Menuda regañada se llevó Acción Nacional por andar haciendo alianzas con el diablo. El jalón de orejas provino de la Iglesia católica y más precisamente de la Conferencia Episcopal Mexicana, que por boca del cardenal José Francisco Robles Ortega criticó a los partidos que “desdibujan sus identidades”, pierden sus liderazgos clave y se vinculan con opciones políticas contrapuestas.

Para el también arzobispo de Guadalajara, esas alianzas contra natura hacen que “el voto en conciencia de los católicos sea más arduo”, mientras que antes —suponemos— lo fácil era que los ministros indujeran el voto en favor del PAN, un partido que nunca ocultó su filiación católica y su feroz oposición a todo lo que oliera a izquierda. Pero ahora  resulta difícil explicar a su grey esa unión del agua y el aceite, aunque le resulta claro que podríamos estar ante un eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador, con lo que “viviremos un estremecimiento”, según lo dicho por el prelado.

Desde luego, el cardenal Robles Ortega aclaró —¡faltaba más!— que la Iglesia (la católica) como institución no debe inducir el voto hacia partido o candidato alguno, lo que ni falta hace, pues por convicción sus ministros y en su función de pastores suelen servirse con la cuchara grande, como esta vez lo hizo el propio señor Robles Ortega.

Por supuesto, nadie que lo haya vivido puede olvidar que en la campaña presidencial de 1952, desde el púlpito se lanzaban fervorines contra Vicente Lombardo Toledano y se amenazaba con la excomunión y el infierno a quienes votaran por ese “comunista”, terminajo que igualmente se le endilgaba al PRI, porque en ese tiempo era poderosa la sombra que proyectaba la figura enorme del gran Lázaro Cárdenas.

Aquel era el PAN que salía de la posguerra e iba dejando atrás sus convicciones profascistas para alinearse alegremente con las fuerzas del imperio triunfante. Pero estos son otros tiempos y el pragmatismo ha ido arrinconando la vergüenza. El PAN y el antes izquierdista PRD han decidido unirse hasta que la muerte los separe porque de otro modo van a perder cargos, dinero y canonjías.

Para oponerse al PRI y detener a López Obrador, PAN y PRD optaron por el mal menor y se unieron sin importarles el desprestigio que eso significa. Pero ya el cardenal dijo (a los panistas) que no anden eligiendo el mal menor porque eso equivale a elegir “el mal moral”, lo que, si entendimos bien, significa que la alianza del PAN debió ser con el PRI, con el que sí existen grandes afinidades. ¿O no, señor cardenal?