En publicidad directa, en camisetas de futbolistas, en el interior de películas y programas de televisión, en espectaculares y en todo tipo de representaciones, el alcohol es parte de la oferta mercadotécnica de una vida interesante, intensa, relajada, al gusto de la época, del adulto contemporáneo, que sabe decidir cuántos tragos son necesarios para su vida social plena.

Sin embargo, un reciente comunicado del Comité de Prevención del Cáncer de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés) ha puesto un timbre de alarma más que en la industria o en los medios (se enteran poco de estas cosas), en las personas consumidoras de alcohol, que somos muchísimos en el mundo. El tema principal de este anuncio de alarma —que, por cierto, había sido ya inducido por otras agrupaciones pero nunca por ASCO, que agrupa a los principales oncólogos de Estados Unidos— es el siguiente: “El consumo de alcohol es un factor de riesgo establecido para varias neoplasias malignas, y es un factor de riesgo potencialmente modificable para el cáncer”.

Bueno, se dirá más de alguno (me incluyo), esto será para los grandes bebedores… Pues resulta que no. Un bebedor moderado (dos bebidas alcohólicas al día para los hombres, una para las mujeres) puede elevar “ligeramente el riesgo de una mujer de cáncer de mama y aumentar un tipo común de cáncer de esófago, mientras que en los hombres también se eleva ligeramente el riesgo de cáncer de boca y garganta, cáncer de la voz, cáncer de hígado y, en menor medida, cánceres colorrectales”.

En la medida en que se supere esa moderación los riesgos de cáncer para mujeres y hombres aumentan, a tal grado que, a la fecha, con base en evidencia de investigaciones y estudios publicados con anterioridad, 5.5 por ciento de los nuevos cánceres en el mundo y 5.8 por ciento de todas las muertes por cáncer “podrían atribuirse al alcohol”. Por ello el Comité de Prevención del Cáncer de la ASCO cree que “una postura proactiva de la sociedad para minimizar la exposición excesiva al alcohol tiene implicaciones importantes para la prevención del cáncer”. Dicho de otro modo, establecer políticas restrictivas —sobre todo publicitarias— como se ha hecho con el tabaco.

Aunque la relación sea menos clara que la de los cigarrillos con el cáncer, lo cierto es que ahora podría verse una campaña de salud pública que diga en las botellas, este producto puede causar cáncer. Y hacer que muchos le bajen (le bajemos) a lo que, por muchos años, se anunció como una de las prácticas de consumo que solamente no combinaban con el volante.

NOTA: El comunicado se puede leer en el Journal of Clinical Oncology en: http://ascopubs.org/journal/jco