El destape de José Antonio Meade Kuribreña me hizo evocar el microrrelato del cuentista guatemalteco Augusto Monterroso intitulado “El dinosaurio”: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí. Se ha seguido la misma liturgia que prescribía los usos y costumbres del PRIdesde hace décadas, el gran dedo elector hizo de las suyas, aunque ahora como elemento adicional es que la suerte se echó a un simpatizante que no es miembro del tricolor. Aunque, recordando a un clásico del PRI la forma es fondo. Las novedades parecen posponerse si las hubiese, hasta ahora no han mutado las inercias incubadas desde hace décadas.

Se ha dado por resaltar la no militancia de Meade, qué tragedia para el PRI haber acabado con militantes de peso que fueran competitivos y al final tener que inclinarse por un tecnócrata desconocedor de la real politik, enterado de asuntos macroeconómicos como si ese tema fuese la panacea.

El presidente Enrique Peña Nieto eligió a Meade acaso por el desprestigio de la marca PRI, los estatutos del octogenario partido fueron reformados a modo para la candidatura de Meade.

El PRI fue fundado en 1929 como Partido Nacional Revolucionario en pleno auge del maximato que encabezaba el hombre fuerte de ese periodo posrevolucionario, Plutarco Elías Calles, se pretendía como lo dijera el también expresidente nacido en Sonora de la hora de las instituciones ya no de los caudillos, aunque no fue autocrítico porque él fue el hombre orquesta sin contrapesos.

Elías Calles fue la mano que meció la cuna en aquellos años, puso y quitó presidentes hasta que decidió imponer a Lázaro Cárdenas del Río en la primera magistratura y concluyó su poder una vez que su expupilo decidió expulsarlo del país, concluía el maximato para que naciera el presidencialismo.

El tapado fue la costumbre, la liturgia prescribe que el presidente de turno designa a quien habría de sucederlo en el cargo, esa costumbre no ha variado, claro, con sus matices; por ejemplo Carlos Salinas de Gortari eligió en primera instancia a Luis Donaldo Colosio sólo que ante el homicidio perpetrado por el nacido en Magdalena de Kino se optó por Ernesto Zedillo Ponce con quien habría de romper al inicio de su administración, su hermano Raúl Salinas sería detenido y procesado.

Meade es un candidato ciudadano, no tiene ni tuvo militancia partidista, colaboró en los gabinetes de Felipe Calderón y Peña, se le asociaba con el PAN aunque él dijo haber votado por el actual mandatario. Los sectores históricos del priismo que datan desde la etapa cardenista ya se pronunciaron, por unanimidad, por el extitular de Hacienda. Los priistas del ala política también se han adherido como es el caso de Manlio Fabio Beltrones.

En este momento si ya fueran las elecciones seguramente veríamos en la final a Meade y Andrés Manuel López Obrador, así lo apuntan las encuestas; este día no parecen competitivos ni el PAN ni el PRD por separado, el denominado Frente Ciudadano que aglutina a panistas, perredistas y Movimiento Ciudadano parece naufragar. El hervidero político apenas comenzó.