El “sobre lacrado”, “el tapado”, “la pasarela”, “la lista” son las diferentes formas que los presidentes priistas han adoptado para decir lo que Luis Spota llamó “las palabras mayores”, esto es, la decisión sobre el candidato —antes seguro— al cargo de titular del Ejecutivo federal.

Fui invitado por el presidente Luis Echeverría a una breve gira en el estado de Morelos; en el autobús presidencial, casi al llegar a la ciudad de Cuernavaca, el presidente Echeverría llamó al ingeniero Leandro Rovirosa con quien platicó unos minutos antes de que arribáramos al Hotel Posada Jacaranda; ahí el presidente se retiró a descansar y el secretario de Recursos Hidráulicos, don Leandro, convocó a una conferencia de prensa, un tanto improvisada, pues todos estábamos de pie, donde destapó como aspirantes a la candidatura para la Presidencia de la República a Hugo Cervantes del Rio, Carlos Gálvez Betancourt, Mario Moya Palencia, Porfirio Muñoz Ledo, Augusto Gómez Villanueva y José López Portillo. No había duda, entre estos estaría el futuro presidente de México.

En un acto similar, hace unos días, el poderoso senador Emilio Gamboa Patrón dio una pista, sin dar los nombres directamente, sino pidiéndole a los reporteros que ellos los dijeran y, finalmente, palomeó a José Antonio Meade, José Narro, Aurelio Nuño y Miguel Ángel Osorio Chong; el olfato de un político tan experimentado y de colmillo tan retorcido nos hace pensar que no se equivoca y que de alguna manera contó con la aprobación de “arriba”, con la única diferencia de que ahora no existe la certeza de que el candidato priista sea el triunfador de la elección presidencial de 2018.

Así, Leandro y Emilio se convirtieron en “destapadores” oficiales y seguramente la candidatura presidencial emanará de estos cuatro, a no ser que se trate de una maniobra maestra, donde se esté ocultando el nombre del futuro candidato, lo que es difícil en nuestros días, pues ese lejano septiembre de 1975 y este agosto de 2017 son totalmente distintos, ahora los comicios están polarizados, tanto por la casi imposible alianza PAN-PRD, como por la candidatura permanente y avasallante de Andrés Manuel López Obrador, cuyo único enemigo es él mismo.

El de más experiencia administrativa y con una hoja de servicio intachable es José Antonio Meade, sin embargo, nada es seguro, pues el PRI tendrá que realizar una serie de alianzas electorales para poder ser competitivo.

En cualquier forma, ya no falta mucho, pronto sabremos quién será el candidato priista y también el de los demás, excepto el que ya sabemos.

Entre tanto, aplastaron de forma ignominiosa al único político con cierta luz propia de Morena, que es Ricardo Monreal; lo destrozaron con una metodología opaca y secreta, que prueba otra forma de dedazo más insultante que la de los priistas. Si Monreal se decidiera a volver a independizarse de un partido que no lo postula, como lo hizo hace veinte años para ganar la gubernatura de Zacatecas, el porvenir de la candidatura presidencial se volvería más interesante y más controvertido.