Fotos Héctor García:

Tlatelolco: Naufragio y luto de México

 

Por José Pagés Llergo

El proceso de lo que en un principio se consideró conflicto estudiantil culminó, la noche del miércoles 2 de octubre en el más impresionante, absurdo y sangriento naufragio de los esfuerzos del pueblo mexicano por normar la vida de nuestra nación por los principios de la democracia, de la civilizada convivencia y del respeto a las disposiciones de las leyes que supo darse a sí mismo ese pueblo ese pueblo en la prolongada lucha de la integración nacional.

Es imposible concretar, en estas páginas que aspiran al juicio sereno y al análisis de los problemas que se suscitan en nuestra pública, los detalles macabros, increíbles de esa noche de horror de Tlatelolco. Una cifra no precisa de muertos que muy probablemente rebasa al centenar, miles de prisioneros y un agravio hondo, doloroso, que todos los mexicanos sufrimos ante la patética demostración del absurdo y desconcertante naufragio de los ideales de más noble mexicanidad, es el saldo que la historia recogerá y que a todos no sólo nos enluta, sino que debe avergonzarnos.

>Número 799 de la Revista Siempre – 16 de octubre de 1968.

Archivo Siempre!

La cruenta cólera, tuvo su festín

Por Alberto Domingo

Con precisión matemática y sobre táctica previamente trazada, el ejército actuó la tarde del 2 de octubre último para disolver el mitin estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas. A una señal de luces de bengala, los camiones que acordonaban la zona comenzaron a descargar soldados en la avenida Manuel González; un segundo más tarde, los infantes entraron a la plaza abriendo fuego graneado sobre los presentes: los tanques ligeros completaron la operación apoyándola con el disparo de ametralladoras de alto calibre.

El subreino de la ilegalidad

Por Juan García Ponce

“La razón no es compatible con la macana ni con la bayoneta”, decía uno de los carteles que llevaban los estudiantes en las distintas manifestaciones de protesta contra los actos delictuosos del gobierno. Ahora el gobierno se ha encargado de demostrar que la razón en México tampoco es compatible con el acto de gobernar. Ilegal, salvaje, cobarde, la ocupación de la Ciudad Universitaria y la detención de un número indeterminado pero escandalosamente alto de ciudadanos –estudiantes, padres de familia, intelectuales, etc.- con una suspensión total de las garantías individuales es tan incalificable, desenmascara hasta tal extremo la condición de la autoridad que no necesita comentarios.

La imagen de la Ciudad Universitaria sometida a una “operación militar de ocupación con equipo mecanizado”, de los estudiantes avanzando en fila con las manos en alto entre las bayonetas, acostados boca abajo sobre el piso rodeados por nuestros “heroicos juanes”, transportados en camiones junto con padres de familia, maestros e intelectuales, en una palabra de nuestra casa de estudios, la más antigua universidad de América , sometida a la violencia, convertida en “campo de operaciones”.

Testimonio de estudiante. Tlatelolco, 2 de octubre

“Al ver aparecer a los policías vestidos de civiles que disparaban sus armas seguidamente y a boca del jarro a los muchachos que tenían a tres, cuatro o cinco metros de distancia, tomé de la mano a mi esposa y corrimos en dirección sur, hacia un estacionamiento abierto situado a un costado del edificio de la Secretaría de Relaciones, que abarca también la parte posterior del templo de Tlatelolco. El taqueo de fusiles y ametralladoras era continuo, cerrado, escalofriante; el pánico, la histeria, los gritos, los chillidos casi animales, indescriptibles.

Tal como a unos animales, como a unas ratas, fuimos cercados y atacados con la más criminal alevosía”.

Fragmento extraído del Suplemento “La Cultura en México”, de la Revista Siempre.