A 110 años de su natalicio, Débora Arango es la gran pintora latinoamericana, “colombiana mexicana”, como dijo Federico Cantú, cuando vio sus pinturas, y quedó tan impactado, que inmediatamente llamó a un albañil para que preparara un muro en el cual ella pintaría. Y Arango pidió que le permitiera estudiar el muralismo mexicano. Sólo pudo dedicarse a perfeccionar sus conocimientos medio año, porque su padre estaba enfermo de gravedad, regresó a Colombia, Medellín, y estuvo al cuidado de él. Cuando fallece, empieza de nuevo a pintar, con un estilo propio, que nace de sus saberes adquiridos en México y anteriormente en Colombia, dando origen al único mural de Débora Arango, que se puede apreciar en Medellín, donde se ve a tres campesinos de vestimenta blanca con grandes sombreros, rodeados de magueyes. No pintó más murales porque se enfrentó a una oposición a su obra que veladamente Pedro Nel Gómez dirigió. Al enterarse Arango, recordó que no era la primera vez que sucedía: en otra ocasión la invitó a participar en una exposición de pintura, en Medellín, allí vio Arango sus cuadros en una sala en penumbras, apartada de las demás, para la sorpresa de Pedro Nel, esa sala se convirtió en la más visitada. Esos recuerdos la motivaron a seguir creando, siguió pintando con frenesí escenas de la vida “real” en Colombia, así como desnudos de tamaño natural, convirtiéndose en la primera mujer colombiana en pintarlos. Y su interés estaba en pintar principalmente a seres marginales socialmente: monjas que retrata más allá de lo físico, donde manifiesta abiertamente sus ansiedades reprimidas, en otros cuadros pinta sufridos obreros, prostitutas, mujeres grotescas maternalmente, ebrios enfermos, etcétera. Sus desnudos fueron considerados como “obras impúdicas que no debían exhibirse nunca”. Una de ellas fue: Cantarina de rosa.

Débora Arango (1907-2005) defendió hasta sus últimos días su concepción sobre el arte, que transmitió a sus condiscípulos: “El arte es una interpretación de la realidad y es esto lo que me posibilita el llegar, a través de él, a la verdad: sacar a flote lo oculto, lo falso, lo que no se puede manifestar abiertamente”.