Texto y foto Paulina Figueroa

Video Mónica Cervantes

 

El problema hídrico en México cada vez es mayor. 90 millones de personas viven con escasez de agua, y 20 millones de ellas padecen la falta de este recurso a lo largo de todo el año. En la CDMX cerca del 18% de la población, es decir, un millón 600 mil personas reciben el líquido sólo una o dos veces a la semana. Resolver esta problemática requiere una inversión de 254 mil millones de pesos, afirmó en entrevista para Siempre!, Ramón Aguirre Díaz, Director del Sistema de Aguas de la capital. Tras el sismo del 19S la situación se agravó en decenas de colonias y en delegaciones como Xochimilco, donde los trabajos de reconstrucción continúan estancados. Aquí te presentamos siete historias de familias de barrios de esa demarcación que sobreviven sin el vital líquido. Allí, en el sureste de la capital, el agua está muerta.

 

Bañarse es un lujo

San Marco (Tlatepetlapan) pertenece a uno de los 17 barrios que integran la delegación Xochimilco, en la Ciudad de México. Allí habitan casi 5 mil personas. En la segunda cerrada de Girasol #6 vive Glafira Zavala Valenzuela junto con 10 familiares, hermanos, hijos y su esposo.

Desde el pasado 19 de septiembre, la mujer de 68 años padece los estragos que dejó el terremoto de 7.1 en escala de Richter. Las tuberías están secas. La llegada del agua es tan solo un vago recuerdo. Glafira tiene que recolectar agua en botes de 300 litros para llenar un tinaco de mil 100. Vaciar y llenar, una y otra vez.

En Xochimilco el agua es oro, cada gota es indispensable. Con lo que junta, Glafira alcanza a lavar trastes, ropa y recicla para el baño. Para cocinar recurre a los garrafones. A pesar que Isaac Ramírez, coordinador de residuos especiales de la demarcación, asegura que existe un control de calidad del agua por parte de Secretaría de Salud, vecinos muestran su descontento con el líquido que llega a sus hogares. “Es de un color amarillento y tiene basura”.

Los botes esperan formados para llenarse. Han pasado semanas desde la última vez que una pipa visitó la calle de Girasol. Los vecinos acordaron con las autoridades abastecer dos veces por semana, pero la promesa no se ha cumplido.

Bañarse en la regadera es un lujo que no puede darse la familia Zavala Valenzuela, “calentamos una olla y a jicarazos”. La ducha es cada tercer día.

La insuficiencia de agua también provoca enfrentamientos entre vecinos. Cada vez que una pipa llega a San Marcos, comienzan las rivalidades: “La pipa lleva una hora parada allá y no ha pasado por aquí. Estamos esperando a que nos llenen nuestros botes”. Glafira y su esposo demandan que la entrega del líquido no es equitativa y se reparte sin un control. En algunas vecindades los piperos llenan cisternas y tinacos.

Glafira reclama la falta de sensibilidad por parte de la autoridades. No hay agua, pero ya pasaron a tomar lectura para pagar el servicio que no funciona desde hace dos meses. Además, cada que la pipa llena sus botes se tiene que dar una “cooperación” mínima de 10 pesos. Si cada familia facilitara esa “propina”, los despachadores juntarían “por debajo del agua” 6 mil pesos diarios. Un negocio redondo.

 

Glafira Zavala Valenzuela

Glafira Zavala Valenzuela

La TV y el delegado mienten

Ernestina Talavera Velázquez sabe que para tener agua es necesario formarse desde las seis de la mañana en el Deportivo de Xochimilco, solo así puede asegurar que se bañará ese día. “Hasta que nos tienen lástima, nos mandan la pipa”.

Vive desde hace cinco años en la delegación y siempre tiene esa carencia. Antes del terremoto, que dejó más de 300 personas muertas en la CDMX, el recurso demoraba varios meses en llegar. Después del 19-S dejó de caer definitivamente.

En la vecindad donde vive Ernestina y su esposo habitan ocho familias y el repartidor sólo entrega un tambo de 100 litros por familia. La pipa tarda cuatro días en regresar. ¿Qué se puede hacer con tan poca agua?

