Los derechos constitucionales de libertad y el sistema democrático son consustanciales a las democracias liberales; por ello, es normal la contienda de los partidos políticos, su competencia, su contraste ideológico y la confrontación y, en su caso, la descalificación entre estos y los candidatos.

En México, incluso está regulado el uso indebido de spots en campañas que, a juicio de la autoridad electoral —que interpreta la ley respectiva—, no deban exponerse al público.

El clima de violencia criminal que vivimos, que nos angustia, que nos golpea y que produce miedo colectivo, ha dado lugar a que la lucha contra la delincuencia se considere una guerra. Por lo que estas condiciones pueden propiciar violencia y anarquía en el próximo proceso electoral, si dejamos correr la calumnia, la incitación a la violencia y la exacerbada contradicción entre los contendientes.

La campaña sucia se construye con declaraciones que esconden un mensaje de violencia, o a través de ese pozo de anonimato colectivo no regulado que son las redes sociales.

En el primer caso, para muestra basta un botón, ¿qué hay detrás de la declaración de la supuesta amnistía a los criminales?, evidentemente no fue un lapsus no intencionado, sino una estrategia bien meditada para convocar a cientos de miles de mexicanos que están vinculados con las fuerzas de la delincuencia como campesinos pobres productores de amapola o de marihuana, particularmente en el estado de Guerrero, donde López Obrador hizo su declaración para que le dejen “pasar” a sus candidatos y, probablemente, para obtener, en vía directa o indirecta, los recursos negros del tráfico. El enfrentar a morenos contra blancos, al criticar a Ricardo Anaya y a José Antonio Meade por su color, también abre las puertas de reacciones que pudieran llegar a ser graves; el insistir en la sustitución de Meade como candidato del PRI, remueve el inconsciente colectivo que recuerda el proditorio asesinato de Luis Donaldo Colosio.

La otra vía de impulsar la violencia es a través del vituperio, el insulto y la majadería torpe y vulgar, que surge como una constante en las redes sociales en torno a uno u otro candidato.

La próxima elección debe registrar, con precisión, el voto mayoritario de los mexicanos ya que, en cualquier caso, siempre será legal pero no legitimada por una verdadera mayoría; por lo tanto, tendremos hacia el futuro una contradicción que se habrá de reflejar en el Congreso y en los gobiernos estatales.

Por eso, debemos pugnar por una elección clara y respetuosa, por supuesto combativa, con debate y con propuesta; una elección que sea un ejemplo y que nos permita vivir bajo el signo de la gobernabilidad en los próximos años.

¡Cuidado! ¡Mucho cuidado con las campañas sucias!; despertar el México bronco no nos lleva a nada constructivo y sí puede abrir brechas insalvables de dolor y de violencia en el horizonte cercano.