En la década de los 80 varias maquiladoras se establecieron en la colonia Obrera, a un costado de la calzada San Antonio Abad, en la Ciudad de México. Algunas eran clandestinas y tenían a trabajadoras en condiciones precarias. Una de esas fábricas era la “Topeka”, que se ubicaba en Manuel José Othón #160, en donde fallecieron más de mil costureras por el terremoto de 1985. A unos metros de distancia, vivía Pedro Mera.

El hecho que marcó la historia reciente de México, también marcó la vida del pequeño de 9 años que vio cómo el edificio se derrumbaba frente a sus narices. “El temblor sacudió a México, y entre las ruinas apareció la verdadera cara de nuestro pueblo: ¿la vieron los que están arriba?”, refirió Octavio Paz, en el texto Escombros y Semillas. Miles de heridos y cientos de muertos pasaron a la vista del menor. El horror que vivió Pedro Mera la mañana de ese jueves infernal se hizo presente nuevamente 32 años después.

El 19 de septiembre de 2017, el fotógrafo manejaba su motocicleta sobre la avenida Plutarco Elías Calles, muy cerca de la estación Ermita de la Línea 2 del Metro. A tan sólo 10 cuadras de llegar a su hogar un fuerte jalón lo hizo perder el equilibrio y frenar bruscamente. No entendía qué sucedía. Un ruido confuso, breve y abrupto le hizo entender que se encontraba otra vez frente a su más grande temor: los terremotos. Estaba paralizado. Dos calles más adelante descubrió una escena parecida a la de 1985. Un edificio había colapsado. Intentó tomar fotografías con su celular, pero prefirió saber cómo se encontraba su esposa, sus padres, sus gatos y su casa. Corrió.

El fotoperiodista Pedro Mera. Foto: Mónica Cervantes.

El fotoperiodista Pedro Mera. Foto: Mónica Cervantes.

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Pedro Mera cuenta con una carrera destacada dentro de la fotografía. Desde los 10 años, tuvo curiosidad de saber sobre el mundo de las cámaras, descubrir el cuarto rojo que en ocasiones era la bañera de su casa. Su padre coleccionaba diversos lentes y se dedicaba a hacer fotopaisajes. La huerta del abuelo era su escenario favorito. La curiosidad del pequeño Pedro Mera crecía, agarraba sin permiso la cámara de su padre para hacer un par de imágenes desenfocadas. Su inquietud lo llevó a aprender de forma somera el arte de recrear el ahora. Tal y como lo dice Antonio Turok, fotoperiodista mexicano que capturó el levantamiento zapatista: “La fotografía es un arte, pero que sea o no, depende de la actitud de quien lo hace”.

Mientras cursaba el bachillerato, en la Preparatoria 7 de la UNAM, Pedro Mera tomó un curso de fotografía. El taller pasó inadvertido. Estaba convencido que el periodismo escrito lo llevaría a la cima profesional. Cursó la carrera de Periodismo y Comunicación Colectiva en máxima casa de estudios. Tomó la decisión de realizar sus prácticas profesionales en un nuevo diario: La Crónica de hoy. Deseaba estar en la sección de deportes; sin embargo, ya no había lugares. Sólo había una opción: editor de fotografía. Nuevamente la fotografía se cruzaba en su camino. ¿Coincidencia o destino?

En el periódico conoció a Eloy Valtierra, su primer ancla dentro del fotoperiodismo. Con el tiempo comenzó a descubrir el trabajo de Patricia Aridjis, José Núñez, César Sánchez, Mario Basilio, Ernesto Moreno, del staff de fotógrafos de La Crónica de hoy, sus grandes mentores. “Fue ahí en donde me enamoré de la profesión, ya traía la onda periodística porque era lo que estaba estudiando, pero en realidad fue en ese momento donde definí lo que sería el resto de mi vida”.

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La maleta de trabajo estaba a la espera de que Pedro Mera la tomara y saliera a las calles a capturar momentos únicos. Caminó apenas dos cuadras cuando se encontró con la antesala de una gran tragedia. Decenas de personas corrían en sentido contrario; tráfico, sonido de ambulancias, sirenas, cláxones. Ruina y caos. Pedro Mera estaba en la calle de Balsas 18, en la Colonia Miravalle. Un edificio de cuatro pisos se había convertido en una planta. Entre los escombros sobrevivían Karla Díaz, Pablo Hernández y cuatro mascotas.

