Conque, señores, quedamos en que la apuesta está en pie. José Zorrilla
A pesar de la urgencia gubernamental por imponer un estado de reconstrucción insensible al dolor de los damnificados, una de nuestras más arraigadas tradiciones de nuevo se enseñoreará del duelo colectivo generado por los muertos provocados por el conjunto de omisiones, corrupciones y movimientos telúricos que sacudieron a la Ciudad en septiembre pasado.
Las 212 ausencias reconocidas por el gobierno capitalino serán homenajeadas a la par de los muertos íntimos, los familiares, a aquellos a los que los capitalinos celebran aún en cementerios y en altares domésticos.
Graves serán las conmemoraciones en Mixquic, en donde muchas campanas no doblarán a muerto como lo habían hecho durante décadas; lo mismo ocurrirá con los templos dañados, cerrados al culto por la fuerza de la naturaleza, la misma que silenció los badajos al derribar los campanarios que los albergaron.
La tragedia de la muerte súbita o prolongada revivirá en los corazones de los capitalinos que expresarán en los camposantos su devoción a sus finados, a esos fieles difuntos que nutren esa fortaleza cultural que, mimetizada con las modas, domina y doblega lo superfluo a favor del estricto y ancestral culto a la muerte.
Y si de escenarios hablamos, en este bicentenario de José Zorrilla no podría faltar la tradicional representación del Juan Tenorio, obra popularizada en nuestro país a raíz de dos hechos circunstanciales: la designación del autor como director del Teatro Imperial del Habsburgo y la representación de la obra en honor a la emperatriz Carlota en ocasión de su onomástico.

La obra, estrenada el 4 de noviembre de 1865, fue de tal agrado que repitió al año siguiente, a pesar de la ausencia de la emperatriz, y no obstante la restauración de la República, el Don Juan anidó en el corazón del pueblo como la expresión teatral decimonónica del significado de la vida después de la muerte y del alma salvada por el amor y la pureza.
Como cada noviembre, en éste la Compañía Nacional de Teatro Clásico Fénix Novohispano, que dirige Francisco Hernández, pondrá en escena la tradicional obra de Zorrilla, en esta ocasión llevando en el papel de Brígida a la primerísima actriz Martha Ofelia Galindo, acompañada por Eugenio Bartilotti como Ciutti, Violeta Isfel en el papel de Doña Inés, Miguel Alonso como Don Juan, y el elenco lo completará un experimentado grupo de actores; las funciones se realizarán: del 1 al 5 de noviembre en el teatro Venustiano Carranza, el 14 en el Teatro de la Ciudad, y el 18, en el Palacio Nacional, sitio en el que la inmortal obra de Zorrilla se escenificó por vez primera en nuestro país.
Mientras el gobierno de la “ciudad-rosa” pretenderá eclipsar el dolor colectivo con gringadas y estereotipos de La Garbancera de Posada, parafraseando al Don Juan, quedamos señores, en que la apuesta está en pie entre esas calaveradas y nuestra más íntima tradición funeraria.

