Después del domingo 1-0, día del referéndum ilegal en Cataluña, nadie puede echar las campanas al vuelo. Para disgusto de muchos, para otros con gran beneplácito, no ha terminado el diferendo independentista del Govern de la Generalitat de Catalunya —apoyado por una parte de la población catalana— en contra de los “españolistas”, y el reino de España, con Felipe VI a la cabeza, cuyo gobierno dirige el Presidente  Mariano Rajoy Brey y del resto de España. A corto plazo, el punto final de este grave enfrentamiento no se advierte a gusto de todos, más bien se espera ríspido y tristísimo. Todos los adjetivos que califican esta disputa son negativos.

 Lo peor del caso es que todo puede empeorar: los radicales independentistas podrían radicalizarse aún más. El futuro es desconocido. Ni los más reputados augures saben lo que pueda ocurrir. Pero si sucede lo peor, “la culpa será de muchos…un fracaso colectivo, sin precedentes”. Por eso, el domingo 8, me llamó la atención una pancarta que portaban los manifestantes en Barcelona en pro de que Cataluña siga dentro de España que decía: “Parlem” (“Hablen”), que tanta falta hace en estos momentos. Los españoles, obvio también los catalanes, deben “hablar”, a fondo, sobre su conflicto. La democracia en España —claro está en Cataluña—, debe refundarse. Sin campanas al vuelo.

 España está en schok. Después del referéndum del 1-0,  el domingo 8 de octubre Barcelona conoció la manifestación más concurrida tras una de las semanas más turbulentas en la vida política de Cataluña y España. Si aquel día —dicen las fuentes oficiales catalanas— “lograron votar” más o menos dos millones 300 personas (quizás nunca se sepa cuántas veces lo hizo un mismo votante), de los cuales “dicen” el 90% apoyó la independencia, ahora, el 8 de octubre acudieron a la marcha dominical convocada por la asociación Societat Civil Catalana, respaldada por el Partido Popular (en el poder), el Partido Socialista de Cataluña y Ciudadanos, primera fuerza de oposición en la región, 950,000 personas se congregaron según la sociedad convocante. Para la Guardia Urbana fueron 350,000. Y para la Policía, 400,000 personas. Números discordantes. Pero queda claro que existe una inmensa cantidad de catalanes que no acuden al llamamiento independentista y que la calle no pertenece a un solo bando. Es falsa la versión de que solo hay un “pueblo unido” detrás de los separatistas dueños de la llave para forzar una secesión unilateral. Cataluña es una sociedad mucho más plural de lo que algunos suponen.

De una u otra forma, desde el domingo 8 de octubre ya no solamente una “mayoría” de catalanes es la propietaria de la verdad, la otra mayoría, hasta ahora silenciosa, dejó atrás su mutismo para que se escuche su voz. A raíz de esta multitudinaria manifestación por las rúas de la ciudad condal, algunos analistas se preguntan: “?esta masiva asistencia significa un antes y un después en la política catalana?”

Así lo hace el catedrático de Derecho Constitucional, el catalán Francesc de Carreras en su análisis titulado “Un antes y un después”: “En los próximos días, semanas o meses, se podrá contestar con fundamento a esa pregunta. En todo caso, los catalanes callados han hablado, ya no podrá la prensa extranjera —o nuestros nacionalistas locales— hablar de “los catalanes” como un bloque unitario frente a España. Cataluña es plural, hay muchas Cataluñas, como sucede también en España, o en Francia, Italia, Alemania y la mayoría de los demás países europeos. No somos distintos de ellos. Los conflictos, normales en toda sociedad, no son entre países, o entre naciones, sino entre ciudadanos. El Estado de derecho, a través de la democracia, es el cauce normal para resolverlos”.

Sin duda los catalanes “silenciosos” ya no querían seguir siéndolo. Con el lema “Prou! Recuperem el seny! (!Basta! Recuperemos el sentido común), la gigantesca protesta aumenta la presión al presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, que al parecer declararía unilateralmente la independencia el martes 10 (el día que se escribe esta crónica muy temprano), en el Parlamento de Cataluña. Esta manifestación ya no era la de 2014, cuando se reunieron alrededor de 40,000 anti-independentistas. El manifiesto de esta concentración dice:”Sin nosotros no hay solución. Oirán nuestra voz: nos van a tener otro remedio: ya no vamos a callar más”.

