La moral se esgrime cuando se está en la oposición; la política cuando se está en el poder.
José Luis López Aranguren
A la hora de pergeñar estas líneas no solo no ha decidido el Senado si objeta la decisión del titular encargado de la PGR Alberto Elías Beltrán de cesar a Santiago Nieto Castillo de su puesto en la Fiscalía para Delitos Electorales, la Fepade, sino que el asunto ya se volvió un galimatías jurídico y legal.
Para empezar, se aduce que de acuerdo con la ley, Alberto Díaz Beltrán no cumple bien a bien con los requisitos para ocupar la PGR, ni como encargado del despacho. Si eso fuera cierto, el cese no había sido legal.
Eso habrá que dilucidarlo, aunque en el clima de encono y escándalo actual no se augura un resultado aceptable.
Mientras eso se resuelve, la confrontación en el Senado adquiere ya proporciones de ruptura que puede trastocar hasta la rutina del proceso legislativo para los presupuestos.
Si, como dicen, el cese de Santiago Nieto no es jurídicamente válido, el queretano podrá regresar a su puesto.
Y eso, para quien esto escribe, hace válida una duda, una duda sobre las razones de la ferocidad de las reacciones de la oposición y sus aliados para defender a Nieto Castillo.
Uno se pregunta si la férrea defensa no podrÌa ser porque Nieto Castillo era, o es, un titular a modo en la Fepade.
La duda surgió porque, al calor de la polémica y las tormentosas y pomposas declaraciones de panistas, perredistas y morenistas, se perdió un dato que solo leímos en unos pocos espacios.
A ese dato parece que la mayoría de los medios, impresos y electrónicos, parecieron no darle la menor importancia, cuando en un affaire tan serio como el cese del titular de la Fepade el dato era significativo y posiblemente revelador.
Se trata de la información de que ni el señor Santiago Nieto Castillo ni quienes patrocinaron su candidatura para titular de la Fepade en 2015 consideraron necesario hacer público.
Resulta que poco antes de inscribirse para participar en el proceso de elegir al nuevo fiscal de la Fepade, el señor Santiago Nieto Castillo trabajaba como asesor de la bancada del PRD en el Senado, la cual encabezaba entonces el ahora morenista Miguel Barbosa.
Quizá su elección, como tantas designaciones del Senado o de la Cámara de Diputados fue el resultado de una negociación política, de un quid pro quo. Nada nuevo en cualquier congreso o parlamento del mundo que algunos nombramientos que convienen a la oposición se acepten para que esta respalde otros que le interesan a la mayoría de la respectiva Cámara.
Y uno se pregunta si, como al inicio de estas líneas, acaso confiaba la oposición en que en la Fepade tenían a un amigo, un “carnal” que les ayudaría a desacreditar a los adversarios, cuando así conviniera.
Si, como dicen, en el nuevo sistema los fiscales deben ser autónomos e independientes, al pasar por alto el antecedente de trabajar para una bancada partidista, en el mejor de los casos, pondría en duda su independencia.
No sabemos cuándo se desenrede este lío, este conflicto jurídico, legal y político, solo aceptémoslo como una realidad de la política, pues en la política, la actividad más humana, es normal que prevalezcan la sinrazón y la mala fe, aunque algunos esgriman las causas de la moral y la ética.
jfonseca@cafepolitico.com