“Nadie puede escribir impunemente. Toda creación tiene un precio porque altera el orden de lo real”, dice el personaje narrador de la novela Planetario, de Mauricio Molina… y ese podría ser el leit motiv de esta narración donde el robo y alteración de unos documentos son clave para la sucesión de hechos oníricos, sangrientos y altamente eróticos.

Aunque más reconocido por sus cuentos casi perfectos –él reconoce sentirse más cómodo con el género cuentístico- Mauricio Molina (Ciudad de México, 1959) nos trae una novela que se complementa a la perfección con su desconcertante mundo narrativo, Planetario (Almadía, México, 2007) cuyo protagonista es una suerte de asesino en serie que mata una mujer por cada planeta del sistema solar, aunque no al azar. Cada una de sus fascinantes víctimas propiciatorias, guardan características complementarias con el planeta al que representan.

Pero Planetario es, al mismo tiempo, según nos cuenta su autor, una reflexión simbólica sobre el amor:

“Como dice Wilde: matamos lo que amamos. Eso, y un elemento psicoanalítico, que es el que exploró Igor Caruso en La separación de los amantes, donde señala que cuando nos separamos de alguien, es como si esa persona muriera y viceversa, me inspiró la parte violenta de los asesinatos”.

Simbólica también es la presencia de niñas sexuadas, aunque solo una de ellas, Tatiana, que representa a Mercurio, forma parte de este sistema solar que gira en torno al asesino ritual, rodeado a su vez de mitos entre los que no pueden faltar las ninfas.

“Desde mi primera novela, Tiempo lunar (Premio Nacional de Novela José Rubén Romero 1991) traté de fusionar géneros –señala ante la observación de que Planetario pareciera ser una novela multigenérica: novela negra, erótica, fantástica, mística… aunque siempre he tenido una particular predilección por la literatura fantástica, y en cada una de mis obras hay varios elementos que se encaminan hacia allá.

“En el caso de Planetario –prosigue el también autor de La puerta final– el esoterismo es un pretexto, un viaje místico de este personaje sin nombre (aunque a la mitad toma el nombre de otro, llamado Andreas) que habita un relato fantástico porque desde el primer momento en que utilizo la primera persona, dejo que el lector caiga en un arco de duda en que se pregunta si lo que lee realmente está ocurriendo o es un sueño. Pienso, como Borges, que la narración es una especie de sueño dirigido, aunque en el caso de esta novela podríamos decir que es “una pesadilla dirigida”.

¿Qué representan estos planetas que, todo parece indicar, no están solos dentro de nuestro sistema solar (en la novela se alude a recientes descubrimientos que, dentro de esta ficción no son ignorados)?

“Quería implicar esta simbología de los planetas que me ha llevado varias lecturas desde otro de mis libros, Telaraña, cuando me empecé a interesar en el asunto esotérico;  el viaje de Asclepio, el sueño de Paracelso… y siempre fui un lector frecuente de los simbolistas, por no mencionar la astrología y el Tarot. Cuando algo llama despierta mi interés tengo que hacer algo pronto a riesgo de que empiecen a volverse obsesiones, coágulos en mi alma que necesito exorcizar. Son en cierta forma demonios. Creo que lo conseguí con Telaraña,  libro seminal para esta novela, con la que cierro este ciclo. Hay una parte de la literatura que te sana de las obsesiones y los deseos y en algunos casos, logra una catarsis”.

Señala Molina que esta novela cuenta con una estructura musical, que es algo así como un poema sinfónico con tintes un poco oscuros y momentos de mucha lucidez e iluminación.

“La trabajé mucho, me cuesta más trabajo la escritura de la novela porque soy un corredor de distancias cortas. EL cuento es un género que va mucho más conmigo, y en realidad, más que una novela, Planetario son como nueve cuentos cuyo personaje cambia de un planeta a otro. Hasta el momento de llegar a Marte parece una novela realista, pero en el instante en que intervienen los asteroides, representados por los barrios chinos que encuentras en cada país del mundo, empieza a adquirir un carácter mucho más esotérico, onírico.

Planetario cuenta además con un elemento metaficcional, acentuado justo en el final:

“Hay toda una serie de referencias a Italo Calvino. Me reconozco infuenciado por El destino de los castillos cruzados, novela basada en el tarot. Planetario tiene un aura irónica continua, al personaje le suceden cosas terribles que si se lee con sentido del humor, no se siente tanto, aunque la verdad es que me encanta hacer sufrir a mis personajes. Como dice Lezama Lima, mis criaturas surgen de un largo rechazo.

Actualmente Mauricio Molina escribe una novela realista sobre el olvido, concretamente relacionada con el alzheimer, que también es una reflexión sobre la vejez.