Los pronósticos sí se cumplieron: Angela Dorothea Merkel (née Angela Dorothea Kasner, Hamburgo, Alemania Occidental, 17 de julio de 1954), podrá cumplir 16 años en el poder —en su cuarto mandato—, al ganar las elecciones generales el domingo 24 de septiembre, aunque la ultraderecha (xenófoba y eurófoba) de Alternativa para Alemania (AfD), pudo colarse al Bundestag (cámara baja), con el 13% de la votación convirtiéndola  en la tercera fuerza política del país.

Con esto se cumple la advertencia del titular de Relaciones Exteriores, el  socialdemócrata Sigmar Gabriel: “Por primera vez desde 1945, nazis reales podrán ocupar la tribuna del Reichstag (sede del parlamento)”. La próxima legislatura germana contará con alrededor de 90 diputados nazis. Lo que cambiará la agenda parlamentaria de los próximos años. Sin embargo, de acuerdo a la prensa internacional la “ahijada” del difunto líder Helmut Khol, podrá continuar como “la líder del mundo libre”. Crónica anunciada.

El triunfo del nazismo del siglo XXI —la AfD—, fue la nota negra del día en una jornada electoral lluviosa. Por su parte, el Partido Socialdemócrata (SPD), apenas recabó el 21% del escrutinio, lejos del 41.5% que tuvo en los comicios de 2013. Para el candidato socialdemócrata, Martin Schulz, el expresidente del Parlamento Europeo, el resultado es especialmente negativo. Inmediatamente reconoció su derrota, agradeció a las bases su apoyo, calificó de “muy amarga” la jornada vivida y declaró por muerta la “gran coalición” que mantuvo con Angela Merkel.

Pese a su derrota, Schulz continuará al frente del SPD y prometió reconducir el partido hacia los principios de “tolerancia y respeto” que le han caracterizado. Además, desde la oposición levantar la barricada parlamentaria contra la AfD. “Vamos a tener un partido de extrema derecha en el Bundestag y por el bien de la democracia, de este país y de su imagen en el exterior, no podemos permitir que el partido líder de la oposición sea la racistas AfD. Seremos nosotros”.

Hasta ahora, en la legislatura saliente, cuatro partidos —cinco, contando a la CSU, el ala bávara del partido de Merkel, que concurre a los comicios en bloque con la cristianodemócrata CDU—, tenían escaños en el Parlamento. Ahora serán seis: CDU/CSU (Democristianos y Socialcristianos bávaros), SPD (Socialdemócratas), AfD (Alternativa para Alemania), FDP (Liberales), La Izquierda (Der Linke), y los Verdes.

Esta composición complicará la formación de gobierno, sin duda. Así, la única opción viable sería la llamada coalición Jamaica, por los colores de la isla caribeña: CDU, FDP (Liberales) y Verdes. Algo así como el agua y el aceite.

Angela Merkel la tiene difícil. Complejas alianzas que no tienen fecha precisa: semanas o meses. Trabajo que debe culminar con la formación de una coalición que gobierne la primera economía de Europa, ya una de las principales del mundo.

Todos los alemanes son conscientes de que después de estas elecciones tanto en Alemania como en el resto de Europa tienen que suceder muchas cosas. El síndrome de fin de una era se manifiesta por doquier. Aunque los próximos cuatro años fueran bonancibles, nadie aventura un quinto periodo. Para Angela Merkel éste será el último. Para la clase política alemana y para la Unión Europea se percibe en el discurso de todos el eco de la necesidad de cambios urgentes. De tal suerte, a Alemania le ha ido muy bien en la economía estos años. Ha batido récords de empleo y de bonanza financiera, pero muchos sectores denuncian que el gobierno Merkel empieza a anquilosarse porque se requieren reformas que ella quizás no pueda llevar a cabo.

La señora Merkel está consciente de que los tiempos cambian. No puede ignorar que casi un 14% de los electores prefirieron ignorar la buena marcha de la economía y votaron en contra de la presencia de 1,3 millones de refugiados (quizás una de las medidas más discutidas que haya tomado en sus doce años de gobierno) y de los valores que representa la Unión Europea. Así, toca ahora a los demócratas germanos asegurarse de que la Alternativa xenófoba y eurófoba que representa la AfD no cambie la política ni los valores de su país. Al conocer los resultados, Angela Merkel dijo: “Esperábamos un resultado mejor”. El partido de la canciller rozó mínimos históricos y perdió alrededor de 2.5 millones de votos. Pero, ganó y eso es lo que cuenta.

