Ahora ya resulta un término común, lamentablemente, por las experiencias tan desagradables que se han vivido en las últimas semanas, pero no hace mucho tiempo el trastorno de estrés postraumático (TEPT) prácticamente lo desconocían incluso los expertos, quienes les daban otros nombres y los atribuían a diferentes cuestiones, la mayoría relacionadas con quienes lo sufrían y no con estímulos externos.

Desde el siglo XIX algunos psiquiatras y neurólogos identificaron los síntomas y signos del TEPT, pero le dieron diversos significados, algunos lo llamaron neurosis histérica, lo cual refería a alguna afectación residente en el organismo de quien la sufría o conversión, que también asentaba su causa en la mente o cerebro del paciente. Ahora se conoce que tiene su origen en situaciones externas muy impactantes

 

Un trastorno de reciente identificación

Algunos investigadores refieren que fue Sigmund Freud el primero en definir esos signos y síntomas de una manera más cercana a la realidad, llamó trauma psíquico las manifestaciones de temor, inseguridad y desconfianza que experimentaban los excombatientes de la Primera Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, a la sintomatología de los sobrevivientes del conflicto bélico se le agrupó y definió como neurosis traumática.

Finalmente, en 1980 se reconoció al trastorno de estrés postraumático como un trastorno mental, probablemente gracias a los numerosos estudios e investigaciones que se realizaron con los veteranos estadounidenses de la guerra de Vietnam, quienes sufrieron los síntomas del estrés postraumático.

Actualmente, el TEPT lo define la Organización Mundial de la Salud como el “trastorno que surge como respuesta tardía a un acontecimiento estresante o a una situación (breve o duradera) de naturaleza excepcionalmente amenazante o catastrófica, que causarían por sí mismos malestar generalizado en casi todo el mundo (por ejemplo, catástrofes naturales o producidas por el hombre, combates, accidentes graves, el ser testigo de la muerte violenta de alguien, el ser víctima de tortura, terrorismo, de una violación o de otro crimen)”.

En nuestro caso, es normal que numerosas personas sufran ese estrés después de los sismos, que se caracteriza principalmente por trastornos de sueño, como el insomnio, reacciones de sobresalto frecuente y revivir o reexperimentar los momentos que vivieron durante el sismo o lo más impactante que presenciaron o sintieron. Estos síntomas pueden estar acompañados de ansiedad, taquicardia (aumento de la frecuencia cardiaca), sudoración de manos, ataques de pánico.

Pero estrictamente todavía no se puede hablar de un estrés postraumático, sino de una reacción normal ante un estímulo anormal o inesperado, como fueron los sismos de septiembre tanto en Chiapas y Oaxaca, como en la Ciudad de México, Morelos y Puebla, principalmente.

 

Las medidas preventivas

Si después de un mes el acontecimiento traumático sigue siendo reexperimentado con recuerdos del suceso que causan malestar, sueños repetitivos, sensación de que el sismo está ocurriendo, malestar al exponerse a estímulos externos que recuerdan el temblor como el sonido de la alerta sísmica u otros que parezcan semejantes; o si por el contrario se intenta evitar situaciones lugares, conversaciones que recuerden el trauma y hay una retracción social; o aparecen insomnio, ataques de ira, dificultades para concentrarse y respuestas exageradas de sobresalto, entonces podría tenerse el TEPT, que ameritaría un tratamiento especializado.

Pero no es necesario esperar tanto tiempo, quienes actualmente presentan manifestaciones semejantes o más leves pueden seguir las recomendaciones que ha indicado el doctor Benjamín Domínguez, de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México:

—Ayuno de noticias, evitar ver, leer o escuchar lo relacionado con el sismo, por lo menos durante cuatro horas diarias.

—Buscar apoyo de familiares, amigos e incluso de mascotas, sin recurrir a los “amigos” de Facebook.

—Cuidar la alimentación: mantenerse hidratado y disminuir el consumo de carbohidratos, de esa manera se “ayuda a que el organismo procese un poco más rápido la experiencia”, según el doctor Domínguez.

—Solicitar ayuda profesional. Los médicos, psicólogos y psiquiatras pueden atender mejor estos casos.

Estas medidas son apropiadas tanto para adultos como para niños y adolescentes, a quienes también se les debe prestar atención para prevenir el trastorno de estrés postraumático, ya que niños y adolescentes con frecuencia son los más olvidados cuando se trata de consolar a las personas o reparar dolores emocionales.

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F/rené anaya periodista científico