegio Nacional en 2018, que consiste en montar una exposición con una selección de los cuadros de esta galería, en una sede aún por definir, y que tentativamente se titularía Pintores y pintados.

“Con Pintores y pintados se resaltaría principalmente el hecho de que los autores de los retratos de los miembros de El Colegio constituyen una nómina bastante representativa de la pintura mexicana de la segunda mitad del siglo XX”, concluye la entrevista Hildebrando Jaimes.