Los desastres naturales, como los terremotos y los huracanes, tan frecuentes en nuestro país, provocan que muchos mexicanos, millones, dejemos aflorar toda la empatía y solidaridad que acumulamos en nuestro ser. Afortunadamente, en momentos de tragedia como los que estamos viviendo en estos momentos siempre serán más los compatriotas dispuestos a ayudar a nuestros hermanos caídos en desgracia, aunque nunca faltará el prietito en el arroz con oportunistas (¿verdad, doña Rocío Nahle; verdad, don Miguel Ángel Yunes?) siempre listos y preparados a sacar ventaja de la situación llevándole migajas a la población damnificada a cambio de que estos les engorden sus insaciables ambiciones políticas.

A lo largo de estos últimos días hemos presenciado escenas verdaderamente conmovedoras de parte de la sociedad civil y sí, también, de algunos políticos que, más allá de siglas, colores y cargos, se han apersonado ya sea en Chiapas, Oaxaca, Tabasco e incluso en la Ciudad de México para decir esta boca es mía y arremangarse la camisa para ayudar en labores de rescate, de remoción de escombros, entrega de despensas y demás tareas que muchos consideran les son ajenas.

Sin embargo, junto a estas postales de solidaridad y humanismo, lamentablemente también hemos visto cómo muchísimos funcionarios únicamente se han dedicado a posar para la foto y a frivolizar la coyuntura, con todo y que la cifra de muertos ya rebasó la centena, lo que obviamente ha provocado la molestia tanto de la población damnificada como de la opinión pública en general, que con justa razón reprochan y reclaman la falta de sensibilidad de muchos de nuestros políticos. Y es que, en verdad, contrastan la actitud y el desempeño de los miembros de nuestras fuerzas armadas (de las secretarías de Marina y de la Defensa Nacional), de la primera dama Angélica Rivera, de los secretarios de Educación Pública y Turismo, Aurelio Nuño y Enrique de la Madrid, respectivamente; con las poses, por ejemplo, de Alejandro Murat (gobernador de Oaxaca), Manuel Velasco (gobernador de Chiapas) y su esposa Anahí Puente, sobre todo porque estos últimos pareciera que no logran dimensionar que miles de personas a su alrededor lo han perdido absolutamente todo y ellos solo han logrado responderles con regaños, indiferencia y selfies.

Afortunadamente (porque así ocurrió con las víctimas de los sismos de 1985 y porque así ha ocurrido siempre) en México jamás permitiremos que nuestros hermanos en desgracia se queden solos. Poco a poco vamos a encontrar los mecanismos adecuados para que Chiapas, Oaxaca y Tabasco estén nuevamente de pie, por eso se vuelve imperativo que nuestros políticos alcen la mano y verdaderamente apoyen a todos aquellos a los solo suelen ir a buscar cuando requieren de su voto. En Nuevo León apenas se dio a conocer que todos los funcionarios del gabinete de el Bronco (el gobernador Jaime Rodríguez) y los legisladores locales van a donar una quincena de sus sueldos (¿qué tal un mes completo?) para ayudar a los damnificados del terremoto, lo cual debe servir como ejemplo para todos nuestros políticos (ahí les hablan, señores senadores y diputados), a quienes se les olvidó desde hace mucho tiempo que ustedes son la representación del pueblo, que ustedes son empleados de los ciudadanos.

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