Cuando Carlos Monsiváis dirigía el suplemento La Cultura en México, invitó a varios jóvenes escritores para que revisaran la obra de algunas figuras de la cultura mexicana. Adolfo Castañón se centró en Alfonso Reyes. Tal es el origen de una preocupación que desembocaría en gran cantidad de artículos, ensayos y libros sobre ese inabarcable continente. Cito cuatro ejemplos: Alfonso Reyes, caballero de la voz errante, Alfonso Reyes lee El Quijote, la edición de las Cartas mexicanas y la del segundo volumen del Diario. Pero el proyecto más ambicioso de Castañón fue reunir, si no todos, por lo menos los más significativos textos donde el regiomontano se ocupó de México. ¿Cómo olvidar la polémica de 1932, en la que Héctor Pérez Martínez le reprochó a Reyes no ocuparse de esta nación? ¿Cómo olvidar la genial respuesta de Reyes en A vuelta de correo? Siempre cito la contundente frase con que el poeta de Monterrey cierra cualquier polémica entre nacionalismos y universalismos: para ser nacionales hay que ser primero universales, pues nunca las partes se entendieron sin el todo. Agrego que ya en 1932, el reproche era injustificado. El mismo don Alfonso planeaba desde hacía tiempo juntar sus textos en torno a México bajo el título En busca del alma nacional. Él nunca aceptó la historia como superposición de azares y la interpretó como voz profunda que, dolorosa, subyace invisible y canta todavía: dicho canto es el que pretende descubrir como alma nacional, por encima de los rencores que produce el abuso de la memoria. Con los años, el autor de Visión de Anáhuac (obra considerada por Valery Larbaud como “un verdadero poema nacional mexicano”) continuará reflexionando sobre historia, geografía, arte y literaturas de este país. Pese a sentirse exiliado en su tierra, jamás dejará de penetrar en ella.

Al fin, después de más de veinte años de trabajo y de lectura tras lectura de la casi inabarcable obra de Reyes, Castañón publica, en dos inmensos volúmenes, la Visión de México, que en conjunto constituye una enciclopedia mexicana: ensayo, poesía, prosa narrativa, drama, memorias… El valor de esta compilación no radica en la nada arbitraria, sino más bien meditada selección y división de los textos, sino sobre todo en la gran cantidad de anotaciones que observan, comentan, analizan, relacionan y hacen conversar un texto con otro quizá no compilado, pero muy afín. Resulta innecesario ahondar en que tales comentarios no sólo son del editor y editores de Reyes, sino también del mismo autor de Ifigenia cruel, lo que convierte a la obra en un intenso y fructífero diálogo. Afirma Adolfo Castañón: “Ese juego de comentarios tanto de don Alfonso sobre sus propios textos como del editor acerca de los textos de Alfonso Reyes quisiera ser una de las contribuciones singulares de esta edición”.

El tomo I consta de dos partes: “Reyes por sí mismo (memorias y diarios)” y “Palabra creadora”; el tomo II, de “Ciclos de México” e “Ideas e instrumentos de la memoria”. Se trata de 235 textos y más de tres mil notas. En esta obra monumental, necesaria desde hace tiempo, colaboró mucha gente con Adolfo, y de forma directa lo hicimos ocho personas, entre quienes recuerdo con afecto a la inigualable (ya fallecida) Lourdes Borbolla, quien apoyó al poeta y ensayista en diversos proyectos. Para mí fue un honor haber colaborado con Adolfo en las Cartas mexicanas de Reyes, en el Diario II y ahora en Visión de México. El aprendizaje nunca concluye y mucho más podría escribirse sobre esta obra-manantial encaminada a formar y no a informar, pero el espacio no lo permite. Para finalizar esta modesta nota, destaco la hermosura de la edición de la Academia Mexicana de la Lengua, en cuyo financiamiento participó Grupo Pegaso y Grupo Espinosa, y que contó con el apoyo de la SEP y del Conacyt.

Alfonso Reyes, Visión de México (dos tomos). Edición, estudio y notas de Adolfo Castañón. Colaboradores: Alma Delia Hernández, Lourdes Borbolla, Gilda Lugo Abreu, Juan Antonio Rosado, Martha Bremauntz, Ana Cristina Villa Gawrys, Susana Monreal Romero y Verónica Báez. Academia Mexicana de la Lengua, México, 2016; tomo 1: 821 pp. / tomo 2: 1217 pp.