Algo muy grave sucede en la Casa Blanca. Como nunca, el personaje central de tan legendario sitio está en la diana de la atención mundial, pero no por su indudable importancia, sino porque todos los días, desde que Donald John Trump recibió las llaves —el 20 de enero pasado—, de tan relevante domicilio, nadie sabe qué otra pendejada cometerá (perdón, pero no hay otra forma de calificar los excesos de este mandatario). Nunca antes el Tío Sam había estado tan mal representado. Al grado que el martes 10 dio a entender que él es más “inteligente” que su secretario de Estado, Rex Tillerson, para lo que sugirió “comparar pruebas de coeficiente intelectual” para demostrarlo. Esto no es una “noticia falsa” (“Fake News”), como acostumbra decir, sino parte de una entrevista que concedió a la revista Forbes.
En el mencionado magazine Trump le dijo a su entrevistador: “Creo que es una noticia falsa. Pero si lo hizo (refiriéndose a Rex Tillerson, llamarlo “fucking moron”: “maldito idiota”, después de una junta de trabajo en el Pentágono, en el mes de julio), creo que tendremos que comparar las pruebas de coeficiente intelectual y puedo decirte quién va a ganar”. Creo que nosotros también lo diríamos. Sin duda.
A nueve meses de haber iniciado su mandato, cuántas mentiras ha dicho el racista presidente —ahora no hay la menor duda de que Trump es un mendaz WASP (White Anglo Saxon Protestant: Blanco anglosajón protestante), racista— en público, muy pocos lo saben. Además, es evidente que su estado de salud mental no es el más recomendable para el poderoso presidente estadounidense. Su manía por los tuits es enfermiza. Su incultura se hace evidente al no pergeñar ideas más que en pocas palabras, y repetirlas hasta la saciedad. De su comportamiento descortés ante los puertorriqueños lastimados por un huracán, ni hablar. Un mandatario de EUA no puede comportarse así con nadie, mucho menos con parte de sus gobernados. Puerto Rico es un Estado Libre Asociado con la Unión Americano. Del antimexicanismo que presume desde el tiempo de la campaña electoral nada hay que agregar, él solo lo amplía. El muro entre su país y México es su obsesión, así como tratar de obligar a que los mexicanos paguemos por su racista propósito. En tan solo nueve meses la lista de desaciertos de Trump, por llamarlos decentemente, ya es demasiado larga. Con los que ya ha cometido es suficiente, tiene que terminar mal, muy mal. No va a cambiar. Es un mandatario demasiado enfermo.
De tal suerte, el jueves 12 de octubre, EUA cumplió la amenaza de retirarse como miembro de pleno derecho de la Unesco (la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de la ONU), argumentando un supuesto sesgo anti-israelí de la misma. La portavoz de Trump, la ex reportera de Fox News, Heather Nauert (defensora de la hija del presidente por sus modelos de vestidos), señaló: “esta decisión no se tomó a la ligera y refleja las preocupaciones de EUA con los crecientes atrasos en las cuotas en la UNESCO, la necesidad de una reforma fundamental en la organización y la continuada tendencia anti-israelí”. El anuncio de la portavoz es la culminación de lo que ha hecho la embajadora estadounidense en la ONU, Nikki Haley, que aunque parezca imposible, a veces es mas papista que Trump: “la UNESCO mantiene un continuo sesgo anti-israelí”.
En este sentido, poco después del aviso estadounidense, el gobierno de Israel advirtió que seguiría la pauta marcada por Washington y abandonaría la misma agencia especializada de la ONU domiciliada en París, Francia. Peor aún, el primer ministro israelí, el derechista Benjamin Netanyahu calificó la decisión de la Casa Blanca como “valiente y moral”. Afirmó: “Es una decisión moral porque la Unesco se convirtió en un teatro absurdo y porque en lugar de preservar la historia la está distorsionando”. El respaldo del premier judío al magnate gringo no fue bien recibido por varios sectores del pueblo judío, contrarios a la deriva derechista del gobierno de Netanyahu. De hecho, desde el comienzo del actual gobierno de Israel, ha sido blanco de críticas por su posición derechista, que ha impedido un acuerdo con Palestina para firmar un acuerdo de paz entre las partes. Así, la decisión de Trump y Netanyahu no benefician en nada la pacificación en Oriente Medio.
