Catalina Miranda

Entre movimientos telúricos, réplicas, insomnios, sustos, desvelos, malas noticias, sirenas, angustias, bomberos, Editorial Ariadna pudo terminar la producción de casi tres libros de narrativa: Enteramientos, de Mario Palma Rojo; El santuario sagrado. La balada de Runa, de Marisol Pérez Ramos, y La cara del destino. El México gay antes del terremoto de 1985, de Gonzalo Valdés Medellín.

No fuimos insensibles ante el dolor de México, ni cometimos pecado de omisión, sólo continuamos haciendo lo que, creímos, el destino nos estaba permitiendo seguir realizando, y tampoco sabíamos si tal misión quedaría trunca, la misión de editar. Así, entre nefastas noticias, trágicos silencios, eufóricos gritos cuando los rescatistas con sus mascotas encontraban algún sobreviviente entre los escombros de algún edificio colapsado, esta editora pasaba las hojas de las pruebas finas de La cara del destino. El México gay antes del terremoto de 1985.

La lectura fue ágil, ya que esta novela se lee así, 278 páginas que se recorren a gran velocidad por la claridad y amenidad con la que están escritas. Mientras en la novela leía el derrumbe del Edificio Nuevo León, en Tlatelolco, acontecido el 19 de septiembre de 1985; escuchaba a lo lejos, en la televisión y en las redes sociales, las crónicas de la dolorosa situación que se vivía en el Colegio Rébsamen, en Galerías Coapa, en Medellín y Viaducto, en Álvaro Obregón y Oaxaca, en las colonias Condesa, Del Valle, Xochimilco, Portales y en tantas zonas más, el 19 de septiembre de 2017.

Me parece una paradójica coincidencia que este libro de Valdés Medellín sea publicado y presentado a un mes del terremoto del 7 de septiembre, que afectó sobre todo a Oaxaca y Guerrero. Recuerdo que le comenté a Gonzalo esa tremenda coincidencia, pero no imaginé que la Naturaleza nos impactaría con otro terremoto, apenas pasadas dos horas de que realizamos el simulacro, exactamente 32 años después del de 1985.

La cara del destino es sobre todo la historia de un joven que a sus 20 años toma tres importantes decisiones que lo guiarán a lo largo de su vida: la de asumirse como homosexual y no serlo de clóset; la de ser escritor, y la de documentar e investigar la historia de la literatura gay en nuestro país.

Como homosexual, el protagonista se enfrenta a la censura, al rechazo, al suicidio al que la discriminación orillaba a los jóvenes, al ocultamiento del amor, a la búsqueda de los encuentros sexuales promiscuos y fortuitos, en antros, cines, baños de restaurantes, tertulias, en esos años en que la homosexualidad era satanizada y condenada, muchísimo más que ahora.

Además, Gonzalo Valdés Medellín desarrolla en estas páginas una serie de reseñas de sus libros y autores preferidos que lo inspiraron a prepararse con rigor; también presenta una crónica cultural de la época a través de sus largas pláticas con literatos, actores, musicólogos, cineastas, dramaturgos y periodistas que el protagonista va conociendo: Juan Antonio Alcaraz, Huberto Batis, Carlos Valdés, Elena Poniatowska, Octavio Paz, entre otros, a los que el autor-protagonista considerará sus guías y quienes lo impulsarán a desarrollar su carrera como escritor y que le presentarán amistades que nutrirán su oficio.

Al final de la segunda parte del libro, el año de 1985, vemos el derrumbamiento, literalmente, de infinidad de edificios en la ciudad, lo cual pudiera ser una metáfora de la búsqueda de la identidad entre las ruinas del pasado, así como del presente que se transforma para dar paso, quizás, a un nuevo rostro, el de un futuro prometedor; o tal vez, estas últimas páginas, son simplemente la descripción hiperrealista de la venganza de la Madre Naturaleza, sacudiéndose las múltiples capas de asfalto con la que la hemos opacado, cambiando su rostro luminoso por un gris terriblemente opaco en aras de un progreso que nada tiene de prometedor, sino acaso la pesadilla de la autodestrucción que los seres humanos hemos preparado para nosotros mismos.

Todo puede ser probable en esta novela —que oscila entre la ficción y la realidad sabiamente disfrazada—, que es el número 9 de la Colección Los Tímpanos de Teseo, que Editorial Ariadna tuvo el gusto de presentar en la Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México, justo enfrente de la Catedral Metropolitana de la que ha caído la estatua de la Esperanza, de Manuel Tolsá, que, sin duda, todos los mexicanos sabremos volver a esculpir para darle el sitio más elevado, justo en el corazón de la cúpula más alta, porque ésa es la verdadera cara del destino de México, la de la esperanza y la reconstrucción.