“Más que cambio fue una continuación; el país era muy propicio a los pintores, México era el París de Sudamérica, porque era un país surrealista, y todo en él, era posible”, expresó alguna vez Alan Glass, el artista plástico considerado uno de los últimos surrealistas que se enamoró de nuestra nación a partir de observar un objeto popular mexicano, una calaverita de azúcar.

Desde entonces, Glass se ha convertido en un testimonio vivo no sólo de esa corriente sino además de nuestra cultura nacional, es por ello, que a manera de reconocerlo como una figura clave del movimiento surrealista, la Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes, a través de la Coordinación Nacional de Artes Visuales, distinguirá este año al artista con la Medalla Bellas Artes por su sobresaliente trayectoria.

Poseedor de una sensibilidad peculiar, Alan Glass (Montreal, 1932) es reconocido por sus cajas, en las cuales, a partir de elementos cotidianos como botones, guantes, mechones de cabello, muñecos, conchas de mar o pedazos de tela, entre otros ­ —muchos de ellos encontrados al azar en sus andanzas por mercados de pulgas alrededor del mundo—, logra disponerlos con belleza artística única e imaginación.

Ingresó en 1949 a la Escuela de Bellas Artes de Montreal y gracias a su talento sobresaliente terminó sus estudios (un programa de cuatro años) en la mitad del tiempo. Durante su segundo y último año fue alumno de Alfred Pellan, pionero del arte moderno en Canadá.

Las amistades que forjó con los surrealistas en ese momento tuvieron un profundo impacto en su vida y obra. Desde entonces sigue relacionado con los sobrevivientes y estudiosos del movimiento surrealista.

Amigos suyos lo llevaron a ver a Breton y Péret, a quienes mostró sus dibujos con bolígrafo. Esta técnica deslumbró a Bretón –padre del surrealismo–, quien organizó junto con Péret una exposición individual de Glass que fue ampliamente reseñada en la prensa. Breton también lo invitó a participar en las reuniones surrealistas, a las cuales casi no asistió debido a su carácter introspectivo.

Desde 1958, Glass ha expuesto su trabajo en Francia, México, Canadá, Estados Unidos, España y Alemania. En nuestro país su obra ha sido exhibida en museos tan importantes como el del Palacio de Bellas Artes, Arte Moderno, el Tamayo Arte Contemporáneo y el de Arte Contemporáneo de Oaxaca. Asimismo, museos internacionales como el Metropolitano de Arte de Nueva York, el de Arte Moderno de París y el de Bellas Artes de Quebec albergan parte de su obra.

Glass radica desde 1963 en México, donde ha desarrollado su carrera artística durante más de medio siglo. Al llegar a nuestro país, rápidamente se involucró en la escena artística local e hizo amistad con creadores como Manuel Felguérez, Alice Rahon, Pedro Friedeberg, Bridget Tichenor, Vicente Rojo, Kati Horna, Lilia Carrillo, Pita Amor y Leonora Carrington, con quien desarrollo una profunda amistad. Pertenece, desde 1999, al Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

En 2006, Aube Elléouët integró en la Collection Phares —una serie de películas sobre artistas surrealistas— el documental A través de Alan Glass, realizado por el cineasta mexicano Tufic Makhlouf, el cual reúne testimonios de artistas y personas cercanas a Glass, incluidos Carrington y Alejandro Jodorowsky. 

“Aunque pueda parecer que sus cajas son meras ensambladuras de ‘objetos encontrados’ no relacionados, sí encontramos entre ellas elementos claramente coherentes y de tipo código: naturaleza, erotismo y poesía. Inventó un microcosmo visionario en el que —tal como escribe Octavio Paz sobre el surrealismo— ‘la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, el pasado y el futuro, ya no serán percibidos como contradicciones’”, refirió en el 2012, la investigadora japonesa Masayo Nonaka en su publicación Alan Glass, donde aborda la vida, la obra y el papel fundamental del artista dentro del surrealismo.