Hace 32 años, un día común y corriente del mes de septiembre, para ser exactos el 19, unos minutos apenas después de las 7 de la mañana, en casa nos preparábamos para salir en camino hacia la escuela, yo tenia once años y cursaba la primaria. Lo que sucedió después ha quedado grabado para siempre en la memoria de millones de mexicanos.

Uno de los peores sismos se había hecho presente en nuestra cotidianeidad, cambiando para siempre el destino de muchos. Ahí se perdieron muchas vidas, patrimonios que habían llevado décadas de esfuerzo y sufrimiento familiar para lograrse. Escenas desgarradoras que en esos tiempos eran mas duras pues aun no contábamos con muchos avances tecnológicos ni herramientas que nos permitieran hacer frente con mayor eficacia a los daños generados.

No había una cultura de prevención y quizás esto estaba sustentado en que en las ultimas décadas no nos habíamos visto en similar tragedia. Recuerdo que los adultos hacían muchas referencias a un sismo sucedido en 1957 donde el Ángel de la Independencia había colapsado y caído.

FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCURO.COM

Quién iba a imaginar que justo el mismo día, tres décadas después, estaríamos enfrentando nuevamente una tragedia de escalas tan graves como las que ha dejado el sismo que tanto daño a hecho en nuestro país, principalmente en la Ciudad de Mexico. En esos momentos me encontraba en Hong Kong, China. Era la madrugada en esa parte del mundo, de pronto cientos de mensajes empezaron a llegar preguntando por familiares y conocidos, muchas de esas comunicaciones venían de otras partes del mundo, pues dirijo un organismo internacional de parlamentarios, que por los medios de comunicación se enteraban de la tragedia y se solidarizaban con nuestro pueblo. Aún no sabíamos la magnitud de la tragedia pero a lo distancia siempre se vive con más angustia.

En 1985 yo era solo un niño y no nos permitieron hacer mucho, ahora este nuevo acontecimiento lo viví fuera de mi país y lejos de mi familia, que por fortuna está bien. Pero no es el caso de muchas familias que perdieron seres queridos y su patrimonio. Mis oraciones por ellos, esperando que encuentren consuelo y la ayuda necesaria para salir adelante.

La naturaleza se manifiesta y genera una realidad tan cruda que sorprende a todos. Las alertas sísmicas sonaron. La confusión reinaba; ¿más simulacros?, se preguntaban algunos. Y no, no se trató de simulacros, fue realidad que imperaba y que nuevamente nos demostró que los fenómenos naturales aún no pueden ser dominados y controlados totalmente por el hombre.

Este sismo deja nuevas lecciones. Aún se nota que no estamos de fondo preparados para prevención de desastres. Que aún hay seres que usan la tragedia para la rapiña y para dañar más a otros. Y que el gobierno nunca está preparado para dar soluciones de fondo.

Pero por fortuna la más grande enseñanza que nos deja el sismo es la gran solidaridad de nuestro pueblo en el 85 y ahora. Estoy seguro de que con ella vamos a salir adelante.

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