La canciller Angela Merkel logró una victoria apretada; la cuarta al hilo. Con su coalición formada por la Unión de Cristianodemócratas y Socialcristianos bávaros (CDU/CSU) y el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) se colocó a la cabeza con 33.1% de los votos, seguido por los socialdemócratas de Martin Schulz (SPD) con 20.8%. Pero la nota más importante es el avance de los ultranacionalistas agrupados en el partido Alternativa para Alemania (AfD), que se consolidaron como tercera fuerza con 12.7%; los xenófobos ya están en el parlamento alemán, algo que no sucedía desde finales de la Segunda Guerra Mundial.
En un discurso triunfalista, Alexander Gauland, líder del AfD señaló: «Vamos a acosar al Gobierno. Vamos a por Angela Merkel» ante el éxito de su partido con un resultado que supera incluso las predicciones de las encuestas previas a los comicios. «Pensamos cambiar este país y defender lo que piensa la gente de la calle, pero nadie escucha en el Bundestag».
Casi como si fuera el eco de Donald Trump, Gauland dijo que una de las primeras cosas que su partido hará en el Bundestag será crear una comisión parlamentaria que investigue si Merkel actuó ilegalmente con su política de refugiados.
Si bien la coalición de Merkel ganó, su victoria anuncia más una serie de problemas de cara a las elecciones federales del octubre, donde se decidirá su permanencia en el poder. En estos comicios, Merkel perdió ocho puntos con respecto a los anteriores del 2013; este fue registrado como el segundo peor resultado en la historia de Alemania Federal con un escaso 33% de sufragios.
Sólo para que lo sepan: El partido Alternativa para Alemania (AfD), que prácticamente es la tercera fuerza del Bundestag con casi el 13% del voto, promueve el miedo a los refugiados. Por tal motivo, inflama las voluntades populares con una oratoria antimigratoria e islamofóbica que ha tenido mucha aceptación en länders como Sajonia, donde tuvo 18% de votos y en Brandenburgo, Mecklemburgo-Pomerania y Turingia con 17%.
La población del este de Alemania ha sido reacia a la política de refugiados del gobierno federal y, en estas regiones, el discurso xenófobo destaca la pérdida de identidad como una amenaza latente del pueblo alemán. Según el analista Franco Delle, los germanos de estas zonas perciben que los refugiados musulmanes crearán un choque cultural. Ante ello, los votantes que se unieron a la puerta abierta de Alternativa para Alemania, si bien pueden estar a favor de ayudar al refugiado, rechazan que se instalen centros de acogida cerca de su casa o que su hijo comparta clase con los hijos de los recién llegados.