Un grupo internacional de publicaciones periódicos ha conducido la investigación más grande —y más grave— sobre los llamados “paraísos fiscales”, oscuros rincones en los que el mundo financiero y político entretiene sus millones, quitándoles la “pesada” carga de los impuestos.

Ni soy especialista en esta materia ni pretendo serlo. Los nombres de los implicados por este segundo reportaje (el primero fue el de los Papeles de Panamá), desde Isabel de Inglaterra hasta Gamboa Pascoe, han de saber las consecuencias de usar estos “paraísos” en detrimento de la sociedad a la que dirigen, de los grupos que representan o de las consecuencias de sus actos. Voy a referirme a otro tema: el de la unión comunicativa.

Cerca de 90 medios, 360 periodistas, 13 millones de documentos filtrados y analizados para mostrar los entresijos de un “broker” en Hamilton (Bermuda) es un conglomerado mundial que pudiera seguir funcionando en otros ámbitos. Y presionando, desde la comunicación pública, por ejemplo, para una restitución de los mecanismos multilaterales de paz y derechos humanos.

Ahora que Estados Unidos quiere tensar la liga de la ONU —ya se salió de la UNESCO— habría que aprovechar para que, tras una investigación periodística del tamaño de los “Papeles del Paraíso”, se vuelva a diseñar un mecanismo que ayude —de verdad— a las naciones a encontrar vías pacíficas de resolución de conflictos y obligue a las dictaduras de todo signo político a respetar los derechos humanos.

La apropiación por 5 naciones del Consejo de Seguridad de la ONU hace que estas 5 decidan sobre sus intereses y sus propias pugnas comerciales, económicas y políticas, la paz en el mundo. Y ese es un ejemplo de tantos otros que podrían destaparse a través de esta alianza periodística. Se trata de devolverle la enorme dignidad que tiene el periodismo de investigación. Con Internet, ya es absolutamente posible una alianza mundial sin tener que salir de casa. Y eso pesa.