Hablaron los manifestantes y dieron a conocer sus ideales por medio de un manifiesto común, leído en cuatro idiomas: español, catalán, francés e inglés. El texto se escribió en contra del nacionalismo. Varios personajes leyeron algunos párrafos: “(El nacionalismo) es una ideología reaccionaria, que es fuente de división y que ha escrito las peores páginas de la humanidad”, “Es el principal responsable de enquistarse la sociedad catalán”, “Los nacionalistas han llegado hasta el mismo borde del precipicio y ahora quieren lanzar a la sociedad catalana al vacío. No les importa vulnerar nuestros derechos y libertades, instrumentalizar las instituciones e, incluso, quebrar nuestra convivencia”.

Alex Ramos, vicepresidente de la asociación que convocó a la manifestación, fue muy claro: “Ningún actor político debe obviar que los no nacionalistas formamos parte del paisaje y que somos también sociedad catalana. Se acabó la marginación. Tenemos derecho a ser escuchados y a ser tenidos en cuenta…!Que nadie vuelva a hablar de Cataluña como si fuera solamente de los nacionalistas!…Cataluña somos todos”.

El manifiesto describe una sociedad “enfrentada”. E invita a asumir urgentemente la tarea de tender puentes entre los dos bandos.

Orador de fuste en el acto por la unidad de España fue el Premio Nobel de Literatura,  el octogenario escritor peruano-español-dominicano, Mario Vargas Llosa, que no se mordió la lengua para calificar de golpistas a los líderes del Govern catalán, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Forcadell. El nacionalismo, dijo el autor de la guerra del fin del mundo, “ha llenado la historia de guerras, sangre y cadáveres”, porque la pasión “puede ser destructiva y feroz cuando la mueven el fanatismo y el racismo”…”Pero se necesita mucho más que una conjura golpista para destruir lo que han construido 500 años de historia”. Asimismo, Vargas Llosa denunció al movimiento secesionista de pretender hacer retroceder a España a un “país tercermundista…Y no lo vamos a permitir. Aquí estamos ciudadanos pacíficos que creemos en la coexistencia y en las libertad. Y vamos a demostrarles a esos independentistas minoritarios España es yaz un país moderno, un país que ha hecho suya la libertad y que no v a a renunciar a ella”.

Vargas Llosa, el novelista que hace muchos años manifestó en México aquello de que el gobierno del PRI era “una dictadura perfecta”, frase que alborotó hasta la saciedad al nacionalismo azteca, aclaró el domingo 8: “Estamos aquí para parar el nacionalismo catalán…No queremos que los bancos y las empresas se vayan de Cataluña colmo si fuera una ciudad medieval acosada por la peste. No queremos que los ahorristas catalanes retiren su dinero por la desconfianza, por la inseguridad jurídica que les merece el futuro”.

El escritor peruano que formó parte del famoso boom latinoamericano describió a los habitantes de Barcelona “como catalanes democráticos, que no creen que son traidores los que piensan distinto a ellos…Son catalanes que no consideran al adversario un enemigo…catalanes que creen en la democracia, en la libertad, en el Estado de derecho y en la Constitución”.

A su vez, el expresidente del Parlamento Europeo, Josep  Borrell, no desperdició ni un minuto de los quince que duró su radiografía del actual escenario político de su lugar de origen: “Cataluña no es como Lituania, Kosovo o Argelia. No es un territorio ocupado ni militarizado. Tenemos que defender el pluralismo político porque aquí no es reconocido. Cuando una presidenta del Parlamento (local) se atreve a decir que quienes votan a determinados partidos políticos no son catalanes, es que nos han quitado el conocimiento”.

Al referirse a los gritos de los manifestantes que pedían cárcel para Puigdemont, Borrell les dijo: “No gritéis como las turbas en el circo romano. A prisión van las personas que dice el juez que tienen que ir”…”Aquí han pasado cosas que no tenían que haber ocurrido. Nos estamos haciendo daños entre nosotros”.

La manifestación terminó con los acordes del himno de España, El cant de la señera y el Himno de la Alegría. Y con la intranquilidad de que Puigdemont declarara la “independencia” de Cataluña. Ya se sabría en el transcurso del martes 10 de octubre. VALE.