Al menos 340 personas han muerto y 5.900 han resultado heridas por el terremoto de 7,3 grados en la escala de Richter que asoló anoche la provincia de Kermanshah, en el oeste de Irán y fronteriza con Irak.

Las autoridades iraníes han movilizado a todos los cuerpos de seguridad para acelerar las tareas de rescate y de retirada de escombros en las poblaciones de Kermanshah más afectadas por el seísmo. Las operaciones de búsqueda se desarrollan a contrarrelojpara intentar salvar a posibles supervivientes y en ellas participan el Ejército, los Guardianes de la Revolución, la fuerza de Voluntarios Islámicos y la Media Luna Roja de Irán.

“Es imperativo que todos los organismos responsables y de rescate en estas provincias y las vecinas trabajen juntos en plena colaboración para utilizar todas las capacidades disponibles para proporcionar socorro, alojamiento y atención a los heridos”, ha dicho el presidente iraní Hasan Rohaní en un comunicado.

El presidente ha garantizado que su Gobierno apoyará a las víctimas con “todos sus recursos, movilizando las capacidades de todos los órganos a nivel nacional y local”. También ha explicado que se ha mantenido desde el comienzo “en constante contacto” con las autoridades de Kermanshah y con el ministro del Interior y que se han movilizado los recursos de instituciones públicas y militares, así como de las ONG.

Por su parte, el vicepresidente de la Organización de Gestión de Crisis de Irán, Behnam Saidi, ha explicado a la televisión estatal que se han enviado 19 helicópteros y tres aviones a las zonas afectadas para el traslado de los heridos. Sobre el terreno están desplegadas también unas 140 ambulancias y miles de efectivos de los servicios de emergencia y otras organizaciones gubernamentales.

Las autoridades han establecido hospitales de campaña para atender las urgencias y para ayudar a los centros médicos de las localidades de Eslamabad Gharb, Sarpol Zahab y Ghasr Shirin, que están colapsados.

Numerosos edificios se han derrumbado y miles de personas han pasado la noche en las calles ante el temor a las réplicas, que se han contado por decenas. Los daños son por ahora difíciles de cuantificar debido a que las comunicaciones han estado cortadas y a que algunas carreteras permanecen bloqueadas impidiendo el acceso a las zonas más montañosas damnificadas.

Una treintena de réplicas, algunas de hasta 4,5 grados, se sintieron en varias provincias iraníes, entre ellas Kordestán, Juzestán, Hamedan, Azerbaiyán Occidental y Oriental, e incluso en la capital Teherán.

Irán tiene una gran actividad sísmica. El terremoto más grave hasta la fecha se produjo en junio de 1990, cuando perdieron la vida 37.000 personas en varios pueblos del norte del país. Otro seísmo registrado en diciembre de 2003 en la provincia meridional de Kerman se saldó con 31.000 fallecidos.