Javier Vieyra y Jacquelin Ramos

Este 2017, le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz a la International Campaign to Abolish Nuclear Weapons, mejor conocida como ICAN, una prestigiosa organización civil internacional que por más de una década ha realizado una admirable labor al promover el Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares y concienciar a líderes mundiales y a la población en general sobre las terribles consecuencias de la utilización de estos artefactos bélicos. Dentro de la estructura de ICAN se agrupan diversos organismos humanitarios, a favor de la paz, ambientalistas y de desarrollo y derechos humanos, además de los más diversos especialistas que enarbolan tan importantes ideales y participan activamente en diversas actividades.

Uno de ellos es orgullosamente mexicano, se trata del Dr. Jans Fromow Guerra, un reconocido médico y académico de la UNAM  que ha tomado parte de manera fundamental en la labor de ICAN, hoy galardonada de manera tan significativa. En conversación exclusiva para Siempre!, Fromow Guerra expuso el notable trabajo de la organización, su quehacer de difusión y la importancia que tiene la lucha contra las armas nucleares en los tiempos de volatilidad geopolítica que vivimos.

“Es un orgullo, como mexicano y como integrante de ICAN, que el comité sueco conceda el galardón a esta organización internacional que agrupa ONG de un centenar de países, cuyo trabajo fundamental se enfoca en llamar la atención sobre las consecuencias humanitarias catastróficas de cualquier uso de las armas nucleares y por sus esfuerzos innovadores para lograr una prohibición basada en tratados contra tales armas”.

Recordó el médico cirujano oftalmólogo que ICAN surge a partir de la ONG llamada por sus siglas IPPNW, Physicians For The Prevention Of Nuclear War (Medicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear), una organización fundada en 1980 por un grupo de médicos preocupados por el momento de tensión que hubo en plena Guerra Fría, y con ello nacía un mundo dividido en dos campos militarizados al borde de la guerra nuclear. Ese pequeño grupo de médicos soviéticos y estadounidenses dio un salto de fe.

“Razonaron que su interés común en la supervivencia era más poderoso que las divisiones ideológicas entre ellos. Creían que su obligación como médicos incluía un compromiso común para la prevención de la guerra nuclear”.

Entonces —dice Fromow— se iniciaron una serie de trabajos relacionados con la educación para la paz y las acciones diplomáticas de diferentes niveles. Educó a profesionales de la salud, líderes políticos y al público sobre las consecuencias médicas y ambientales de la guerra nuclear. Por este esfuerzo, fue galardonada con el Premio Nobel de la PAZ en 1985.

Sin Guerra Fría, el tema nuclear ya no era un problema

Al terminar la Guerra Fría se pensó que el tema nuclear ya no era un problema, que por fin se llegaría a concluir el desarme, advierte el especialista. No obstante, poco después de la fallida revisión de 2005 del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1968, el Dr. Datuk Ronald McCoy , que es el anterior copresidente de IPPNW,  envió un correo electrónico a sus colegas en la federación mundial con la idea de construir un movimiento popular para abogar por la prohibición de las armas nucleares.

“A medida que la Guerra Fría llegó a su fin, IPPNW había crecido para formar unos 200 mil médicos, trabajadores de la salud y ciudadanos preocupados en todas las regiones del mundo. En ese momento, en 2007, surge la ICAN”.

Fromow, quien se integró a IPPNW en 1991, señalo que la principal idea de lanzar esta campaña era convocar a todas las organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil que trabajan en el desarme, a unirse y tener un fin común: la abolición de las armas nucleares.

“Actualmente, ICAN comprende 468 organizaciones no gubernamentales de alrededor de cien países. La campaña comenzó en Australia y se lanzó oficialmente en Viena, Austria”, apuntó Fromow.

Se empezó con diferentes tipos de estrategias por parte de IPPNW, hasta que se dio la convergencia de un trabajo conjunto con la campaña con ICAN, expresó el también activista, con algunas organizaciones civiles, y muy especialmente con un grupo de países no nucleares y, muy especialmente, dentro de ellos, el gobierno de México”.

