Luis Sánchez Jiménez

2017 será recordado en México como un año de inestabilidad e incertidumbre en el terreno internacional. Desde el 20 de enero, la pesadilla se hizo realidad cuando el presidente número 45 de los Estados Unidos realizó su juramento y Donald Trump se encaminó a ocupar la oficina oval de la Casa Blanca.

De ese momento en adelante, la resonancia de las declaraciones y mensajes en Twitter del nuevo presidente estadounidense, no han hecho más que minar las relaciones entre los gobiernos de ambos países, acrecentar el discurso persecutorio, difamador, racista y anti inmigrante que escuchamos desde la campaña electoral.

El 23 de enero, el nuevo mandatario firmó la salida de los Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), con lo que sentenciaba la inutilidad de 8 años de negociaciones que, para México, significaba una puerta regional para sus exportaciones, en la búsqueda siempre tímida de diversificarse y depender menos del comercio con nuestro vecino del norte.

Un día antes, el 22 de enero, cumpliendo sus dichos de campaña, Trump anunció que en breve iniciarían la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Pasarían meses, hasta el miércoles 16 de agosto, cuando comenzó la primera ronda de renegociación del TLCAN. Con amenazas reiteradas, presiones sobre la paridad peso-dólar, la inagotable cantaleta de construir el muro en la frontera y, sobre todo, una agresiva pero irreal postura de negociación que no encuentra apoyo ni en los mismos empresarios estadounidenses.

Columna México en el Mundo

Lo cierto es que para México, las cinco rondas de negociaciones han sido un sube y baja que lleva al gobierno a variar su discurso, a veces de confianza en poder defender los intereses del país y alcanzar un buen acuerdo, otras veces con un discurso persuasivo que pretende convencer de que, ante el escenario de salida de los Estados Unidos del TLCAN, las cosas no serán tan malas porque tenemos otros instrumentos para seguir comerciando con nuestro principal socio comercial.

Lo que no se hizo durante 23 años de vigencia del TLCAN, se atiende ahora como emergencia y necesidad de nueva estrategia: diversificar el comercio que tiene nuestro país y reducir la dependencia que mantenemos con los Estados Unidos. Ante ello, durante la reciente reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (PAEC), celebrada en la primera quincena de noviembre pasado, los otros 11 países participantes de la negociación del TPP, acordaron modificaciones al acuerdo original en temas como propiedad intelectual, medio ambiente y derechos laborales, en aras de trabajar un documento final para antes de la mitad del próximo año.

La mirada está puesta, también, en Europa. El gobierno de México ha sostenido negociaciones para establecer un acuerdo comercial con la Unión Europea que, en principio, debió haberse concretado este año, sin embargo, las repercusiones que tiene un las pláticas sobre el TLCAN y consideraciones de índole político del tipo “pleno respeto a los derechos humanos en México”, han postergado la conclusión de ese Tratado de Libre Comercio que representará el acceso de nuestro país a un mercado de 30 países que generan el 38 por ciento del PIB mundial.

El liderazgo que tuvo México en el llamado “concierto internacional” es un buen recuerdo de algo que no ocurre ya. Nuestro país se encuentra replegado a las directrices de los intereses estadounidenses, como lo demuestra el reciente refrendo por parte del Senado, con los votos del PRI, PVEM y algunos incondicionales del PAN, a la incorporación de nuestro país a la Agencia Internacional de Energía (IEA) y la aprobación del Tratado entre el Gobierno de los Estados Unidos Mexicanos y el Gobierno de los Estados Unidos de América sobre la delimitación de la frontera marítima en la región oriental del Golfo de México, ambos instrumentos tendientes a facilitar el cumplimiento de la estrategia energética dictada desde Washington.

El 2018 será de cambio político tanto en México como en los Estados Unidos; el correr del tiempo juega en contra del propósito del Donald Trump de dar por concluido el TLCAN, pero es necesaria cerrar la incertidumbre después de las elecciones presidenciales de julio próximo, para evitar un entorno aún más volátil e incierto. Feliz año 2018.

*COORDINADOR DEL GRUPO PARLAMENTARIO DEL PRD EN EL SENADO DE LA REPÚBLICA

TWITTER: @SenLuisSanchez