En ocasiones Ernestina se olvida de su higiene. Prefiere usar el agua para lavar trastes que bañarse. Para los utensilios destina dos botes, uno con jabón y otro con agua limpia. El resto lo ocupa para el baño y la ropa. Si el agua sobra Ernestina se puede dar el “lujo” de bañarse dos veces por semana. “Con medio bote nos bañamos: primero me tallo bien y con el medio bote me enjuago y listo”.

La mujer de 47 años de edad pide no creerle al delegado Avelino Méndez, quien asegura que el servicio se ha restablecido. “Queremos que vean que no es cierto lo que está diciendo la televisión y el delegado. Los vecinos nos estamos peleando por un bote de agua”.

La escasez en Xochimilco es un problema que afectó principalmente al barrio de San Marcos y Ampliación San Marcos. Un total de 600 familias sufren todos los días por no tener el líquido.

 

Adiós al agua potable

El déficit de agua en Xochimilco provoca que Margarita Obles Hernández regrese a las viejas costumbres. Con una pequeña cubeta lava los trastes que se acumularon en cuatro días. La familia Obles Hernández, que habita el #28 de Girasoles, destina más del 50% del agua al baño.

Margarita advierte que la falta del líquido les puede ocasionar una infección. “Le va a salir más caro al gobierno atendernos, a que nos mande una pipa”.

A pesar de no contar con el recurso, el recibo llegó puntual y debe de pagarse antes de convertirse en morosos. De acuerdo a la Comisión Nacional del Agua, el valor del metro cúbico en la capital del país es de 20.77 pesos. Las tarifas más altas están en el centro y en las zonas conurbadas de la CDMX.

Xochimilco está catalogada con un grado de marginación media. Tanto para Margarita como para sus vecinos recurrir a la compra de garrafones para satisfacer todas sus necesidades sería un duro golpe a su economía. Sólo los adquieren para cocinar, es una regla establecida. La demanda supera la oferta, y los proveedores restringen la venta del producto. El agua potable es un enigma.

 

Ernestina Talavera (derecha) y Margarita Obles (Izq.)

No hacen nada por nosotros

Sobre un diablito un hombre coloca dos tambos llenos de agua. Realiza malabares por más de un kilómetro para descargar los contenedores en su casa.

Las peleas por la falta de agua son más recurrentes. Gudelia Guevara Ramírez, de 75 años, se encuentra en la puerta de su casa, está a la espera de una pipa. Su edad no le permite ir a “acarrear” agua como lo hace la mayoría de sus vecinos.

El líquido que recolecta lo guarda para el baño de sus nietos, “son la prioridad” porque van a la escuela. El ama de casa, al igual que su familia, prefiere no bañarse para no tener que estar lavando ropa a cada rato.

Gudelia vive en Xochimilco desde hace 40 años, y jamás había pasado por alguna situación similar. Más de 60 días sin agua se ha vuelto una desgracia. Las autoridades le dicen que el problema puede durar hasta ocho meses más. “Ya se acerca Navidad y Año Nuevo y nosotros sin una gota”.

Gudelia Guevara Ramírez

 

Sobrevivir sin agua

Será hasta enero de 2018 cuando llegue el presupuesto para arreglar la red de abastecimiento que se dañó a raíz del pasado sismo, esa y más promesas ha escuchado la señora Estela Fuentes López. “Pero sí tienen para hacer otras cosas, pero la red, no. No se vale”.

Estela tiene 33 años con diabetes y desde hace cuatro años es sobreviviente de cáncer; a pesar de su condición tiene que procurar que el agua no falte en su hogar. En ocasiones sus vecinos le ayudan a la recolección.

Vive con su hija y su nieta, pero todo el día está sola. La menor se va a la escuela y su hija a trabajar. La mujer de 64 años recurre a la compra de garrafones. No pueden irse a trabajar o a la escuela sin bañarse. Quiere evitar una epidemia de piojos. El garrafón purificado tiene un costo de 13 pesos, pero ante la demanda llega a costar 80 pesos.

Estela, como jefa de familia, se da “el permiso” de bañarse cada tercer día. El ritual del baño consiste en calentar agua y colocar un bote debajo para reutilizar el agua que cae.

