Normalmente el populismo se hace evidente en el culto a la personalidad. Tal fue el caso de Lenin, Stalin, Hitler y otros dictadores más. En la actualidad, aprovecha otras oportunidades para mostrarse ante la gente, como las marchas y, sobre todo, los cumpleaños. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no perdió la ocasión de festejar su cumpleaños número 55 y, de paso, convertirlo en una fiesta nacional.

Las Mañanitas sonaron durante la emisión del Noticiero de la Patria, que se transmite en cadena nacional. Esa misma canción con la que se celebran los cumpleaños, se la cantó Juan Gabriel hace cuatro años, convirtiendo el momento en una gran fiesta popular.

A lo largo del día, los medios de comunicación oficialistas mostraron otras facetas de la celebración, entre estas, el momento en que Maduro baila con su esposa Cilia Flores, al ritmo de la canciones del dominicano Bonny Cepeda, que amenizó su aniversario, al igual que otros artistas bajo la consigna de lo que Maduro calificó una muestra de que “nuestra vida debe ser para la alegría, para la felicidad social, para compartir”.

En otros aspectos, también se revelaron a través de redes sociales, videos cortos con momentos de la vida del mandatario desde su infancia hasta su juventud, sin olvidar a su predecesor Hugo Chávez, con quien se le hermano muy seguido.

Tal vez esto podría pasar o ser superado como una muestra de ostentosa personalidad, pero en una Venezuela donde la escasez de alimentos afecta la vida de la mayoría del pueblo, sumido en la que ha sido calificada como una de las peores crisis económicas de su historia, actos como estos sólo terminan aumentando el malestar popular.