El efecto nocebo, en otros tiempos conocido como maldición, profecía o brujería, es desde hace algunas décadas motivo de estudio e investigación por centros de neurociencias, laboratorios quimicofarmacéuticos e incluso especialistas en mercadotecnia, ya que sus repercusiones también afectan las ganancias de las empresas farmacéuticas.

De la sonrisa escéptica de algunos investigadores del siglo XX que consideraban leyendas los testimonios de quienes aseguraban que un brujo acarreaba males e incluso la muerte, se ha pasado a la investigación rigurosa de esos casos y de otros que ocurren cotidianamente.

 

El poder letal de la mente

Así como el efecto placebo ya ha sido estudiado, ahora toca el turno al nocebo, que se define como “la inducción de un síntoma percibido como negativo por un tratamiento simulado o por sugerencia de expectativas negativas”, según escriben el doctor Winfried Häuser y colaboradores en su artículo “Nocebo Phenomena in Medicine. Their Relevance in Everiday Clinical Practice” (El fenómeno nocebo en medicina. Su importancia en la práctica clínica diaria), publicado en junio de 2012 en la revista Deutsches Ärzteblatt International.

Recientemente, el 6 de octubre, en la revista Science se publicó el estudio “Interactions Between Brain and Spinal Cord Mediate Value Effects in Nocebo Hiperalgesia” (Las interacciones entre el cerebro y la médula espinal median efectos de valor en la hiperalgesia del nocebo), de Alexandra Tinnermann, del Centro Médico Universitario de Hamburgo-Eppendorf y colaboradores, quienes informaron de sus investigaciones sobre el efecto nocebo.

En 2003 realizaron un experimento con cien hombres a quienes se les trató su enfermedad coronaria con el betabloqueante Atenolol. Un tercio no sabía lo que estaba tomando, a otro tercio le informaron de su nombre y su acción, al tercio restante le advirtieron que podía causar disfunción eréctil. Los resultados fueron que uno del primer grupo y cinco del segundo tuvieron disfunción eréctil, en tanto que del tercer grupo la tercera parte tuvo ese efecto.

En otro estudio, la doctora Tinnerman corroboró que los pacientes tienen la idea de que mientras más caro es el medicamento mayores son sus efectos benéficos, pero también pueden ser más serios sus efectos secundarios.

Los investigadores, al tiempo que hacían los experimentos, registraron la actividad cerebral de los voluntarios, en quienes encontraron que “el córtex prefrontal, donde se cree que generamos las expectativas negativas afectó a regiones cerebrales más profundas, como el tallo cerebral e incluso la médula espinal”.

Por su parte, la doctora Luana Colloca, de la Universidad de Maryland, investigadora de los efectos placebo y nocebo, ha señalado sobre los estímulos dolorosos: “Ahora sabemos que interviene un sistema psiconeurobiológico de modulación del dolor que conecta las expectativas de la persona de un alivio o empeoramiento del dolor con la liberación o bloqueo de opioides endógenos”, como las endorfinas.

 

Los riesgos del efecto nocebo

En la búsqueda de nuevos analgésicos, el efecto nocebo ha entorpecido las investigaciones, la doctora Colloca ha advertido que en los últimos cinco años más de mil ensayos clínicos de analgésicos “no han conseguido encontrar nuevos tratamientos porque el principio activo no mejoraba los resultados del placebo de control”, por lo que consideró que es mejor comprender los efectos placebo y nocebo para reducir los gastos en nuevos fármacos.

El problema del efecto nocebo no reside únicamente en los costos de nuevos medicamentos, también incluye los gastos sanitarios que causa este efecto en personas que son impresionadas o sugestionadas por fake news o noticias falsas, ahora puestas de moda por Donald Trump.

El psicólogo alemán Michael Witthöft, de la Universidad Johanes Gutenberg, y su colaborador James Rubin publicaron en marzo de 2013 en Journal of Psychosomatic Research el estudio “Are Media Warnings About the Adverse Health Effects of Modern Life Self-Fulfilling? An Experimental Study on Idiopathic Environmental Intolerance Attributed to Electromagnetic Fields” (¿Son las advertencias de los medios de comunicación acerca de los efectos adversos para la salud de la vida moderna autocumplida? Un estudio experimental sobre la intolerancia ambiental idiopática atribuido a campos electromagnéticos), en el que encontraron que personas con altos niveles de ansiedad se sintieron mal cuando se les mostró un documental en el que se advertía sobre los daños potenciales asociados con los teléfonos celulares y señales de Wi-Fi, y posteriormente se les expuso, supuestamente, a señales de Wi-FI.

“Actualmente no podemos determinar cuán sensacionalista tiene que ser una noticia para activar este efecto nocebo”, refiere Witthöft en su trabajo. Lo cierto es que tal efecto existe y puede tener graves riesgos, por lo que debe estudiarse mejor para lograr prevenir que las personas lo sufran.

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f/René Anaya Periodista Científico