Los gastos aumentan cada día en la casa de las Fuentes López. Tras la tragedia del pasado 19 de septiembre, los vendedores hicieron su “agosto”. El kilo de tortillas llegó a costar 25 pesos. No hubo luz durante cinco días, por lo que la comida se echó a perder. Compraron velas para alumbrar sus hogares. “Estamos viviendo una temporada muy dura. Vivir sin agua es lo más difícil porque otras cosas las puede sustituir pero el agua, no”.

Los vecinos de Xochimilco pueden pasar hasta dos horas formados en el deportivo para conseguir que una pipa vaya a sus domicilios. La problemática empeora. En días pasados vecinos estuvieron a punto de golpearse, ya que algunos se “adueñan” de las pipas.

Los pobladores no son los únicos afectados. Transportistas denuncian que por el desabasto en algunas zonas fueron agredidos por personas armadas.

 

Pipas = corrupción

María Cecilia López Carrasco, avecindada desde 10 años en Xochimilco, es testigo de cómo el abasto de agua a través de pipas se ha convertido en una fuente de corrupción. Le sorprendió que el pasado 10 de noviembre, día que Siempre! visitó la colonia, tres pipas se encontraran sobre la calle de Girasoles. Hacia meses que María Cecilia no veía desfilar pipas por su calle.

San Marco tienen el problema de una red de distribución fracturada, ya que no se le dio un mantenimiento adecuado. “Consecuencia de los malos delegados que hemos tenido”, explica María Cecilia.

Ese mismo día, Isaac Ramírez, coordinador de residuos especiales de la delegación, expuso el caso ante los vecinos. Más de 20 millones de pesos se han invertido en la renta de pipas. “El agua es para todos y no es campaña política de la delegación. Mi trabajo es darle agua a todos”.

Para la profesora de pedagogía en la UNAM y UPN la cantidad destinada es mínima a lo que roban cada vez que llega el cambio de delgado.

La falta de agua no es el único problema que tienen que arrastrar los vecinos de Xochimilco. La calle de Gladiolas y aledañas se han convertido en la boca del lobo. A raíz del sismo varios postes de luz colapsaron y dejaron sin energía a la población. En la mañanas, cuando sale a trabajar, María Cecilia se encuentra en la penumbra. Es inevitable no salir con miedo.

Los problemas se acumulan y han dejado crecer las fracturas subterráneas no visibles. “Se ha atendido a lo inmediato y no a una buena infraestructura”.

La tragedia persiste y no hay soluciones. La convivencia entre vecinos se ha vuelto insufrible. La mujer de 59 años, vive sola, por lo que la cantidad de agua que usa es menor a la de sus vecinos. Ha tenido que regalar agua para no meterse en líos.

María Cecilia es consciente de la importancia del reciclaje, cosecha el agua de lluvia y sabe que “depende de que las constelaciones se alineen y que los supervisores estén de buen humor o reciban su mochada para que nos traigan agua”.

Después del sismo, alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, realizaron campañas para desinfectar el agua. Se repartió cloro e instructivos de cómo usarlo para evitar infecciones. La labor de los estudiantes fue puntual, ya que hasta la fecha nadie se ha enfermado por el agua amarillenta de las pipas.

La limitación del líquido en México está poniendo a prueba usos y costumbres. “El gran reto vendrá en diciembre y en Semana Santa cuando los pobladores realizan sus festividades y despilfarran el agua. Tendrá que haber un reaprendizaje comunitario de su uso racional en un Xochimilco sobrepoblado y fracturado con autoridades de visión estrecha y corruptas”, puntualiza la profesora.

 

Estela Fuentes (izq.) y María Cecilia (derecha)

 

Nos condicionan el agua

La falta de agua es una pesadilla para la familia de Citadel García Peralta. Por más de dos meses, el ama de casa tiene que hacer milagros con los 300 litros que llega a recolectar. Reclama la falta de organización por parte de los vecinos que llenan sus cisternas y dejan sin agua a quienes sólo piden unos botes. Niños y ancianos son la prioridad.

A la mujer de 43 años le han llegado a condicionar el agua por mostrar su inconformidad. “Erik León estaba llenando la cisterna de una casa y le dije que el abasto de agua no era equitativo. Me dijo que si quería agua para el lunes me ahorrara mis comentarios”.