“México levantó la mano para integrarse y continuar con las conferencias que dieron lugar a que los países vieran la importancia del necesario y eminente desarme nuclear, lo que provocaría después que, por fin, dentro de las Naciones Unidas se creara el Tratado de la Prohibición de las Armas Nucleares”.

Jans Fromow Guerra.

México como precursor del desarme nuclear

México siempre ha tenido una idea muy clara en cuanto a las armas nucleares, y hay que recordar que el primer antecedente importante fue el Tratado de Tlatelolco, que le valió el Premio Nobel de la Paz en 1982 a Alfonso García Robles, aseveró el catedrático de la UNAM, quien determinó que existe una gran mancuerna entre el gobierno de México y la sociedad civil en el tema de armas nucleares.

“La política exterior mexicana, particularmente en estos temas, es respetadísima, es un líder en todo el mundo que trasciende a cualquier gobierno, pues la esencia de los mexicanos y en especial de los equipos que trabajan este tipo de cuestiones es de gente altamente preparada, y con ellos hemos laborado de forma cotidiana, aportando grandes avances a escala mundial”.

Un Nobel para calmar tensiones entre gobiernos reaccionarios

El comité del Nobel sueco se basó en dos circunstancias importantes para designar el premio a ICAN, expresa el también miembro fundador del Panamerican Collaborative Retina Study Group. En primer lugar —dice— tiene que ver con el aumento y la evidencia de las tensiones que hay entre Estados Unidos y Corea del Norte, debido a que en muchas décadas no habíamos escuchado un discurso tan irresponsable con amenazas directas de usar armas nucleares en contra de un  contrincante. Como se sabe, ambos son poseedores de un arsenal nuclear importante, lo que ha generado una problemática grave a todo el mundo y muy especialmente a su zona por su importancia y su estrés geopolítico.

Como segundo punto, se desea resaltar que este tema está inconcluso, basta considerar —señaló Fromow— que 122 países votaron en el Tratado de la No Proliferación, que es considerado hoy como instrumento internacional legal para estigmatizar, prohibir y eliminar las armas nucleares.

“Es un tratado que da los puntos claros por los cuales tenemos que transitar desde su prohibición inicial y lo que significa en todas sus esferas, así como la trayectoria que hay que seguir hasta la eliminación de estas armas”.

Cabezas nucleares, un panorama terrible

En el mundo actualmente existen alrededor de 15 mil armas nucleares, expone Fromow, de las cuales 95 por ciento se reparten casi en partes iguales entre Rusia y Estados Unidos, y de las mismas, 1,800 están colocadas en estado de alerta máxima, listas para ser desplegadas y lanzadas en cuestión de segundos.

“El panorama es terrible, seria una experiencia aún más desafortunada a la ocurrida  en 1945, con las bombas atómicas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, ya que se cuenta ahora con bombas de última generación; por ejemplo, hoy un solo submarino nuclear de Estados Unidos esta en el rango de cerca de una centena de megatones, es decir, miles de veces más poderosas en su capacidad explosiva, tendríamos simplemente un acto de aniquilación total”.

Además de los millones de muertos, habría consecuencia irreversibles para los ecosistemas y la calidad humana, algo que seguro ya lo estamos viviendo en los sitios de prueba, dice el ganador de la Medalla Gabino Barreda en 1994.

“Lo que ocurre es que la contaminación radiactiva que generan produce que los isotopos radiactivos se integren a los sistemas biológicos, perjudicando principalmente las cadenas alimenticias, particularmente en el campo y en los océanos, y que producen a  su vez ciertas enfermedades, que ya están claramente determinadas, a consecuencia de estas pruebas, como en el aumento en las  frecuencias y las incidencias de distintos tipos de cánceres”.

El futuro que vemos y deseamos en un plazo corto intermedio es que transitemos con la firma de los 122 países que votaron a favor del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), expresa Fromow, pues eso aportaría a una prohibición total de las armas.

“El punto es que no existan las armas nucleares. Va a ser un camino difícil, de muchos retos, donde vamos a tener que jugar con las transiciones políticas de muchos países, porque estoy seguro de que este reconocimiento que le toca a la humanidad es nuestro primer paso para construir la paz y el bienestar humano”, concluye Jans Fromow Guerra.