Hace dos días, Corea del Norte lanzó un nuevo misil. El ejército norcoreano afirmó que con esta prueba concluye la fase de experimentación de su capacidad balística y aseguró que sus cohetes ya pueden alcanzar a todo el territorio de Estados Unidos. Este jueves, la embajadora norteamericana ante la Organización de Naciones Unidas, Nikki Haley, pidió que se imponga como represalia un boicot mundial contra el régimen de Pyongyang para detener sus amenazas bélicas.

“Corea del Norte ha acercado al mundo a la guerra. Nunca la hemos buscado ni la pretendemos, pero si ésta llega, se deberá a actos constantes de agresión como el de ayer (martes), y en el caso de que ocurra, el régimen quedará totalmente destruido”, afirmó Haley.

Desde 2006, Corea del Norte se ha dedicado a desarrollar un arsenal militar que incluye armas estratégicas como bombas nucleares y, recientemente, otras de mayor calibre como las de hidrógeno. La última prueba de éstas la efectuó apenas en septiembre pasado y fue considerado como el ensayo más poderoso en su historia.

“Los lanzamientos avanzan, la amenaza aumenta, la obsesión norcoreana va a más. Incluso se han declarado un Estado nuclear. Pero están matando de hambre al pueblo para financiar su producción armamentista”, afirmó Haley.

En un intento por cambiar las estrategias de presión contra el estado norcoreano, la diplomática estadounidense pidió a China que ponga fin al comercio que sostiene con Pyongyang, especialmente que suspenda los suministros de combustible que requiere para intensificar su programa atómico.

Beijing es el principal aliado de Norcorea. La molestias del presidente estadounidense Donald Trump devienen de que no ha logrado el compromiso formal chino para frenar la carrera armamentista norcoreana. En la actualidad, más del 90% del comercio que sostiene Pyongyang se realiza con China, lo cual muestra la gran dependencia que tiene respecto a ese país.

Las autoridades chinas han tratado de mediar la situación argumentado a Washington que suspenda las maniobras militares que se realizan en la península coreana, las cuales son consideradas por Kim Jong-un como una amenaza y una invasión latente a su territorio. Trump se ha negado a esto.

El Consejo de Seguridad se apresta a decretar nuestras sanciones contra Norcorea, pese a la oposición de China y Rusia que consideran que las negociaciones bajo presión nunca tendrá éxito para detener a los norcoreanos en su intento por conseguir su realización nuclear.