Edwar Bunker fue un escritor que obtuvo el premio Macallan Dagger, un catorce de noviembre del año dos mil, y por cierto Macallan es una marca muy famosa del excelente güisqui de Inglaterra, el premio ha cambiado de nombre a Gold Dagger, en fin es un premio que se da en euros para quienes escriben novela policiaca, Bunker fue un escritor de California, Estados Unidos, estaba marcado por su entorno social (falleció en el año dos mil cinco, por una mala operación en las piernas, que estaban afectadas por las venas inflamadas por una circulación deficiente) y siempre se relacionó con el “bajo mundo”, donde la violencia en las calles de Estados Unidos lo impactaba tanto que decidía aislarse de ese “mundo” a través de la lectura, pero aun así su entorno social llegó a influir en su vida, empezó a robar, vender drogas, etcétera. Terminó en la cárcel. Allí empezó a escribir, impulsado por la envidia que sentía por otro recluso llamado Caryl Chessman, que repentinamente había tenido fama con su libro Celda 2455. Corredor de la muerte, Bunker pensó que también podría lograrlo, pero de una forma diferente a los libros que había leído sobre criminales, libros que sólo tenían información y datos estadísticos que interesaban a los estudiosos del crimen y psicólogos. Él escribiría con la visión de un escritor: qué veía, qué sentía, qué pensaba y por qué. Y terminadas sus obras empezó a vender su sangre para pagar el costo de los envíos postales de sus manuscritos a las editoriales. Todas lo rechazaron por realista, violento y descarnado. En diecisiete años no vio publicado un párrafo de sus primeras novelas porque en todas sus historias había “ajustes de cuentas entre malhechores”, palizas de carceleros, golpizas multitudinarias entre reos, atracos sangrientos, etcétera. Pero Bunker no se dio por vencido, la envidia lo movía a persistir, y su séptima novela No hay bestia tan feroz, fue publicada en 1973, y el éxito que tuvo hizo que creyera en él mismo como creador y dejó la prisión. Pasados unos años publicó todas sus anteriores obras, de las cuales algunas se adaptaron para el cine, donde él actuó y el guión para El tren del infierno fue nominado a un Oscar.

Edwar Bunker decía que “no hay nada como un impulso: amor, odio, envidia, cualquier pasión para que un ser humano se mueva con decisión por la vida”. Y fue así como escribió Señor azul: memorias de un renegado, obra con la cual ganó el premio Macallan Dagger, que ha cambiado de nombre varias veces, hace diecisiete años.