La fuerza de los sueños nos empujan más allá de lo que algunos llaman el “subconsciente”. Despertar para apurar el paso y ver/sentir algunos versos que llegaron entre los sueños, líneas del poema que de ningún modo creí tener en la memoria pero, como si vinieran de un dictado, se presentan y en cuanto es el regreso al “consciente”, repito el par de versos: “Si tuviera dedos la palabra los muertos prestarían sus ojos”, y otro que no coincide o que debe guardarse en otro libro, en otro autor o que, de plano, no existe: “El canto de la barranca desborda la sangre y la palabra”.

Por increíble que parezca, voy al libro Fraselia, de Gilberto Castellanos, y encuentro uno de esos versos. Entonces encuentro un texto que leí a propósito de la presentación de este poemario en la ciudad de Puebla. Recorro las páginas, atravieso las imágenes de los sentidos que caracterizaron al poeta de Ajalpan, Puebla. Intento por muchas vías entender el porqué vinieron a los sueños esta poética, qué relación, quizá con la fecha, pudiera existir o qué me hizo “escuchar” estos versos. Nada me lleva a algún tipo de relación con este libro dividido en cuatro partes. Secciones que vuelvo a enmarcar de lo que tratan: la primera porción se centra con mayor acento en la palabra, en la honda significación, en los sonidos, en las imágenes, en el eco de mayor pulcritud, en el cuerpo que la conforma. Muchos son los instantes que precisan esos intentos por describir una imagen, una pausa, una meditación sobre el ejercicio de escribir. Veamos algunas breves estampas donde los sueños (la “palabra”), se vuelve presencia (quehacer poético): “a veces la palabra que al escribirse va oyendo su carrera/ hacia la eternidad es un tren que amanoja sus nervios”, “Escriben los dedos, porque dicta una espiga, túnel”, “La letra es río aprisa entre los ojos, ribera./ La palabra de prisa no ve la seda, humo”, “Si tuviera dedos la palabra los muertos prestarían sus ojos”, “Un bosque de agua crece con las hojas de la palabra”, o la que nos hace sentir la presencia de Castellanos: “Escribir es un volver, palabra memoria./ El recuerdo no tiene otra necesidad/ proveniente de los días/ que no sea el acto primario de la escritura”. De la segunda sección cito otro fragmento: “El sitio adecuado para escribir/ es el que ha elegido al poeta,/ de lo que ha conquistado en tranquilidad/ y lo común en orden son así/ el estamento de la sensibilidad/ que necesita entender qué imágenes/ transfigurables traen las palabras”. La tercera parte, en prosa, cierra esta sección: “Bosteza el espacio por falta de acción, bosteza la oscuridad porque no respiran las penumbras, bosteza el ruido continuo porque nadie lo para, bosteza el sonido porque el ritmo es igual, también bosteza el silencio porque no llega la palabra”. De la cuarta y última sección, el ritmo hacia la palabra continúa pero aquí se da en cierto modo la otra parte artística de Gilberto, el dibujo: “Escribir una palabra es dibujar un rostro que al paso de los rasgos minuciosos de la pluma, adquiere una presencia no citada por el impulso inicial que da origen al poema ¿serán esos ojos y su sombra, ese gesto y lo que calla, esos rasgos como retrato del escriba, la verdad guardada por el mismo silencio que se gestaba en el poema?”. Silencio que es palabra, palabra que es presencia, presencia que es sueño, sueño que saludo.