Ricardo Muñoz Munguía

Las historias están obligadamente dadas. Quisiera creer que es un tema que podría trascender pronto pero, aunque ajeno, el dolor, la herida, el manotazo…, todo lo que ha arrancado en un instante: vidas, patrimonios, recuerdos…, es una situación que habrá de marcar un aspecto indeleble en nuestra trágica historia.

También, por supuesto, en las letras. Por ello, me he propuesto armar un antología de poesía, para la que, afortunadamente y a pesar del peso del tema, varios escritores han accedido a entregarnos un texto. Esperamos poder tener en mano este mismo año el ejemplar de este trabajo que, al irme asomando a los versos, es un camino tortuoso pero, principalmente, la fe encumbra, es la fuerza interna la que impulsa estos trabajos, así como seguramente fueron los que impulsaron a muchísima gente, con su solidaridad, a entrarse al apoyo en todos aspectos.

Por otro lado, la historia de este trágico evento se nutre de muchas historias, como la del señor Miguel Hernández Gallardo, quien perdió la vida en el edificio caído en la calle de Petén, esquina con Zapata. Él, ya afuera, toma la decisión de regresarse a apagar las calderas de la tintorería EuroClean, en la que laboraba, para evitar una desgracia mayor. Varias historias van a enmarcar lo que sucediera el pasado 19 de septiembre, el día que nos mostró que los simulacros tienen muchas fallas en su diseño.