Para ser candidato presidencial independiente se requiere mucho amor por la democracia, muchas ganas de agarrar hueso, mucha confianza en los órganos electorales y mucho, muchísimo dinero. Y si no, que lo digan los candidotes que andan pepenando firmas de apoyo.

Hay que establecer, para empezar, que la política se ejerce normalmente mediante los partidos y que estos se comprometen con un proyecto político de largo plazo y asumen una posición ante lo que ocurre en el país y en el mundo.

Sí, pero en México las cosas no se ajustan a esa idea de partido que priva en el mundo, pues empezando por el PRI, ya nadie sabe si es de izquierda, de centro, de derecha o de abajo. Se tiene certeza, sí, de que es un partido de los de arriba, cada vez afín a la plutocracia, más plegado a los intereses de Washington y más lejos de las necesidades del pueblo de México.

El desbarajuste político alcanza por supuesto al PRD, cuyo proyecto, si alguna vez lo tuvo, ha terminado por diluirse en la charca de intereses de sus líderes, que al convertirse en el furgón de cola de la derecha panista, ya nada tienen que ver con la izquierda, o más precisamente, con las causas del pueblo mexicano.

Morena, la otra opción, es un partido sin definiciones claras, aunque por supuesto se atribuyen a su líder compromisos a favor de un reparto menos injusto de la riqueza, lo que implica desplegar políticas sociales semejantes a las de su periodo como gobernante de la Ciudad de México, con lo cual se sitúa, aunque a él no le guste, como un hombre de izquierda, populista o lo que se quiera, pero de izquierda.

¿Y los candidatos independientes? De los 86 aspirantes inicialmente registrados, fuera de Margarita Zavala, una mujer que toda su vida ha militado en la derecha católica representada por el PAN, los demás son menos identificables en lo ideológico. Difícilmente alguien puede decir de qué línea son personajes como el Bronco, Pedro Ferriz de Con o Armando Ríos Piter, por mencionar solo a los cuatro más relevantes y con posibilidades, aunque remotas, de reunir las 866 mil 593 firmas que se les exigen para el registro, ¡más que la suma de miembros del PAN y el PRD juntos!

Quedan todavía tres meses para recabar las firmas exigidas, lo cual solo puede conseguirse disponiendo de la fortuna de la señora Zavala o de los recursos públicos de que dispone el Bronco, y tal vez ni así. Si alguno llega a figurar en la boleta, habrá que felicitarlo, pero lo esperable es que se queden en la cuneta, porque la partidocracia no quiere perder privilegios.