A Estados Unidos, es decir, a su presidente Donald Trump, le gusta el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) siempre y cuando éste contemple aumentar la cantidad de componentes con los que se fabrican los autos, con un porcentaje más alto para las piezas estadounidenses y además poner al tratado un límite de cinco años para refrendarlo.

De otra manera, no habrá posibilidades de que el TLCAN pueda continuar. Al menos, así lo dice Wilbur Ross, secretario de Comercio estadounidense, quien además aseguró que la eliminación de este acuerdo representará más pérdidas para México y Canadá que para la Unión Americana.

En específico, para México son las dos últimas instancias las que afectan su economía pues significan que sería un duro golpe al sector automotriz, donde es uno de los principales protagonistas a nivel regional. En sí, lo que Estados Unidos quiere es tener más ventajas de las que siempre ha tenido con este tratado, que durante 23 años ha dado algo así como un millón de dólares por minuto, convirtiéndolo en el más rentable del mundo.

Trump está pidiendo que los autos que se produzcan entre los tres socios tengan más componentes provenientes de las industrias de los tres países miembros, principalmente de Estados Unidos. También exige que en el proceso de ensamblaje de autos dominen los módulos estadounidenses, por encima de los de México y Canadá.

Esto implicaría desarticular la infraestructura manufacturera y logística establecida en México y pasarla a territorio estadounidense, pues ya no tendría caso fabricar los componentes en un país con mano de obra barata. El ensamblaje se realizaría en Estados Unidos para tener acceso a su mercado.

Mucho se ha hablado de los procesos ganar-ganar entre los empresarios, pero lo que Trump busca no es ganar sino predominar; un esquema que ningún país estaría en posición de aceptar si se tiene en cuenta que de hacerlo significaría perder en una escala muy alta. El empresariado mexicano ya calificó esto como algo “inadmisible”.

Incluso la firma de calificación de riesgo Standard & Poor´s ha asegurado que una posición tal como la que ha presentado el magnate inmobiliario ocasionaría un gran daño a la industria y economía estadounidense.

Para algunos expertos, Trump en realidad no está negociando sino haciendo una guerra comercial. Se le visualiza como el ganadero que llegó al Viejo Oeste para acaparar tierras e imponer un estilo de negocio que no sólo busca ventajas sino, sometimientos. Una visión muy similar con las películas de Hollywood que presentan al cacique con sus secuaces imponiendo su ley.

Sólo para que lo sepan: Según la encuestadora Pew Research seis de cada 10 estadounidenses apoyan el TLCAN. Un 33% de la población norteamericana lo considera nocivo a los intereses nacionales, frente al 67% que opina que ha sido un acuerdo favorable y funcional. Por el contrario, en nuestro país sólo un 30% de los encuestados piensa que México ha sido más beneficiado que Estados Unidos por el pacto trilateral. La cifra todavía es más lamentable en Canadá, donde sólo el 20% cree que el acuerdo ha sido beneficioso para su país.