El poeta Bernardo de Balbuena muere un once de octubre de mil seiscientos veintisiete. Su obra tiene mayor reconocimiento en México y España como un testimonio poético de lo que era México en el siglo XVII. Se empieza a estudiar su obra y vida: llama la atención que utiliza sus diez años del curato para producir sus obras literarias, deja en segundo término el estudio eclesiástico que toma como un pretexto, ya que así puede tener tiempo para dedicarse a escribir El Bernardo o la victoria de Roncesavalles y la Grandeza mexicana. Esta última precedida por una historia de una mujer, Isabel de Tovar y Guzmán, amiga del poeta clérigo, que le encarga que escriba a través de cartas cómo es México, ya que ella iba a estar enclaustrada en un convento para toda su vida al quedar viuda. Encerrada en un convento en la Ciudad de México conoce de la “grandeza mexicana”, con una marcada visión del poeta, donde él conocía las utopías de Campanella en su obra La ciudad del sol, donde se propone la construcción de una ciudad del futuro basada en la asociación “amorosa” de los habitantes. Pero Balbuena deja a un lado la utopía de Campanella en la Grandeza mexicana, al no crear una ciudad del futuro, porque ésta ya existe en las virtudes de sus habitantes, simplemente porque son descendientes de los heroicos conquistadores, siempre dirigidos por la “Santa Iglesia Católica”. Balbuena rompe con esta obra la descripción artificial (por razones poéticas) lo que debería ser una ciudad por lo que es. Y para lograrlo divide su obra en ocho capítulos, un resumen y un epílogo, utilizando en los capítulos el terceto dantesco, también conocido como terceto encadenado, debido a sus rimas.

A través de su obra Grandeza mexicana, podemos reconocer los deseos, esperanzas e intereses del poeta Balbuena que lo llevó a crear un testimonio de lo que era México en el siglo XVII.

Y en la actualidad existe una estación del Metro en la Ciudad de México con su nombre, misma que se localiza en la colonia Jardín Balbuena, diseñada por el arquitecto Mario Pani Darqui, quien le dio el nombre en honor al poeta Bernardo de Balbuena.

Isabel de Tovar y Guzmán, amiga de Bernardo de Balbuena, le encarga que escriba a través de cartas cómo es México, ya que ella iba a estar enclaustrada en un convento para toda su vida al quedar viuda. Encerrada en un convento en la Ciudad de México conoce de la “grandeza mexicana”, con una marcada visión del poeta.