México no se dobló ante el infortunio ni la solidaridad mexicana se abatió, el vigor y alcance no deja de sorprender entre tantas circunstancias adversas, se ha calibrado el ánimo invicto por ayudar. Impresionante el despliegue de muchos jóvenes por rescatar personas y mascotas, elocuente la heroicidad de los perros encabezados por Frida.

El contraste lo ofrecieron algunos políticos oportunistas y caraduras como el presidente municipal de Pátzcuaro Víctor Báez o el gobernador de Morelos Graco Ramírez, regatearon apoyos provenientes de una sociedad solidaria, dichos mandatarios mostraron el cobre porque al final del día nadie da lo que no tiene, solo que negar lo que otros sí ofrecieron es un acto vil.

Las secuelas de los movimientos sísmicos no han concluido como no terminan los dramas de las familias que han perdido seres queridos, casa y certidumbre. La bandera solidaria con los afectados del terremoto en lugares como la Ciudad de México, Morelos, Puebla, Oaxaca, Estado de México, Guerreo y Chiapas ondea; el apoyo de grupos rescatistas de diferentes partes del mundo es un testimonio de fraternidad inapelable.

No faltan los que especulan ante la tragedia, ni aquellos que ven en un trance amargo la oportunidad de buscar un posicionamiento mediático para vender la imagen de ser sensibles aunque su mira está puesta en el terreno electoral. La mezquindad tampoco se ha extinguido.

El 19 de septiembre se recordaba aquel trágico sismo de 1985, treinta y dos años después otro evento de esa índole rasgó cimientos y adelantó la noche, en los años ochenta no había protocolos respecto a un siniestro de esta magnitud y el gobierno de Miguel de la Madrid se pasmó, actualmente la respuesta fue pronta aunque lo más significativo fue el quehacer sin descanso de muchos héroes anónimos.

Muchos jóvenes sobre las planchas de cemento estaban ahí oportunamente, no fueron ajenos al dolor, la tragedia los convocaba, lo mismo en la Ciudad de México que en Morelos. Manos para ayudar, camiones repletos con víveres para los damnificados. El atorón estaba en algunos gobiernos locales que todo lo burocratizan y se apropian de iniciativas ciudadanas, usurpan la filantropía ajena para intentar desbaratarla.

La rebatinga de los partidos políticos no se podía demorar, ante la presión ciudadana ahora todos hablan de renunciar a recursos económicos para que estos sean transferidos para apoyar a los damnificados, creo que es un asunto de elemental justicia, independientemente del sismo y sus consecuencias los presupuestos para las organizaciones partidarias son onerosos e inútiles porque nuestra democracia es frágil, el debate ausente. La diatriba los distingue.

Más de trescientos muertos reportaba el saldo del sismo el domingo anterior, vendrá la fase de la reconstrucción de viviendas aunque lo más penoso será asimilar las pérdidas humanas, ese dolor que se instala como una marca permanente. En muchos lugares del mundo se habla de los perros rescatistas, son los héroes en este momento coyuntural.

Me quedo con el mejor rostro que ha mostrado nuestro país al momento de una tragedia, los jóvenes y no jóvenes trabajando sin descanso, esa empatía indescriptible que hace latir un corazón aun en momentos aciagos, entre los dramas y la muerte.