El portazo de Trump a la UNESCO causó reacciones en todo el mundo. Antonio Guterres, el nuevo secretario general de la ONU, fue uno de los primeros en lamentar “profundamente” el gesto del Tío Sam, porque se aparta “del gran papel” que ha tenido EUA desde la fundación de la UNESCO, que por cierto en estos días eligió a su nueva directora.
Asimismo, la diplomática búlgara Irina Bokova, directora general de la agencia, a punto de terminar su segundo y último periodo al frente de la institución, se manifestó en el mismo sentido y dijo que teme que la decisión de Washington afecte al “universalismo fundamental” para la labor de la organización en estos tiempos de “extremismo, violencia y terrorismo”. En un extenso documento, Bokova explicó: “En momentos en que la lucha contra el extremismo violento requiere de renovadas inversiones en educación, en el diálogo entre las culturas para prevenir el odio, es profundamente lamentable que Estados Unidos se retire de la agencia de Naciones Unidas que lidera en estas cuestiones”. Bokova también rechazó las acusaciones de “sesgo antiisraelí” al insistir en que la Unesco promueve la inclusión del Holocausto (Shoah en hebreo) en los textos escolares y adiestra a maestros de todo el mundo para combatir la ideología antijudía. En fin, recordó que la educación juega un papel fundamental en el contexto de la lucha contra el extremismo islámico que encabezan EUA e Israel.
No es esta la primera vez que un presidente republicano se retira de la UNESCO. Sucedió en 1984, con Ronald Reagan que acusó a la agencia de “politizar virtualmente todas y cada una de las materias bajo su jurisdicción, mostrar hostilidad hacia las instituciones básicas de una sociedad libre, especialmente el libre mercado y la libertad de prensa, y mostrar una expansión presupuestaria sin límites”. El ex actor acusó a la organización de seguir una política favorable a los intereses de la Unión Soviética.
Aquella salida —que fue secundada por la Gran Bretaña de Margaret Thatcher un año más tarde—, tuvo un considerable componente personal de enfrentamiento entre Washington y el entonces director senegalés Amadaou Mahtar Mbow. Los británicos regresaron en 1997 y los estadounidenses en 2002, con Tony Blair y George W. Bush, como primer ministro inglés y presidente norteamericano, respectivamente. Entonces, Bush consideró que ya se había atenuado su sesgo contra Occidente e Israel.
El actual litigio se inició cuando la Unesco admitió a Palestina como Estado miembro en 2011. Al año siguiente, obtuvo el estatus de Estado observador de la Asamblea General de la ONU. En aquel momento, el Presidente Barack Obama empezó a recortar la financiación de EUA a la agencia como respuesta a la admisión de Palestina como parte del organismo mundial. Dicha financiación se calcula en unos 80 millones de dólares anuales, más o menos el 22% del presupuesto de la Unesco. Las trasferencias de fondos al órgano son sede en París se congelaron desde entonces y Washington arrastra una deuda que ronda los 500 millones de dólares.
La decisión de Trump para abandonar la UNESCO —que tendría lugar hasta el 31 de diciembre de 2018– es un paso adicional en la peligrosa “diplomacia” que desarrolla el mandatario para retirar al último “imperio democrático” del mundo de organismos y acuerdos de carácter multilateral. La decisión del magnate parece responder más a una falta de comprensión absoluta de la necesidad de estar presente en todos los escenarios mundiales donde se adoptan importes decisiones de todo tipo. Como en el caso de Irán y el acuerdo nuclear con EUA y otras potencias. O el tratado de París sobre el cuidado del medio ambiente. La revisión del TLCAN, Canadá y México. La peligrosa deriva aislacionista del presidente Trump puede resultarle cara.
Mientras EUA e Israel se retiran de la UNESCO, el próximo 16 de noviembre la francesa Audrey Azoulay, de 45 años de edad, ex ministra de Cultura en el gobierno de François Mitterrand, será la segunda mujer en la historia que tomará posesión como directora general del organismo cultural, en lugar de Irina Bokova, que concluye su segundo mandato el 15 de noviembre. La elección de Azoulay fue reñida, y venció al candidato de Qatar, Hamad bien Abdulaziz Al-Kawari, solo por dos votos: 30 frente a 28. VALE.