En política es el poder el  eje sobre el que gira la gran rueda de los intereses, propicia alianzas de ocasión o enconadas diferencias que terminan por motivar rupturas permanentes como lo ilustra la historia de la humanidad, así podríamos leer una larga lista de tránsfugas que al convertirse a otro credo invocaron razones que las ligan a valores eminentes aunque al final lo que les motivó fue la ambición como corolario de la condición del ser.

Actualmente el mal llamado Frente Ciudadano por México —debiera ser frente de partidos— no acaba de consolidarse porque al interior del PAN y PRD persisten diferencias de forma y fondo, como era de esperarse. El albiazul que ya tiene 78  años de haber sido fundado por Manuel Gómez Morin se muestra desgastado porque su dirigente nacional ha sido su jefe a la vez que aspirante a la candidatura presidencial, nos referimos a Ricardo Anaya.

Fernando Canales Clariond, destacado militante del panismo, señaló que el referido frente es un triángulo de partidos que buscan repartirse cargos públicos en 2018. Tómala.

Margarita Zavala se fue del PAN y responsabilizó de ello a Anaya, ya no son tan aisladas las voces contra el actual jefe del albiazul que parece obseso en la intención de contender por Los Pinos, habría que sumar a los senadores inconformes, bloque en el que figura el michoacano Salvador Vega Casillas.

En el PRD también se escuchan las voces contra el frente de partidos, se trata de una estampa previsible a manera de un déja vù, es casi imposible articular consensos en una organización que de origen se constituyó dispersa porque fue la mezcolanza entre expriistas, exguerrilleros, académicos, izquierdistas light y un largo etcétera.

Derecha e izquierda parecen ser un cliché porque en los hechos se ha impuesto el pragmatismo, su buscan las afinidades entre ambos polos a la mexicana porque las diferencias son más fáciles en detectar, aunque el debate ideológico parece estar finado.

Movimiento Ciudadano es el que menos puede aportar, salvo en algunos municipios de Jalisco y algunas regiones focalizadas en el resto del país, el líder moral Dante Delgado es un político procedente del PRI, fue gobernador de Veracruz en donde también estuvo preso.

Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles Conejo disputan encabezar la contienda del frente, el primero no tiene militancia partidista aunque gobierna la Ciudad de México, el segundo es perredista desde los inicios de dicho partido y gobierna Michoacán. Ambos tienen interés, ha quedado fuera Graco Ramírez, el desastroso gobernador de Morelos.

Todo puede ser posible aunque la conformación del triángulo de partidos no termina por aclararse, seguramente habrá quien trate de dinamitar desde adentro dicho proyecto de carácter efímero aunque los interesados digan lo contrario.

Al inicio apuntamos que el poder es el eje articulador, es una suerte de molino en el que se mezcla la ambición de la mano de los intereses comunes aunque al final todo pueda quedar en un experimento, en algo que no vaya más allá del intento. Al tiempo.