Citadel tiene un menor que desde pequeño sufre dermatitis, a raíz del baño que le da con agua de pipa su enfermedad se agravó. Con el agua del baño de sus hijos, Citadel talla la ropa interior de los menores y la usa para el baño o para trapear.

Lleva viviendo 10 años en Xochimilco y durante ese tiempo nunca había pasado por esta situación “desquiciante”. Durante el puente patrio hubo un recorte de agua, la madrugada del 19 de septiembre regresó. No se imaginó que habría un sismo que provocaría más de mil 500 fugas.

 

De ganadero a pipero

La situación que atraviesa Xochimilco, y otras delegaciones de la CDMX, no le permitió ser indiferente a Jacinto Blancas, quien dejó atrás a las vacas y borregos para convertirse en pipero. Por años tuvo parada una pipa, la cual usa ahora para repartir agua.

El hombre de 48 años no tiene un horario laboral fijo. Se forma desde las 4 de la mañana para llenar su camión y en ocasiones termina la entrega hasta las nueve de la noche. La distribución del agua es lenta y caótica.

La población no está preparada para sobrellevar la tragedia, cuentan únicamente con tambos de 20 litros, por lo que a diario los colonos exigen que se les rellenen sus contenedores. “La delegación deberían de dar tambos de 5 mil litros y se quitarían el problema de estar pasando diario”.

Existen dos grandes problemáticas que dificultan el trabajo de Jacinto: la mala organización de los vecinos, y las calles estrechas. Una pipa como la de Jacinto, con una capacidad de 10 mil litros, es difícil de operar por la calles de Xochimilco.

El ranchero no sabe cómo ni cuánto tiene que cobrar por su trabajo. Es nuevo en todo esto. “No se quién me contrató. La persona que me invitó me dijo que el dinero que nos van a pagar está muy seguro, que de eso no nos preocupemos”.

Jacinto sabe que su patrón es una persona externa del gobierno y que donó pipas a la delegación, la cual se encarga de mandarlas a las colonias que más necesitan del recurso.

Por lo regular, cada pipero hace en promedio entre 6 y 8 viajes diarios. Por la falta de control hay quienes se dedican a vender el líquido de forma externa. El caso de Jacinto es distinto, sólo realiza dos viajes por día debido a que el pago es retrasado y tiene que poner para la gasolina. “Rotan a los piperos y la delegación nos hace firmar una hoja para que lleven el control de cuántas pipas entran”.

Un pipero gana al día alrededor de 800 y mil pesos. Una familia con posibilidades de

costear para que llenen su tinaco paga 250 pesos más la “propina”. Hay quienes dan 10 o 20 pesos, pero hay otros que pagan 100 o 200 pesos más con la finalidad de que regresen pronto.

 

 

 

 

 

Al borde de una sequía

Para el director general del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre Díaz, es necesario invertir 254 mil millones de pesos para resolver los problemas de agua en la capital, implementando un plan de acciones que toma 50 años ejecutarlo.

“Si hacemos un plan en ese tiempo, es necesario cambiar los tubos que están viejos más los que vayan a envejecer en ese periodo. Urge cambiar los tubos de todas las calles de agua y drenaje de la ciudad. Son cosas que, desafortunadamente, no son baratas y en medida que no se están canalizando recursos para atender este tema, no hemos logrado avanzar de manera efectiva en una solución”, dijo a Siempre!

El funcionario aseguró que el Gobierno de la Ciudad de México pide más presupuesto año con año a temas relacionados con el servicio del agua, sin embargo, el recorte federal que se tuvo a la construcción de infraestructura fue del 83%.

 

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Agua de lluvia: el salvavidas de México

Carlos Cabrera Vargas, miembro de la Organización Agua para todos-Agua para la vida, aseguró en entrevista para Siempre! que la gente está consciente que se puede utilizar el agua de lluvia y que se puede reciclar. Sin embargo, no se hace.

“Tenemos alrededor de 5 meses de lluvia que serviría para desestresar el subsuelo. Además, de que tendríamos agua de muy buena calidad, únicamente se necesita implantar algunos filtros caseros”.

 

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