Pedro Mera cruzó la línea de seguridad improvisada. En medio del desconcierto comenzó a disparar con su cámara Canon 5D MARK II. A su alrededor se encontraban bomberos, albañiles y voluntarios que se habían convertido en rescatistas.

“¡Hay personas lesionadas, pero con vida. Las vamos a sacar!”, gritaron aquellos héroes anónimos. La calma llegó para el fotógrafo freelancer. Buscó el mejor lugar, aquel en el que pudiera capturar el momento del rescate y en donde no interrumpiera con las labores. Por el balcón salió un pequeño perro de raza pomerania, parecido a un perro chihuahueño de pelo largo y fino. El rescate de la mascota le permitió a Pedro Mera conocer lo que vendría más adelante.

“Sacan a Pablo, el entrenador de los perros de Karla, le colocan el collarín y lo bajan por la camilla. En ese momento todas la manos están desesperadas por cargar la camilla. Cerré el cuadro lo más que pude y di click. Esa es la foto que ha dado vuelta por todas las redes sociales. Yo traté de capturar sobre todo las manos, ese detalle que llama la atención y que para mí era muy importante”.

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Es cierto que la fotografía llegó de manera accidental a la vida del fotógrafo de 41 años, pero su trayectoria se ha construido a base de grandes esfuerzos. Gracias a la ayuda de la Familia Valtierra, trabajó para la agencia Eikon de Eloy, y en el camino conoció a Victoria Valtierra quien le presentó a su hermano Pedro, creador de la agencia Cuartoscuro. En ese lugar aprendió lo que verdaderamente era el fotoperiodismo.

Empezar de cero… fue la orden. Tuvo que revelar el trabajo del staff, observar, leer los periódicos, ver las noticias y estar pendiente de la agencia. Toda esa talacha antes de salir a las calles y demostrar lo que sabía hacer. Con el paso de los años, se convirtió en parte del equipo de fotógrafos de la prestigiosa agencia. Llegó a ser el editor a cargo del trabajo de sus compañeros, además formó parte del consejo editorial de la revista.

A través de los años, Pedro Mera ha descubierto que los personajes llegan en el momento y lugar indicado. En un evento como el sismo de 7.1 en la escala de Richter, en donde todo es confusión y caos, todo se convierte en noticia y en personaje. “Creo que hay algo que te desata cierta inquietud, a lo mejor alguien está nervioso, excitado o enojado. Reflejar esa dura realidad, es lo que llama la atención”.

En el momento del rescate, en la calle de Balsas 18, Pedro Mera recordó la escuela que le dejó Cuartoscuro: Buscar miradas, saber colocarse, qué hacer, qué buscar, esperar y observar. Así lo reflejó en esa fotografía icónica que ha aparecido en medios internacionales como The Guardian, The Times y National Geographic. Pedro Mera logró capturar la solidaridad mexicana, aquella que ha sorprendido al mundo y a los mexicanos.

La madrugada del domingo 24, con la cabeza más fría, Pedro Mera revisó su trabajo. Se sumergió a cientos de imágenes que había tomado la tarde del 19 de septiembre, y sobresalió poderosamente la foto del rescate de Pablo, aquella con decenas de manos cargando la camilla. A blanco y negro decidió subirla a Instagram. A la mañana siguiente, la imagen sumaba cientos de likes y comentarios positivos. Aún se lee: “Extraordinaria, no sólo la fotografía, el sentimiento que desprende. Felicidades!”, “Qué impresionante fotografía. Me dejó sin aliento”, “El pueblo mexicano en una imagen. Unidos, fuertes y con esperanza. Me puso al piel chinita. ¡Qué bárbaro, maestro!”. Hasta el momento la foto cuenta con más de dos mil “me gusta”.

Pedro Mera jamás imaginó el gran impacto que provocaría esa fotografía. Incluso no le ha dado tiempo de titularla. “Me gustaría ponerle algo muy significativo, que signifique algo para la gente. Necesito decidirlo con calma”.

Al igual que el trabajo de grandes fotógrafos que retrataron la tragedia del 85 como el de Pedro Valtierra, Marco Antonio Cruz y Enrique Metinides, la serie fotográfica de Pedro Mera quedará, sin duda, en el imaginario colectivo de los mexicanos.

Actualmente, Pedro Mera trabaja como freelance, lo que le ha permitido estar más cerca de su esposa y amigos. Realiza fotos editoriales, retratos, algunos reportajes y coberturas de eventos empresariales.

¿Estaremos viendo más fotografías icónicas de Pedro Mera? Lo más seguro es que sí, porque lo más importante no es la cámara, sino el ojo.