Conservemos nuestras tradiciones para no perder la identidad.
Olga Escobar

Es una de las fiestas más arraigadas y tradicionales en nuestra cultura. La celebración de Día de Muertos o Fieles Difuntos, dependiendo de la región de México, es la duración, forma y ritos específicos. Todos muy variados, coloridos y ricos.

De las tradiciones, escribió en el año 1611 el historiador español Luis Cabrera de Córdoba: “De la tradición, según esto es hija la historia, y la escrita que primero fue vocal, y lo son todas, pues tradición es narración, opinión y doctrina derivada vocalmente, sin haber escrito, con el uso de padres a hijos, y de los que vieron las cosas, a los que no las vieron.”.

Refiriéndose como se comunicaba cara a cara, de manera directa en narraciones e interpretaciones de las vivencias y experiencias. Historia viva, real. Rica y amplísima tradición cultural en aspectos religiosos y sociales. Que por fortuna se conservan aún a pesar de grandes embates de culturas ajenas a nuestras raíces.

De las culturas prehispánicas el respeto y contacto con la muerte fueron parte importante de la vida en sociedad, y al mezclarse con la idiosincrasia y visión española, surgió una tradición propia, única que nos identifica como mexicanos. Cuando me refiero a nuestras raíces y a las bases de nuestra cultura nacional, no lo hago con una visión puritana o nacionalista ramplona.

Con la globalización y la información en tiempo real, estamos permanentemente conociendo y experimentando nuevas tradiciones, culturas e historias, hay que estar abiertos a ellas, pero siempre con el cuidado de mantener la esencia de las propias, ya que ese patrimonio cultural es la identidad de México como una nación sin igual.

Y escribo esto porque, en este tiempo, se mezclan la tradición del Día de Muertos con la cultura sajona del Halloween” de fantasmas y espectros, sustentados en una tradición inglesa que paso al continente a través de las 13 colonias que hoy son Estados Unidos de Norteamérica.

Las nuevas generaciones no deben confundir estas dos tradiciones; saber cuáles son las bases que sustentan una y otra ayuda a no hacerlo. La de los disfraces y los dulces o truco no son nuestra esencia y riqueza cultural, es una mera fiesta que sirve para pasar un buen rato, armar la pachanga y aplicar la creatividad para ver quién logra la mejor caracterización de los seres de ultratumba, brujas y vampiros.

En cambio la tradición del día de muertos en nuestro país tiene que ver con conmemorar a los que se nos han adelantado. Recordarlos en un ambiente festivo y de respeto, con alimentos, bebidas, flores, cantos y rezos que gozaron en vida. Mantener las tradiciones es mantener nuestra identidad y cultura, nuestra historia. Indistintamente de la llegada de otras culturas, no debemos perder ni alterar las nuestras. Somos una nación que desde siglos vive celebrando la vida y la muerte.

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