Los hechos son que los alemanes renovaron su confianza en una política sobria y pragmática. Una cabeza de mando sin el molesto ego que muchas veces significa inseguridad e inestabilidad. A diferencia de unos cuantos dirigentes cuyos nombres todo mundo recuerda porque sus desplantes ponen en peligro la paz mundial, los ciudadanos alemanes consideraron que su mandataria no se dejará llevar por la arrogancia ni se emborrachará con el poder que sabe finito. Sus críticos desprecian la que consideran una premeditada imagen de mujer común, vestida con un repetido traje que solo cambia de color y de vez en cuando, cuando asiste a selectos conciertos de música clásica, sorprende con elegante traje largo.

Desde niña, Angela Dorothea Kasner sabe superar las contingencias. Su vida no ha sido común. Su padre, Horst Kasner (1920-2011), Pastor luterano recibió la iglesia de Quitzow (República Democrática Alemana), lo que obligó a que su familia hiciera el viaje a través del Muro en dirección contraria, mientras todo alemán que podía escapaba al Oeste. La madre, Herlind Jentzsch (1928-…), era profesora de latín e inglés, lo que facilitó el estudio de idiomas a la futura canciller, que además de su idioma original, habla inglés y ruso perfectamente. La austeridad, el esfuerzo sereno y la discreción que suponía vivir bajo vigilancia en un régimen tan duro como el comunista de la RDA, “fueron valores que se cultivaban en casa, tan básicos como la Kartoffelsalat (ensalada de papas) que ella sigue cocinando los viernes”.

Aparte de los idiomas extranjeros Angela Dorothea estudió Física en la Universidad de Leipzig (1972-1978), sobre todo “porque el gobierno de la RDA no podía inmiscuirse en la leyes de la naturaleza”. Sin duda su instinto para la lógica y el apego a los hechos  le han permitido sobrevivir en el turbulento mundo de la política. Su tesis sobre química cuántica se titula: “Influencia de la correlación espacial de la velocidad de reacción bimolecular de reacciones elementales en los medios densos”, que obtuvo calificación de “sobresaliente”. Por si alguien se interesa, la tesis se puede consultar libremente.

Antes de terminar sus estudios universitarios vivió su primer matrimonio de cuatro años con Ulrich Merkel, también físico, del que solamente se llevó una gran decepción, el apellido y una lavadora que ella misma cargó en la cajuela de su coche. Episodio que cuenta en su libro de memorias “Mi camino“. Años más tarde, en 1998, se casó con Joachim Sauer, especialista en química cuántica, con el que vive hasta el momento. “Achim”, como ella le llama, se mantiene al margen y en silencio, aunque Merkel reconoce que es “muy observador” y “un buen asesor indirecto”. Angela no ha tenido hijos, ni en su primer ni en el segundo matrimonio.

El ingreso de Angela Merkel en la política es de sobra conocido. El padrinazgo de Helmut Kohl y la caída de este ya es historia. La CDU cayó en profunda crisis y carecía de un líder sólido, o al menos así lo pensaban los dirigentes del partido. No esperaban ganar las elecciones de 2005 contra el depredador político que era Gerhard Schröeder. Por eso lanzaron a Angela Merkel como candidata. El éxito de esta elección todo mundo la conoce.

Cuando Merkel llegó a la cancillería, el paro en Alemania rozaba el 15%, su nivel más alto desde la Segunda Guerra Mundial. El PIB estaba estancado y Alemania llevaba tres años sin cumplir el Pacto de Estabilidad, con un déficit por encima del 3% y con un endeudamiento que escandalizaba a los contribuyentes.  Hoy el Fondo Monetario Internacional (FMI) le reprime por su excesivo superávit. Lo primero que hizo Merkel al llegar al poder fue poner la economía a funcionar y las cuentas en orden. Y exigir esa misma disciplina fiscal al resto de los socios europeos. El resto de su política económica está orientada a 2030, marcada por la crisis demográfica que supone que uno de cada cinco alemanes es ya hoy mayor de 65 años, y por la transición digital.

Cuando Angela Merkel termine en la cancillería, previsiblemente en 2021, Alemania y el mundo serán muy diferentes. Muchas crisis tendrán que sortear la canciller. Sin embargo, para ella serán coyunturales. VALE.