La región del Kurdistán abarca diferentes zonas del Asia menor en territorios de países soberanos como Turquía, Siria, Irán o Irak, zonas donde habitan alrededor de 55 millones de personas pertenecientes a esta minoría, la cual no tiene un estado propio pese a sus particularidades culturales o lingüísticas. No obstante, el pasado 25 de septiembre los habitantes de esta etnia celebraron un plebiscito en el norte de Irak en la que nueve de cada diez consultados pidieron la independencia a fin de crear una nación propia.

Si bien es en Turquía e Irán las demarcaciones que tienen mayor población kurda no es casualidad el reclamo que sostienen en Irak, debido a las matanzas ocasionadas por el régimen de Saddam Hussein en la década de los noventas del siglo pasado. Además, la guerra en Siria y la presencia del Estado Islámico (EI) en la región ha provocado el desplazamiento de miles de personas, lo que se ha combinado con la inestabilidad en el norte de Irak, donde los kurdos han realizado un referéndum no vinculante, pero cuyos efectos se han comentado en diferentes lugares del orbe.

En nivel local terminó el mandato del dirigente kurdo iraquí Massoud Barzan, por lo que en un futuro cercano este tema continuará en la agenda política regional, por lo que buscarán el reconocimiento mundial a fin de consolidar un nuevo país, en una zona céntrica para todas las personas pertenecientes a esta minoría, y que hasta hace poco estaba dominada por los grupos fundamentalistas de ISIS.

¿Qué tan cerca están los kurdos iraquís de lograr su independencia? Si bien en el mediano plazo es difícil que puedan consolidarlo, el referéndum celebrado por cerca de 8.5 millones de habitantes de este grupo étnico es el paso más importante para la libertad desde los acuerdos de autonomía logrados en Bagdad a inicios del siglo XX, y que se mantuvieron unidos en la invasión de 2003 y la posterior ocupación estadounidense. Además del gobierno propio logrado también tenían una partida presupuestal por el gobierno iraquí basado en más de 110 mil barriles de petróleo, firmado todavía por Saddam Hussein, quizás para legitimar su figura después de los asesinatos de la década de los noventas.

En términos geográficos, una eventual independencia del Kurdistán iraquí propiciaría la desaparición de la frontera entre Irak y Turquía, además de una merma aproximada a la mitad de longitud con el vecino Irán. Por tanto, el gobierno de Bagdad tendría problemas en el desarrollo del comercio e intercambio con los países de la región, ya que además del antecedente de Siria invadida por el EI y el ataque iraquí hacia Kuwait en 1991, las otras fronteras que se podrían fortalecer son con Arabia Saudita –un gran desierto- y Jordania, lo que puede desestabilizar una vez más política y socialmente al Medio Oriente.

Pero la lucha por la independencia kurda rebasa estos tiempos y espacios, ejemplo de ello es el Tratado de Sévres que reconoció la independencia del Kurdistán al fin del Imperio Otomano como desenlace de la Primera Guerra Mundial. Pese a la firma del acuerdo este fue sustituido por su simil de Lausana, que, aunado con la guerra de independencia de Turquía evitó la continuidad de un país para los kurdos, que sólo existió entre 1921 a 1923.

Al igual que Israel, el pueblo kurdo solicitó el reconocimiento de su independencia en la Organización de las Naciones Unidas de 1945 a 1948, lo cual no fue posible. La entrada en vigor de gobiernos autoritarios en Irak propiciaron la represión a esta minoría durante la década de los sesenta, lo cual arreciaría con la dictadura de Hussein en los ochentas al atacar con armas químicas a los kurdos.

Un paso importante para el reconocimiento de esta zona autónoma como un país libre fue la creación del Parlmento Kurdo en La Haya, la ciudad del máximo tribunal de justicia mundial en 1995. Veinte años después, esta población tiene que enfrentar con sus propios medios y recursos el terror encarnado por las milicias de ISIS. Por tanto, el referéndum es la culminación de casi un siglo de esfuerzos por lograr su libertad e independencia, historia llena de dolor y sangre de muertes de inocentes.

La consulta que puede partir el territorio iraquí para crear un nuevo estado es un esfuerzo pacifista, lo que le da legitimidad –más no legalidad- como parte de un sentir patriótico expresado en las urnas. Los tiempos pueden ser propicios para una decisión política de estas magnitudes

Durante décadas el gobierno de Bagdad llevó un progreso limitado a la región, cuyos habitantes vivieron un exterminio por parte de los soldados iraquíes, agravado por las situaciones de guerra contra Irán, Kuwait, la Unión Americana y la coalición internacional sucesivamente. El plebiscito quizás sea ilegal, pero es una voz ciudadana que de forma pacífica clama la libertad desde el desierto.

El autor es posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas. Universidad de Alcalá.