La realidad es una alucinación causada por la falta de alcohol. Anónimo

A la hora de pergeñar estas líneas aún no se sabía qué rumbo tomará el Frente Ciudadano por México, lo cual, por ahora deja a dos candidatos presidenciales visibles y, a juzgar por lo ocurrido en la semana, esperemos una contienda reñida, lo suficiente como para sacar un paraguas, pues va a llover lodo durante las próximas 29 semanas, lo que falta para la elección presidencial.

Así como el exitoso lanzamiento mediático del Frente le atrajo la atención y no pocas simpatías, el desaseo de la operación política de los dirigentes de los tres partidos que lo integran ha logrado desdibujarlo un poco. Veremos si recupera terreno.

En cambio, la postulación de José Antonio Meade por el PRI como su único precandidato presidencial fue el resultado de una impecable operación política conducida por el presidente Peña Nieto.

Hasta ahora, Meade ha hecho lo que tiene que hacer, pues antes de pedir apoyo a todos los votantes intenta asegurarse de que el PRI mantiene la unidad, consciente de que, aunque con el sólo voto de los priistas no va a ganar la Presidencia; pero también de que sin ese voto sería imposible ganar. Ya luego buscará el apoyo de los ajenos al partido, que son muchos en esta sociedad crecientemente compleja y donde coexisten tan distintos y a veces contradictorios puntos de vista.

Ha sido lo suficientemente eficaz su postulación como para inquietar al precandidato puntero, el dirigente nacional de Morena Andrés Manuel López Obrador, quien, con su natural instinto político, con una sola declaración logró ser el foco de la atención.

Es cierto que su propuesta de negociar con las bandas del crimen organizado y hasta de evaluar una eventual amnistía levantó una gigantesca polvareda, una que aún no se asienta, pues las críticas han sido ácidas.

López Obrador no es ingenuo. Sabía de antemano que su propuesta sería polémica, por decir lo menos, pero no le importa, confía en la lealtad de su feligresía morenista y apuesta a que, por las razones que sean, poco a poco se empieza a convertir en un político de teflón, al cual nada le afecta, igual que pasó con Vicente Fox hace dieciocho años.

Con su “exabrupto” guerrerense ha jalado la atención y ha conseguido disminuir un poco la atención que estaba toda concentrada en el destape tradicional de los priistas. El reto para Meade es estar atento a estas maniobras, pues él necesita hacer una campaña de contraste, recordando que las propuestas viables e inteligentes son buenas, pero no en las campañas se tiene que apelar, principalmente, a la emoción. Y eso es lo difícil.

Como se dijo al principio de estas líneas, la campaña será feroz, encarnizada. No podía ser de otra manera, porque es la disputa del poder.
Lamentablemente esa ferocidad lastima el tejido social, pues, a casi seis meses de la elección presidencial, ya se percibe la división entre amigos, entre compañeros y aun entre familiares.

Y esas heridas no sanan a veces ni con el tiempo. Una pena que así tenga que ser.