Desde siempre, la Constitución ha consagrado el derecho de los ciudadanos mexicanos de votar y ser votados, sin embargo, como estaba redactada la Carta Magna sólo se podía aspirar a un puesto de elección popular a través de un partido político; una fuerte corriente de opinión impulsó la necesidad de modificar esa redacción y permitir que pudiera ejercerse este derecho democrático.

Se modificó, entre otros, el artículo 35 constitucional para abrir la puerta a las candidaturas independientes; sin embargo, no se estableció un diseño institucional adecuado para que funcionara esta nueva figura política ni la forma de acceder a las prerrogativas en forma equitativa.

No obstante, lo anterior, en las elecciones pasadas, tanto en las municipales como en las estatales y federales, surgieron candidatos que —inesperadamente— alcanzaron la victoria electoral, así surgió el gobernador independiente de Nuevo León, Jaime Rodríguez El Bronco, el diputado federal por Sinaloa Manuel Clouthier y el diputado local en Jalisco Pedro Kumamoto.

Estos éxitos entusiasmaron a la ciudadanía y le abrieron un horizonte que permitiera disputar la hegemonía de los partidos políticos; por eso, para la elección presidencial del 2018 se anotaron decenas de participantes.

La realidad es que los candados que les han impuesto, mediante la ley, hacen inalcanzable su participación, ya que tan sólo para aparecer en la boleta deberán obtener más de 860 mil firmas.

A mayor abundamiento, no se ha encontrado una forma ágil para que estos aspirantes recaben los apoyos correspondientes; se acudió  a un moderno sistema cibernético engorroso y difícil, lo que ha hecho casi imposible obtener los apoyos necesarios a los probables candidatos de fuerte arraigo popular como El Bronco y Margarita Zavala, quienes —hasta esta fecha en que se publica el presente artículo— han obtenido 153 mil 183 firmas y 137 mil 788 respectivamente, es decir, apenas alcanzan un 17% y muy atrás de ellos con el 3% se encuentran el senador Armando Ríos Piter y María de Jesús Patricio Martínez, la aspirante indígena. El término para complementar la probable postulación de los independientes concluye en febrero del 2018, lo que significa que, a este ritmo, difícilmente alcanzarán la postulación.

Es importante para la democracia mexicana que estas candidaturas aparezcan en la boleta electoral, por lo que habrá que considerar todas las posibilidades dentro de la ley para que esto suceda; pues, de no ser así, la candidatura independiente a la presidencia de la república habrá fracasado y, con ello, las esperanzas de miles de mexicanos que desean opciones distintas a los partidos tradicionales.

Las candidaturas independientes son una pieza clave para renovar el sistema político mexicano y no debe perderse esta oportunidad para el pueblo de México, ya que, de no lograrse, se verán violentados dos derechos fundamentales de los ciudadanos mexicanos: por una parte, la posibilidad de ser votados y, por la otra, el ejercicio democrático de una expresión que emana directamente de las filas ciudadanas. El fracaso del proyecto lo es también del sistema y de la democracia, bastante dañada ya con las conductas cupulares y cerradas de la partidocracia.

Se debe recuperar la esperanza y abrir todas las compuertas administrativas para que aquellos aspirantes a la presidencia, con amplia participación ciudadana, puedan competir en el 2018.