Siempre sostuvimos que para 2018 tendría que agotarse el año en curso y solo hasta los últimos meses en que los partidos políticos eligen o designan candidatos podría debatirse con conocimiento de causa la elección del año próximo.

Una serie de acontecimientos, como el de los candidatos adelantados de todos los signos, la imperturbable cara de jugador de póker de los priistas y, a últimas fechas, eventos graves o de fuerza mayor nos han metido en una espiral vertiginosa que solo culminará al conocerse los resultados del proceso electoral.

Esta elección, al haber empatado los calendarios electorales, por su volumen será la mayor de los últimos tiempos; no solo renovará al titular del Poder Ejecutivo federal, además se elegirán 9 gobernadores, la renovación íntegra de las Cámaras de Diputados y Senadores, Poderes Legislativos en diversas entidades, presidencias municipales e incluso el Legislativo y las delegaciones de la Ciudad de México.

Hoy, la atención, los golpeteos mediáticos de guerra sucia y los escarceos entre los suspirantes se concentran en el posible candidato que será el nuevo presidente de la república. El partido en el poder, tras ganar la joya de la corona, el Estado de México, se mantiene observando y calculando el momento exacto de dar a conocer a su candidato. Desde luego, conocemos de antemano que en esta contienda hay un candidato que tiene 18 años de campaña, el cual hasta hace unas pocas semanas parecía imparable en la carrera hacia Los Pinos, y ahora ya no las tiene todas consigo.

El llamado Frente Ciudadano Opositor se desplaza lento, sin plataforma programática, sin ciudadanos y, lo más importante, sin método de designación de abanderado, tema que podría desbandarlo, aunque ha trascendido que en el arreglo político se incluye el candidato al Gobierno de la Ciudad de México y el fiscal general, puestos que se repartirán PAN, PRD y MC.

Los dos partidos más significativos del Frente lucen agotados, divididos, fracturados. El PAN, con la salida de la ex primera dama, se lleva una parte, ni siquiera todo de lo que queda del calderonismo, y hasta ahí parece quedar la ilusa pretensión de gobernar este país, dado que solo cosechó los rencores, intrigas y pendientes sociales del olvidable régimen de su cónyuge. El actual “jefe” del PAN se ha ido desdibujando y pudiera repetir la historia, y ser el Madrazo de estos próximos comicios. Ya sea que logre ser el candidato del Frente y más aun sin el Frente.

El PRD, desde hace ya algunos años, se ha ido encogiendo con la última sangría de militantes hacia Morena, aunado a sus sempiternos pleitos entre tribus, no le permiten competir solos con posibilidades de buenos resultados electorales. Una lástima que el partido más competitivo de la izquierda en nuestro país, hubiese terminado así.

En el caso de MC, todos saben que es el partido de un solo hombre y sus exiguos aportes en boletaje electoral solo pudieran acrecentarse con los resultados en Jalisco, que penden de una candidatura, la cual tiene amarrada. El cemento cohesionador de esta alianza electoral, por más que no les guste que así se diga, es el reparto del botín, diputaciones y senadurías plurinominales.

El otro tema son los candidatos “independientes”. El humor del mexicano es tal que ya se habla de “independientes” del PRI, del PAN y del PRD. Respecto de los modernos “Zúñiga y Miranda”, un periodista radiofónico, un mediano empresario y la zapatista, a verdad sabida y buena fe guardada, sus candidaturas serán solamente testimoniales. ¡Ah!, y aún faltan varios por inscribirse como tales.